Por
  • José María Serrano Sanz

STEM

Barcelona Supercomputing Center / 01-02-06 / foto GUILLERMO MESTRE Gui37353.jpg
Las tripas de un superordenador del Centro Nacional de Supercomputación.
Guillermo Mestre

Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés). En ese universo se está gestando nuestro futuro. Pero no el futuro del siglo que viene, sino el inmediato, dada la enorme magnitud de los cambios que están ya en el ambiente. La globalización asegura, además, que nadie se podrá esconder de ellos o evitarlos. Como ocurre en todo vuelco histórico, habrá ganadores y perdedores. Los primeros gestionarán el ritmo del proceso, se aprovecharán de él y pondrán las reglas de la nueva situación; los segundos tendrán que conformarse con ir a remolque y quedarse con las migajas. Ya se están prefigurando unos y otros. Entre China y la India gradúan dos de cada tres nuevos STEM del mundo. Mucho más que la proporción de su población y una novedad en términos históricos, pues apenas contaban hace pocos años.

Ellos están ganando el futuro, nosotros, mientras tanto… haciéndonos trampas al juego del solitario. No solo los graduados STEM españoles de cada año son muy pocos, sino que están en descenso. En cambio, hemos multiplicado los grados universitarios carentes de exigencia y contenido real, que proporcionan nulas posibilidades de empleabilidad (la vieja titulitis). Una reciente encuesta entre grandes empresas españolas indica que el 72% de ellas tienen muchas o bastantes dificultades para cubrir los puestos de trabajo especializados por falta de personas cualificadas, a pesar de nuestra elevada tasa de paro.

José María Serrano Sanz es académico de Ciencias Morales y Políticas y catedrático de Economía (Unizar)

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión