¿Qué pasó con las tiendas de 'compro oro'?

La mejora de la economía española ha llevado a un descenso en la compra-venta de joyas y cada vez hay menos locales.

Muchas tiendas de compra de oro terminaron cerrando
Muchas tiendas de compra de oro terminaron cerrando

Los establecimientos de compra de oro han sufrido un descenso tan significativo que no parece que vayan a ver una luz al final del túnel. Hace cinco años la noticia era que estos negocios, que también se dedican al empeño de las joyas, se habían multiplicado por cuatro. El mayor repunte tuvo lugar entre 2011 y 2012, pero poco después, varias voces auguraron el final de estas cadenas. Aunque no fue en 2015 como se atrevieron a pronosticar, acertaron en que su presencia sería bastante más limitada, y a día de hoy apenas se ven tiendas de estas características en la capital aragonesa.

En las épocas de crisis crece el movimiento del oro. Se trata de un valor estable y seguro, por lo que alguien que necesite una cantidad de dinero al momento, tiene una salida con él. Y esta situación se produce con más frecuencia cuando la economía está en recesión. Por este motivo, el aumento de locales fue tan generalizado como su caída.

M. P. B., de Nueva Joyería, explica que la mayoría de las personas que decidían deshacerse de sus joyas era por necesidad. “Más allá de un valor económico, las joyas guardan un especial valor sentimental, que tiene un peso mucho más fuerte. Por eso, la situación daba mucha pena”, asegura. Por otro lado, con la mejora de la situación se produjeron dos circunstancias. “La gente no quería vender más oro o ya había vendido todo el que tenía a su disposición”, afirma la misma fuente.

Sin embargo, también apunta que se trata “de una cuestión de mercado”. Constantemente hay negocios en determinados sectores que abren y cierran en un periodo corto. De hecho, durante la crisis, las panaderías también sufrieron importantes pérdidas y varias de ellas quebraron.

“Ya tengo suficientes recuerdos”

El primer cliente de un céntrico local de Zaragoza ha realizado una venta que rondaba los 80 euros. Se trataba de una pieza que había heredado. “Ya tengo suficientes recuerdos de mi padre”, aseguraba mientras realizaban una tasación en el propio establecimiento. Sin embargo, no era la primera vez que acudía a vender, ya que en la tienda le tenían perfectamente 'fichado'.

La propia dependienta le ha recomendado no vender unas arras de plata por las que había preguntado el precio. Y es que, en este momento, cada gramo de plata lo compran por cerca de 20 céntimos en los establecimientos de compra de oro, según el tasador online de 'Bankoro'. Por el contrario, el precio del oro varía mucho en función de su pureza. Si es de 14 kilates se compra a 11,53 euros el gramo, el de 18 a 20,14 euros, el de 22 a 26,15 euros y si es de 24 kilates, a 29,14 euros.

Desde la OCU, advirtieron en su momento que había que asegurarse del precio real de la joya ya que en muchos casos pagaban de menos o, incluso, el cliente podía llegar a regatear. De hecho, explicaron que dentro de las ciudades se podían pagar diferentes cantidades por una misma pieza de este material precioso.

Los Montes de Piedad

Otro modo de empeñar joyas es a través de los Montes de Piedad. Se trata de una forma de negocio antigua, que nació en el siglo XV, el último de la Edad Media. Actualmente dicha práctica está muy reducida, pero todavía quedan lugares concretos donde se lleva a cabo. Además, varios bancos ofrecen esta posibilidad. De hecho, según la revista Forbes, la segunda empresa más antigua de España es Monte de Piedad, fundada en Madrid hace más de 315 años.

A día de hoy, la práctica es similar a la de hace unos años. Un grupo de profesionales tasa la joya y calcula el importe del préstamo. Se suele prestar el 60% de la valoración obtenida, y habitualmente tienen que tener un valor mínimo para iniciarse el proceso. El préstamo casi siempre se concede a un año y permite recuperar los bienes en cualquier momento, aunque con unos intereses del 8%, aproximadamente. Una vez ha pasado el plazo de vencimiento, un año después, y si el cliente no ha acudido a recuperarlas, las piezas salen a subasta pública.

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