Darwinismo en la industria

Genio y figura, el presidente del grupo automovilístico PSA, Carlos Tavares, dice que es "darwinista" porque sabe adaptarse al cambio. Una capacidad necesaria, afirma, para enfrentarse a los nuevos retos que plantea el mundo industrial.

Darwinismo en la industria
Darwinismo en la industria
Viticor

Carlos Tavares, el singular presidente de la corporación automovilística francesa PSA, la que compró Opel el año pasado, es tan directo en sus parlamentos que apabulla. Con una larga trayectoria en la industria, muchos años como número dos del gran Carlos Ghosn, líder de la alianza Renault-Nissan que se ha extendido a Mitsubishi, sabe muy bien de lo que habla. Llegó hace cuatro años a la presidencia de PSA cuando esta estaba al borde de la bancarrota y no solo la ha saneado, sino que ahora registra beneficios récord. Otra cosa son los esfuerzos/ajustes para ganar competitividad, muchas veces impopulares. Conseguir que Opel vuelva a la rentabilidad después de casi dos décadas es ahora su gran reto. En ello está, pero mientras tanto saca pecho en sus comparecencias públicas con el apoyo de una cuenta de resultados impecable... y citando a un clásico, el padre de la teoría de la evolución, Charles Darwin.

"No es la especie más fuerte la que sobrevive ni la más inteligente, sino la que se adapta mejor a los cambios", afirmó el científico y naturalista inglés del siglo XIX. Tavares se sabe esa frase de memoria. En el último Salón del Automóvil de Ginebra, en un encuentro con periodistas, defendió que en la industria del automóvil, como en otros ámbitos, "hay que ser darwinistas para sobrevivir, para saber enfrentarnos al caos". Y añadió: "Si quieres ser darwinista tienes que ir adaptándote a un mundo que cambia muy rápido y eso hacemos en PSA". La agilidad, dijo, "es el nombre del juego", por eso en su equipo –señaló– no quiere a gente que se queje, sino que sea "darwinista".

No es común en un salón del automóvil escuchar discursos con referencias a autores clásicos, pero Carlos Tavares tampoco es un directivo común. Algo tiene de político cuando saluda con un buen apretón de manos a todos los periodistas que puede cuando acuden a esos encuentros que da por partida doble, en inglés y en francés. Ocuando responde a cada uno con conocimiento de causa, en las últimas fechas con Opel como pincipal objeto de las preguntas. Por ejemplo, sobre la fábrica de Zaragoza –donde estuvo el año pasado– y sus vicisitudes para asegurar la producción del nuevo modelo Corsa y su versión eléctrica. "Siempre habrá ‘benchmarking’ para saber dónde se hacen las cosas mejor y con más competitividad", afirma al hablar de las comparaciones entre factorías como base para decidir dónde se produce un vehículo o se fabrica un motor. "Haremos siempre lo que sea más rentable" es otra de sus frases favoritas, utilizada para referirse al sitio donde se fabricará un coche o para decidir cuándo entrar o afianzarse en un nuevo mercado –como el de Estados Unidos–.

Eso es darwinismo. Adaptarse bien a los cambios. Una acción de la que se habla desde hace tiempo en sectores de actividad donde las cosas han cambiado mucho más radicalmente que en el puramente industrial. Ámbitos donde, se dice, la única constante es el cambio. Donde se llega todo lo lejos que se puede siendo más disruptivo, es decir, rompiendo muchas veces con todo lo anterior. Quizás no siempre hay que llegar tan lejos pero al final, se hayan realizado muchos o pocos cambios, lo importante es evolucionar. Hay más globalización, más digitalización, escenarios más amplios, realidades más complejas. Y hay que adaptarse. No queda otra. En la empresa los números serán siempre fundamentales –eso también lo sabe (y pregona) Carlos Tavares– y conseguir que sean buenos no resulta nada fácil, pero evolucionando, con darwinismo, las posibilidades de éxito son mayores.

Charles Darwin centró sus estudios en la evolución biológica, pero dio con una máxima –la de la adaptación a una nueva realidad– que no solo no pierde vigencia sino que gana muchos enteros. Al final, efectivamente, no hay que ser el más fuerte, el más guapo o el más inteligente. Sino saber adaptarse a los cambios y a nuevos escenarios. En las empresas y en la vida.