La llegada de un viento gélido hace temblar los almendros en flor

La entrada en la Península de una ola de frío siberiano despierta preocupación entre los productores aragoneses.

Almendro en flor nevado en Paniza.
Almendro en flor nevado en Paniza.
N. M.

La llegada de una ola de frío siberiano a España, que trae un viento gélido, temperaturas bajo cero y nevadas en cotas bajas, ha sembrado de preocupación las explotaciones aragonesas de almendros, que ya lucen el vistoso aspecto que ofrece su floración. Porque además, los árboles han tenido que soportar hace apenas tres semanas copiosas nevadas y temperaturas mínimas que, aunque todavía por calcular, podrían haber causado los primeros daños en los cultivos. “Son imágenes muy bonitas las de nieve sobre la flor del almendro, pero para los agricultores la situación es de mucha incertidumbre”, señala Bernardo Funes, representante del sector de frutos secos en UAGA.

Funes se muestra cauteloso. “La evolución la podremos ver la próxima semana”, destaca el representante de la organización agraria, que reconoce que aunque puede que no llegue a caerse la flor, los daños podrían dejar muy resentida la producción de almendras en la Comunidad, donde, además, el nivel de aseguramiento de este cultivo no es precisamente alto, porque, señala Funes, las pólizas resultan caras e ineficaces ya que “tienes que tener una pérdida del 100% de la cosecha para que haya cobertura”, explica.

En Asaja rebajan la incertidumbre. “No se prevé que haga unas temperaturas tan gélidas como para causar daños irreparables y arruinar las cosecha”, señala el representante del sector en Asaja-Aragón, José María Alcácera, que reconoce que aunque algunas variedades tempranas ya han florecido, “la flor del almendro aguanta mucho”.

Aragón es una de las principales productoras de almendras en España. Incluso en las últimas campañas se ha aupado a los más alto del podio superando al más director rival, Andalucía que dispone de una superficie muy superior, pero que, especialmente en 2016 se vio afectada por una dura sequía que redujo drásticamente la producción.

El almendro ocupaba en 2017 en Aragón, según los últimos datos de las declaraciones PAC, una superficie de 67.416 hectáreas, unas 3.000 más que en la pasada campaña, de las que, eso sí, solo 10.000 disponen de riego, lo que le hace más vulnerable ante la ausencia de precipitaciones y explica que el pasado año la grave sequía reduce hasta poco más de 15.000 toneladas la cosecha de almendra en la Comunidad.

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