El campo recibe la lluvia como agua de mayo en pleno invierno

Las últimas precipitaciones dan una tregua al campo aragonés ya que permitirán la nascencia ‘in extremis’ del cereal.

Campos de cereal resembrados en la comarca del Jiloca
Campos de cereal resembrados en la comarca del Jiloca
J. M. R.

Fue el mejor regalo de Reyes para el campo aragonés. Después de meses sin ver una gota de lluvia, el 6 de enero se despertaba con fuertes precipitaciones que llegaron a dejar hasta 35 litros en la ribera del Ebro, en la comarca de las Cinco Villas e incluso en el Bajo Aragón. No corrieron tanta suerte comarcas como la de Campo de Daroca o la del Jiloca, “precisamente donde más falta hacía”, recordaron este lunes los responsables de las organizaciones, que reconocieron, sin embargo, que a pesar de lo desigual de las lluvias “han sido todo un alivio”.

“Vamos a poder ver nacer el cereal”, señaló José Manuel Penella, secretario general de UAGA, que recordó que las lluvias ya urgían porque no había tempero y la situación era “extrema”. Penella destacó que “queda todavía mucha campaña”, pero insistió en que si la nascencia es buena al menos se podrá asegurar la cosecha. Eso sí, matizó, siempre que la primavera se comporte con normalidad y acompañen las temperaturas y las precipitaciones. “Lo imprescindible era nacer y con el agua caída parece que está asegurado”. El líder de esta organización sindical lamentó que en zonas como la comarca de Daroca apenas haya caído un litro, “porque por debajo de los 10 litros, el agua no hace mucho”.

Penella explicó además que las bajas temperaturas que Aragón soporta estos primeros días de enero no provocarán daños de consideración, porque los leñosos -uno de los cultivos más sensibles a las heladas- están en este momento de parón invernal y por lo tanto no se verán afectados.

Reserva de nieve

“Son unas lluvias muy bienvenidas”, destacó el responsable de UPA en Aragón, José Manuel Roche, que señaló también lo desigual de las precipitaciones, ya que mientras en el norte y el bajo Aragón las precipitaciones han dejado unas media de 35 litros, en los campos del Jiloca, que sufren desde hace cuatro años una sequía crónica, apenas han caído unos ocho litros. Con todo, Roche reconoció que la bajada de las temperaturas, después de un comienzo de año a casi 20 grados, la lluvia y la nieve van a contribuir a “mejorar la nascencia de los cultivos de cereal”, especialmente en aquellas zonas en las que la sequía había obligado a la resiembra.

“Es una tregua”, afirmó el secretario general de UPA en Aragón, que matizó, sin embargo, que “todavía necesitamos que caiga mucha más agua”. Destacó además que el descenso del mercurio es “incluso favorable”, ya que “retrasa el ciclo y eso es bueno para que más adelante tengamos una cosecha normal”.

El responsable de UPA Aragón insistió en que uno de los aspectos más positivos de las últimas precipitaciones ha sido la reserva de nieve, ya que “si la primavera permite que el deshielo llegue poco a poco” conseguirá mejorar las reservas de los embalses y garantizar el agua para el regadío.

Mientras tanto, el río Ebro comienza a recuperarse después de la larga sequía gracias a las últimas precipitaciones en forma de agua y nieve:

El Ebro crecerá hasta los 900 metros cúbicos por segundo a su paso por Zaragoza


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