Más posibilidades para crecer

"Es fundamental mayor dotación presupuestaria para inversión productiva".

La economía aragonesa ha seguido afianzando en 2017 la recuperación en la que avanza desde 2014. Repuntando en el tercer trimestre tras la primera mitad del año a menor ritmo que la media nacional, el incremento del PIB aragonés ha mejorado respecto a la mayor moderación de 2016, apoyado en las mismas bases que el conjunto del país: la continuidad del impulso de la demanda interna y la aportación positiva de la externa.

Respecto a la primera, resulta positivo que se haya sustentado tanto en el consumo como en la inversión, con aumentos en indicadores tan importantes para la industria, y por tanto para la economía de Aragón, como el Índice de Producción Industrial, las entradas de pedidos y la utilización de la capacidad productiva. Comercio al por menor, matriculaciones de vehículos o entrada de viajeros arrojan también datos positivos, a los que se suma la elevación de la demanda de energía eléctrica respecto al año anterior, vinculada a la mayor actividad y, especialmente, la industrial.

En el plano de la demanda externa, los esfuerzos de empresarios y trabajadores de Aragón para ganar competitividad y ampliar mercados han permitido aprovechar la recuperación del comercio internacional en un año marcado por el crecimiento global. Así, se han logrado nuevos incrementos de las exportaciones, mayores en manufacturas de consumo y alimentos. Esta pujanza de las ventas internacionales, unida a la moderación de las importaciones respecto al año anterior, ha incrementado la tasa de cobertura y la aportación positiva del sector exterior.

El mayor dinamismo económico que reflejan estos indicadores ha tenido su traslación al mercado laboral. Han aumentado las personas ocupadas en la Comunidad autónoma, que superaban las 570.000 en el tercer trimestre, el 81,6% de ellas en las empresas que conforman nuestro sector privado. La tasa de paro se ha rebajado al 10,5%, casi 6 puntos porcentuales menos que la media nacional.

2017 ha sido, por tanto, un año positivo y las previsiones para 2018 también lo son, aunque más moderadas. Pero sería un gran error darnos por satisfechos o lanzar las campanas al vuelo. Primero, porque no podemos perder impulso ni confiarnos en una economía en la que todo lo que no sea avanzar supone retroceder dentro y frente a otros países, territorios y empresas; perder trenes de digitalización, industria 4.0 o internacionalización. Segundo, porque las luces tienen su contraparte de sombras y riesgos que es importante contrarrestar.

En Aragón hay, también con datos del tercer trimestre, 66.900 personas en desempleo, demasiadas pese a la notable reducción. Han descendido la población activa, los habitantes en edad de trabajar y la población en su conjunto; un problema que viene de lejos y sobre el que las Administraciones con capacidad de actuar siguen pasando de puntillas, inconscientes, parece, de que sus graves implicaciones económicas y sociales ya nos estallan en las manos (pensiones, impuestos, servicios), incluso de quienes no las sufren directamente.

Las empresas van mejorando sus cuentas de resultados, pero todavía en torno al 40%, más en el caso de las pymes, está en negativo arrastrando pérdidas de ejercicios anteriores y la evolución del número de sociedades con trabajadores es casi plana e inferior a la media española. A ello se suma la lamentable situación catalana, cuyos efectos son negativos para todos y mucho para Aragón, como Comunidad autónoma vecina, con vínculos económicos cruciales para ambas, por no hablar de los sociales y familiares.

También nos rondan factores internacionales como el ‘brexit’, el anunciado cambio de política económica en la UE o la subida del precio del petróleo.

Por todo ello, es fundamental que desde la Comunidad autónoma se incida en lo que alcanzan sus competencias, en lo que desde Aragón podemos hacer por nosotros mismos: con mayor dotación presupuestaria para inversión productiva, eliminando trabas administrativas y fiscales que lastran la competitividad de nuestras empresas y su capacidad de ganar tamaño y tener continuidad a largo plazo; favoreciendo la actividad y la atracción de empresas. En suma, creando más posibilidades para crecer.