Emprender: una montaña rusa a la que no subirse solo

La claves: elegir bien a los socios, tener un buen plan de negocio porque la idea supone solo un 5% del valor de un proyecto, contar con los mejores, arriesgarse y persistir.

Buscarse un puesto de trabajo no es emprender. "Es mucho más", afirma Jesús Arbiol Tena, que con 50 años, el ADN de empresario en las venas y habiendo ocupado la presidencia de Tradime desde 1997 a 2011, ha tenido que reinventarse y crear su propia empresa, Global Innovation Oportunities. "Como veis, no hay edad para esto", dijo ayer a un auditorio repleto de jóvenes en la jornada ‘Emprende y transforma tu entorno’, organizada por el Inaem. "A los 35 años me tocó coger la riendas de la empresa de mi padre dedicada al transporte especializado de hormigón para la construcción. Llegué a tener 52 trabajadores, 38 camiones y 16 autónomos trabajando con nosotros, pero la crisis se la llevó por delante. En 2012, vi que no tenía viabilidad, la cerré y me fui. Estuve cuatro años entre Mauritania y Senegal buscando posibilidades. Eso me ayudó a serenarme porque cuando me marché los bancos nos miraban como apestados", señaló. Hasta 2015 no volvió a su pueblo en Urrea de Gaén (Teruel) y allí empezó a trabajar con sus primos en un centro de transformación del alabastro. "A final de año lanzaremos al mercado un conglomerado de resinas y alabastro", apuntó antes de añadir que también es distribuidor de un cristal líquido inteligente que hace una compañía israelí. "Y cuento esto porque emprender es innovar, ser imaginativo y arriesgar, y eso es más fácil a los 50 que a los 20", dijo.


Contar con los apoyos necesarios, porque "tú solo no puedes hacerlo todo y saber que en el Inaem, vía programa MILE (Microempresas iniciativas locales emprendedoras), o en Cámara de Comercio te ayudarán con tu plan de negocio es básico" recordó este veterano emprendedor. "Más que básico, es vital tener las ideas claras", apuntó la joven geógrafa Lucía Martínez Cebrián, que junto a dos compañeros de la Universidad, ha creado su empresa Remot Technologies, ideadora de un ‘tomtom’ o navegador rural. "Nosotros teníamos tanto que ofrecer que no sabíamos qué dar y la Universidad nos ayudó mucho a focalizar nuestro negocio", dijo. Aún así, consideró que "nadie espere al hacerse emprendedor que sea como subirse en una noria, llegar arriba y pararte a mirar; más bien, nuestro día a día es como estar constantemente en una montaña rusa y menos mal que el Inaem nos apoyó, la Universidad de Zaragoza y el Ceminem (Centro Mixto de Investigación con Empresas) que nos aporta un espacio para estar". Emprender, señaló, no es algo que uno solo pueda llevar adelante.


Idea en la que coincidió también el emprendedor Francisco Javier Moré, que ha puesto en marcha su empresa Mobel and Home Logistic Center Services, dedicada a la distribución doméstica: "Hay muchas partes del negocio que no controlas, has de rodearte de los mejores y sobre todo tener proyección". No es baladí que todas estas empresas recién nacidas tengan un nombre inglés. "Sin aceleración tecnológica, globalización e hiperconectividad, los proyectos empresariales es difícil que salgan adelante", constató José Antonio Tovar, quien pese a reconocer "verse muy mayor" frente a emprendedoras como Lucía o Martínez o Rosa María Monge, ha creado también su propia empresa Only Members.

El miedo como excusa

"No hay que tener miedo", advirtió Tovar, "pero sí tener claro que la idea supone solo un 5% del valor del negocio y que conviene no equivocarse en la selección de los socios o el reparto de acciones. Yo siempre digo que menos ‘power point’ y más ‘excel’, en el sentido de que el corazón de un proyecto es su plan de negocio".


Rosa M.ª Montero, fundadora de Beonchip, que logró el premio Idea en 2015, destacó la importancia del equipo y de testar tu proyecto para que salga adelante.

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