Cumbre extraordinaria de la UE

Una cumbre muy, muy larga... pero nada como Niza

Casi veintiocho horas de contactos bilaterales, a tres bandas, a cuatro, de todos a la vez... han permitido, como casi siempre ocurre en Bruselas, que la cuerda se tensara más de la cuenta pero que no llegara a romperse.

Una cumbre de presupuestos de la UE suele ser sinónimo de largas negociaciones, y si había ejemplos que así lo acreditaban, la que se ha celebrado de forma casi ininterrumpida en Bruselas desde primera hora de la tarde de este jueves es una muestra palmaria.


Casi veintiocho horas de contactos bilaterales, a tres bandas, a cuatro, de todos a la vez... han permitido, como casi siempre ocurre en Bruselas, que la cuerda se tensara más de la cuenta pero que no llegara a romperse y que finalmente la palabra éxito estuviera en boca de muchos de sus protagonistas.


Este Consejo Europeo de Bruselas se ha situado en los primeros puestos del ránking de duración de una cita de los jefes de Estado y de Gobierno comunitarios. Pero no se ha colocado en cabeza.


Ese "honor" se lo lleva el que se celebró en Niza en diciembre del año 2000 y que encerró a los líderes comunitarios durante casi cuatro días en esa ciudad francesa para aprobar el tratado que lleva su nombre cuando todavía la Unión Europea sólo estaba formada por quince miembros.


Su objetivo era hacer una reforma de la UE con vistas a su ampliación, y el presidente francés Jacques Chirac, el canciller alemán Gerhard Schroeder, el primer ministro británico Tony Blair y el jefe del Gobierno español José María Aznar fueron algunos de los protagonistas de aquella cita.


También lo fueron de otra anterior, la que tuvo lugar en Berlín en marzo de 1999 y que aprobó la Agenda 2000, el primer presupuesto comunitario del siglo XXI y en la que hubo una ligera rebaja en las dos principales políticas comunes, la agrícola y la regional.


Para el acuerdo se necesitaron más de veinte horas, incluida una muy larga madrugada que no olvidarán ni Aznar ni Schroeder. El primero, disfrutando de un puro y sentado junto a un piano, hizo ver al canciller que disponía de todo el tiempo del mundo hasta que accediera a sus pretensiones para el presupuesto que cubría hasta 2007. Y el órdago le dio resultado.


Hay que remontarse algo más, hasta diciembre de 1992, para llegar a la cumbre de Edimburgo, donde los contactos se prolongaron hasta la noche del segundo día para allanar el camino a la Europa de Maastricht.


También la cumbre de octubre de 2007 en Lisboa tuvo prórroga durante la madrugada para permitir que los líderes europeos acordaran el Tratado con el nombre de la capital portuguesa para reemplazar a la fallida Constitución europea.


Pero las largas sesiones, eso sí, más moderadas que la vivida desde ayer en la capital belga, están siendo últimamente habituales en Consejos Europeos que no aprueban tratados ni presupuestos.


La situación económica de la UE y los debates derivados de la misma, que han llevado a adoptar diversas decisiones como avanzar hacia la unión bancaria y fiscal, ha provocado también que en los últimos meses los líderes europeos hayan salido más de una vez de la sede del Consejo cuando ya reinaba la noche profunda.