Economía

Moody's le da a beber a París del cáliz que no deseaba

La agencia de calificación de riesgos crediticios ha rebajado la privilegiada nota triple A a Francia, ahora esta nota solo está reservada a un puñado de países.

La agencia de calificación de riesgos crediticios Moody's ha dado a beber al Gobierno francés un cáliz que París no deseaba, la rebaja de su privilegiada nota triple A, ya reservada solo a un puñado de países del que Francia ahora queda fuera. 


A pesar de ser esperada, la confirmación de esta exclusión corrobora la inquietud con la que se mira a los datos fundamentales de la economía gala, teniendo bien en cuenta, eso sí, la propia consideración que ya merecen agencias como la estadounidense.


El Gobierno francés, sin embargo, no ha recibido la degradación con críticas a la credibilidad de unas entidades que no supieron ver ni de lejos la crisis financiera que dio origen a las turbulencias posteriores que alimentaron la recesión económica actual.


Confortado además con la tibia reacción de los mercados bursátiles, que hoy recibieron sin extremas oscilaciones la noticia de que Francia ya no será "Aaa" sino "Aa1", París disparó no contra quien le arrimaba ese metafórico cáliz, sino con el retrovisor orientado hacia el Ejecutivo conservador que le precedió.


Después de tan solo seis meses en el cargo, el Gobierno galo se cree justificado cuando dice que la culpa la tienen políticas aplicadas en los años precedentes, pero lo cierto es que Moody's dispara apenas presentadas las medidas de choque con las que el Ejecutivo que preside Jean-Marc Ayrault pretende conjurar la crisis.


Pérdida progresiva de competitividad, insuficientes reformas estructurales y arriesgada exposición a los países del Sur de Europa son los argumentos esenciales que Moody's aprecia para su rebaja de la calificación de la categoría de Francia.


Los paquetes de recortes de gasto público, subida de impuestos y reformas del mercado laboral resultan así a los ojos de la agencia medidas insuficientes o que, al menos, todavía tienen que demostrar su efectividad.


Sin embargo, la aparente tranquilidad con la que recibieron la noticia tanto el Gobierno galo como los mercados da a entender que se esperaba, que los operadores cuentan ya con que Francia es quizás esa bomba de relojería que la Unión Europea esconde, tal como difundió en los últimos días la prensa anglosajona.


Algunos analistas interpretaron hoy que de nuevo Moody's dio la prueba de que estas agencias reaccionan tarde y mal: la rebaja tenía que haberse anunciado antes, cuando todavía no se conocían las intenciones reformistas de Ayrault y para dar prueba de que analizaban la situación en tiempo real.


Sobre todo porque la otra gran agencia, Standard & Poor's, ya tomó una decisión similar el 13 de enero, que dio motivo para pensar en Francia que rebajas similares estaban listas para servir y que ya sirvió una buena ración de pesimismo a los franceses.


Otros interpretan que mejor que el "castigo" haya llegado al fin de esta forma, lo que se ve como un "recordatorio" que viene bien para estimar en lo que podrán valer las medicinas anunciadas por el doctor Ayrault.


De lo que no hay duda es de que a los ciudadanos galos no les ha hecho falta saber que su clase ya no es de sobresaliente para percibir que lo peor, indudablemente, no ha llegado, puesto que las perspectivas personales que exponen dan prueba de un pesimismo creciente.


El último dato de este, el sondeo más reciente publicado hoy mismo, aunque sin que los "alumnos" conocieran la rebaja de la nota, es el que sitúa en casi la mitad de los franceses los que admiten que, de la crisis, hasta al menos 2015 no se sale.