Descubren los principales factores que determinan la producción de setas

Un trabajo que arrancó en 1997 con la toma de datos y análisis de hongos en un bosque de ‘pinus pinaster’ del sur de la provincia.

Buscando setas
Buscando setas
Mariano Castejón

La producción de setas en otoño no sólo depende de las precipitaciones entre agosto y septiembre sino también de las temperaturas durante el mes de marzo, según un estudio publicado en la revista científica Global Change Biology por un equipo de investigadores españoles.


Una primavera temprana da más tiempo para el desarrollo del micelio, la masa de hifas o filamentos cilíndricos característicos de la mayor parte de los hongos y que conforman su estructura vegetativa, y predispone así a este organismo a un mejor crecimiento con la llegada de las lluvias otoñales. En consecuencia, "la combinación ideal es: buenas temperaturas en el mes primaveral más lluvias regulares en los de final del verano", asegura Teresa Ágreda, profesora de la Escuela Universitaria de Ingenierías Agrarias de Soria de la Universidad de Valladolid (UVa).


Junto a ella han trabajo en esta investigación sus compañeros de dicha escuela universitaria Beatriz Águeda, Marina Fernández-Toirán y José Miguel Olano, además de Sergio M. Vicente-Serrano, del Instituto Pirenaico de Ecología-CSIC. El trabajo comenzó en 1997 con la toma de datos y análisis de los hongos en un bosque de ‘pinus pinaster’ en el sur de Soria, al objeto de estudiar cuáles eran los factores que más afectaban a su reproducción. "Lo que da valor a este trabajo es precisamente el seguimiento continuado entre 1997 y 2011", afirma Ágreda, ya que "son prácticamente quince años de estudios ininterrumpidos..., no había hasta ahora una serie tan larga con una metodología bien planteada". El equipo de investigadores desarrolló varios modelos a partir de la información recopilada y fundamentó así la importancia de las condiciones meteorológicas y climáticas para la producción de este tipo de organismos. "Este año, por ejemplo, el mes de marzo no ha sido especialmente frío, así que si llueve de la manera adecuada a finales del estío podemos prever que la temporada micológica será buena", augura esta científica.


La preocupación surge al relacionar estos datos con los del cambio climático pues "también hemos planteado modelos a largo plazo" para el período 2021-2080 y la conclusión es que si continúa la tendencia actual "la producción de hongos micorrícicos, como por ejemplo los níscalos, se verá reducida en un 40 % mientras que la de los saprobios también descenderá en un 15 %".


Y es que el aumento progresivo de las temperaturas año a año en principio es favorable a la reproducción pues facilita que el hongo brote antes y con más fuerza pero, al hacer también más calor, la humedad se evapora con mayor rapidez por lo que el organismo puede echarse a perder con facilidad. El resultado es una disminución "patente, evidente y muy importante" de la producción micológica y, de hecho, "hoy día esta reducción es ya algo real". El problema se agrava al considerar que no se trata de una simple decepción para los futuros recolectores de setas sino que afecta al desarrollo de los propios bosques ya que "los hongos son cruciales para el ecosistema, aportan nutrientes a los árboles y les protegen de patógenos, además de ayudar a aliviar las sequías".


De esta forma, en el momento en el que su presencia disminuya de manera "sensible" todo el bosque se verá afectado, pues crecerá "menos y peor, empobreciendo todo el entorno". En las regiones lluviosas del norte de Europa, en cambio, esta subida en los termómetros tendrá el efecto contrario ya que incrementará las cosechas de setas a medida que suba la temperatura.


El trabajo de estos especialistas ha sido posible gracias a la financiación del grupo de acción local ADEMA (Asociación para el Desarrollo Endógeno de Almazán y otros Municipios) y la Junta.