CRÓNICA PERSONAL

Tolo, el 'gudari' mallorquín

JAVIER PÉREZ El himalayista aragonés recuerda la curiosa forma en que Juan Oiarzabal y Tolo Calafat congeniaban en la alta montaña.

Calafat, en una de las tiendas del campo 4 en el Annapurna.
Tolo, el 'gudari' mallorquín
C. PAUNER

Conocí a Tolo Calafat en la simpática expedición mallorquina que intentó el Everest en el 2005. Yo estaba allí con Carlos Pauner filmando e intentando la misma cima. Carlos ya conocía a Tolo del año anterior en el Cho-Oyu. En esos años, Tolo escaló el Cho-Oyu, el Everest y la antecima del Broad Peak. No volví a coincidir con él hasta el otoño de 2009 en el Shisha Pangma del Tíbet, donde yo volvía con Carlos, y Tolo venía nada menos que con Juanito Oiarzabal.

Tanto para Tolo como para mí, formar parte de una expedición con estos himalayistas era todo un honor. Juanito, que en el Shisha acababa de conocer a Tolo, rápidamente le cogió cariño, como todos, y en las mil y una tareas que exige una expedición le llamaba cariñosamente "el Gudari" ("el guerrero", en euskera): "Gudari, coge dos hornillos y gas. Gudari, no te olvides los polvos para el agua...".

A Tolo, como a mí, mientras escuchaba las historias de Juanito y Carlos en sus numerosos ochomiles, le brillaban los ojos imaginando pisar la cima donde nos encontrabamos. Y soñaba con continuar su carrera como himalayista, al lado de unos ilustres como Juanito Oiarzabal y Carlos Pauner.

Ellos le aconsejaban en cómo encaminar su carrera como el 'ochomilista' representante de las Islas Baleares y de Mallorca. Escuchando atentamente a Juanito, y siguiendo sus consejos, muchas veces de broma, se iba convirtiendo en un "Gudari", tal y como lo llamaba Juanito continuamente.

Bromeábamos con él, diciéndole que, dada su tremenda fortaleza, nos debería abrir toda la huella el día de cima y, además, llevar la cuerda para fijar. "Es lo que se espera de un Gudari", le decía Juanito. Y Tolo, tragándose la broma, sin rechistar y con gran respeto por Juanito y Carlos, decía que él haría lo que le dijeran sus mentores.

Después del Shisha Pangma en el Tíbet, esta primavera de 2010 vino el Annapurna, en Nepal. Nos reuníamos el mismo grupo: Juanito Oiarzabal, Carlos Pauner, Tolo, convertido ya en un "Gudari" después del Shisha, y yo.

El Annapurna infunde un temor especial a quienes vienen a escalarlo.

Tolo, que era un pedazo de pan, en su bondad expresaba a veces sus dudas o temores sobre la montaña. Rápidamente, Juanito o Carlos le reprendían, en broma o en serio, y le recordaban el camino de 'ochomilista' que estaba empezando a recorrer y su condición de guerrero para salir con buen pie de esta montaña.

Ya en el campo base, Tolo, un atleta de entrenamiento diario, casi profesional, salía cada día a mover sus piernas por los alrededores del campo base. Y salía acompañado de Juanito, quien muchos días le preguntaba en broma: "¿Dónde toca ir hoy, Gudari?". Y Tolo le proponía siempre muchas horas de andar. Juanito le reprendía con cariño: "Hasta allá irás tú, Gudari. Yo a la 1.00 tengo que meter los garbanzos en la olla". (Juanito nos ha cocinado casi todos los días de campo base, platos como si comiéramos invitados en su propia casa).

A mí me llamaba la atención la curiosa pareja que formaban Juanito y Tolo, confirmado ya en escudero y "Gudari" de Juanito. Todos hacíamos planes conjuntos para el futuro.

Carlos Pauner, Juanito Oiarzabal y el "Gudari" mallorquín, Tolo Calafat, alcanzaron la cima del Annapurna, el 27 de abril a las 16.00, hora nepalí.