Menorca, 75 - CAI Zaragoza, 65

Sin ataque, nada que hacer

Barlow lanza a canasta en el partido de ayer.
Sin ataque, nada que hacer
ACB MEDIA

Había sido la mejor arma del CAI Zaragoza hasta ahora, el ataque. Pero ayer brilló por su ausencia. Primero por la aguerrida defensa aplicada por el Menorca y después por la falta de acierto en otra de las especialidades rojillas, los triples. Así, sin claridad ofensiva nada se puede hacer. Principalmente porque al equipo de Abós le costó entrar en el partido y su agresividad atrás llegó demasiado tarde.


La remontada nunca se llegó a culminar y los aragoneses sufrieron una dolorosa derrota ante un rival directo por la permanencia. Todo influyó ayer: el cansancio propio de un viaje en el día, el gran estudio de los baleares del juego zaragozano, el desastroso encuentro de Barlow, la dulce venganza de dos ex rojillos como Cuthbert Victor y un sorprendentemente inspirado Ciorciari, la nula puntería en tiros cómodos... Todo jugó en contra y el tropiezo se consumó. Hay que seguir remando.Los dos conjuntos se conocían hasta la saciedad, pero con eso no vale y hay que estudiar bien al rival. Eso es lo que hizo un Menorca Basquet que en la primera mitad ya demostró haber preparado mejor el duelo. Cada ataque que marcaban los rojillos tenía una rápida respuesta defensiva de los locales. Y eso hace 'pupa'. Además, si en la previa se hablaba de que con acierto ofensivo no es suficiente para ganar, si el CAI se atasca en ataque, su fuerte en lo que va de año, la cosa pinta aún peor.

De inicio los de Abós buscaron balones interiores para sus pivots y los errores se repitieron, ago que aprovechaban los de Paco Olmos para correr siempre que podían. Y si no había velocidad ahí estaban Cuthbert Victor y Jakim Donaldson para hacer daño con su calidad.

Los aragoneses sólo eran capaces de anotar en acciones individuales y así es complicado superar a un adversario motivado ante su bullicioso público. El enfado del técnico zaragozano era ya evidente a los cinco minutos de partido. Barlow iba a su bola, al banquillo; Van Rossom lo mismo y Hettsheimeir les acompañaba por su falta de acierto.

Con los menos habituales la intensidad defensiva apareció, pero el desorden ofensivo maniataba a un CAI en el que Riera, sí Riera, sacaba provecho de su conocimiento de Ciorciari de sus años de LEB.

Pero Victor seguía siendo una cruz y había que volver a meter a un horrible Barlow para intentar frenarlo tanto al poste bajo como en el perímetro. Esa no fue la clave para reaccionar, pero sí lo fue una zona 2-3 ordenada por Abós. Con esa sorpresa táctica y mayor paciencia en ataque los aragoneses se llegaron a acercar a cuatro puntos.

Pero eso no es suficiente frente a un equipo en el que Donaldson demostraba ser una bestia en la pintura. Si a eso se le añaden los despistes atrás, la tercera falta de Hettsheimeir y las diez pérdidas acumuladas por los rojillos en la primera mitad (17 al final), el duelo ya registraba una peligrosa desventaja al descanso de doce puntos.

En la reanudación el CAI apuntó otra cara. Se jugaba bien entre pivots y Phillip encontraba con facilidad al guerrero Chubb, el mejor de los rojillos ayer. Su intensidad, unida a la de un revolucionado Quinteros albergaban esperanza. Pero anoche todo se ponía en contra de los aragoneses. Porque se optaba por pasar por detrás los bloqueos a los bases, dado que los triples no son su especialidad. Pues esta vez sí que lo fueron y tanto Ciorciari como Servera celebraban cada acierto exterior como si fuera un gol. Y la grada enloquecía.

Cuando el CAI se aplicaba en defensa tenía sus opciones de recortar la renta menorquina, pero en esas circunstancias llegaron los fallos en tiros cómodos, errores impropios de uno de los mejores ataques de la ACB.

La única manera de solventar el duelo era insistir en la retaguardia y confiar en que llegara esa puntería. En esa misión se emplearon a fondo los hombres altos, Miso, Riera, Paolo... Esa intensidad comenzó a dar sus frutos con robos de balón y la intimidación de Chubb, Hettsheimeir y Aguilar dentro de la zona. El equipo volvía a creer en un triunfo que a esas alturas parecía un milagro.

De hecho, fue recortando punto a punto hasta colocarse a tan sólo cuatro a falta de siete minutos. El conjunto de Paco Olmos era el que estaba atascado por aquel entonces y el CAI fue incapaz de rematar la faena. Innumerables fueron los ataques de que dispuso para meterse definitivamente en el encuentro, pero los triples no quisieron entrar (3 de 22 en el partido) y las oportunidades se iban escapando conforme pasaban los minutos.

Así, un nuevo triple del base Diego Ciorciari dejaba a los zaragozanos, muchísimo más intensos en la segunda mitad, tambaleándose, y un soberbio mate final de Victor los condenaba en tierras baleares certificando la particular venganza de los ex rojillos.

El CAI perdió su opción de escapar de los de abajo y ahora debe atarse los machos. Regresa a su liga y, en ella, sin ataque y con una defensa tardía, no hay nada que hacer.