PAUNER DESDE EL DHAULAGIRI

Primeros escarceos

Carlos Pauner cuenta qué sensaciones ha experimentado al dar sus primeros pasos sobre las pendientes nevadas del Dhaulagiri. Los contrastes hacen que la expedición sea más interesante.

Por fin nos hemos adentrado en la montaña. Tras todo este tiempo de preparativos, aproximaciones y problemas, ayer (el miércoles) nos encaramamos por estas primeras pendientes nevadas del Dhaulagiri. La idea era bastante sencilla: comenzar a movernos un poco y aprovechar para llevar algo de carga para hacer un depósito intermedio entre el Campo Base y el Campo 1. Aprovechamos que hacía bueno y hacia las siete y media salimos del Campo Base.


Los primeros pasos siempre se hacen duros porque todavía la aclimatación no está muy conseguida y se nota la falta de oxígeno, que ya en esta altura es del 50 por ciento del que disfrutamos en la playa. Poco a poco nos elevamos por el borde del glaciar hasta llegar a la parte más horizontal del mismo, lugar donde dejamos el depósito y nos dimos la vuelta. Desde aquí aún queda recorrer un buen tramo de glaciar agrietado y unas formidables pendientes que nos han de llevar hasta los 5.900 metros del Campo 1. Pero eso será otro día. De momento, el objetivo se ha logrado. Hemos dejado dos tiendas, palas, gas y algo de cuerda en este lugar. El próximo día, cogeremos todo esto y junto con los sacos de dormir, será suficiente para montar nuestro primer campo en altura.


Hoy, día 10 (ayer), nos hemos levantado con un sol fantástico. El cielo está completamente limpio y hace calor. Notamos el cansancio en las piernas, pero ha sido bueno darles un poco de marcha. Hemos desayunado unos buenos huevos fritos con jamón y hemos probado los recuperantes energéticos que Domingo, dueño de la ortopedia La Paz, como siempre, nos ha proporcionado amablemente. Es curiosa esta mezcla de nuevas tecnologías y alimentos tradicionales. Personalmente, pienso que una cosa no quita la otra. El gusto y los sentidos se regocijan al poder seguir degustando los alimentos de nuestra tierra y los músculos, se benefician de estos preparados ligeros y muy energéticos que nos ayudan a recuperar un poco de las grandes palizas que aquí nos damos.


Estamos en el mundo de los contrastes. Tiendas de campaña sobre hielo y piedras, pero en su interior tenemos la más avanzada tecnología para el envío de imágenes y videos. Barras energéticas de última generación y la lata de aceite de oliva de toda la vida de nuestro Aragón. Calor insoportable cuando luce el sol de día y frío helador cuando las luces se ocultan. Todo es aquí así. Tranquilidad en el Campo Base o situaciones de verdadero peligro por encima de él. Contraste tras contraste. Es un mundo especial, donde la escalada, como tal, tan sólo es una parte del conjunto. Hay que acostumbrarse a vivir en estos lugares, arreglarse con los cocineros y porteadores. Afrontar la soledad, a veces asfixiante. Soportar la presión de una inminente salida hacia un terreno peligroso y traicionero. En definitiva, hay que aprender a vivir con unas nuevas reglas, simples, precisas y duras.


En el Himalaya nada se regala, todo se lucha. Quizás por eso nos atrae tanto estar aquí y poner a prueba nuestras fortalezas y debilidades. Si tal y como hemos planeado, mañana (por hoy) vamos con todo el equipo hacia el Campo 1, sin duda, tendremos una buena ración de Himalaya para nuestros cuerpos. Pero eso, eso, será otra historia....