Leonardo Neoren Franco bajó de un AVE ayer, poco antes de las 20.00, en la estación de Delicias. Fue el momento en el que llegaba a Zaragoza el que va a ostentar, con permiso de Doblas y si Aurelio Gay no piensa lo contrario, el papel de portero titular del Real Zaragoza en la temporada que comenzará dentro de 40 días.

Franco había volado antes desde Holanda hasta Barcelona, una vez que anteayer abandonó la concentración del Galatasaray turco (su equipo durante el año pasado) en la localidad de Venlo. En la zona de llegadas le esperaba su representante, Hugo Buitrago. En el andén, el relaciones públicas del club, Carlos Cuartero. Con ellos, se desplazó al hotel y también tuvo la oportunidad de charlar con los responsables de la fontanería zaragocista que, en las últimas fechas, han ultimado su contratación.

Tras descansar hoy de unas horas tensas y llenas de incertidumbre, pues su posición en el Galatasaray de Estambul se había tornado complicada con el paso de los días, Leo Franco pasará el preceptivo reconocimiento médico hoy por la mañana y, tras ser presentado oficialmente en el estadio de La Romareda, viajará a Navaleno para incorporarse de inmediato a su nuevo equipo. Un Real Zaragoza que con él, en compañía de Doblas, cubre definitivamente la posición de guardameta que quedó totalmente desguarnecida al término de la pasada campaña tras el adiós, por diferentes causas y mecanismos, de Carrizo y Roberto Jiménez, los dos arqueros que terminaron el curso pasado en la plaza.

El Real Zaragoza se ha decantado por un perfil totalmente opuesto al del joven Roberto. Leo Franco es uno de los porteros más veteranos del espectro futbolístico español, ya que su llegada a la Liga data de 1997 cuando fue contratado por el desaparecido Mérida (esa campaña, con solo 21 años, no disputó un solo partido, taponado por su paisano El Mono Navarro Montoya, que lo jugó todo). Ahora cuenta con 33 años y, evidentemente, está en la parte final de su carrera deportiva, que comenzó en el Independiente de Avellaneda de su país. En medio de ese largo camino de trece temporadas que une 1997 y 2010, Leo Franco ha jugado 301 partidos en las porterías de la Primera División española. En esa categoría ha pasado once campañas (cinco en el Mallorca y cinco en el Atlético de Madrid, además de la inédita de su llegada en Mérida), a las que hay que sumar una en el Mallorca B en Segunda División y la pasada, cuando decidió probar fortuna en el Galatasaray de Turquía, del que procede.

Es una evidencia que, si algo va a sobrarle al nuevo portero zaragocista, es experiencia y conocimiento del medio en el que va a desenvolverse. Ha jugado en La Romareda en infinidad de ocasiones. Es, para todas las gentes del fútbol español, un perfecto conocido, uno de los dinosaurios de la competición por su récord de presencias (las lesiones le han respetado y la mayoría de las temporadas en todos los equipos ha jugado en casi todos los partidos).

Inequívocamente, Prieto y Herrera han apostado esta vez por la máxima experiencia. En Franco no se da el perfil de promesa emergente por explotar y revalorizable de cara al futuro. Al contrario. El argentino -con pasaporte italiano, no ocupa plaza de extranjero- va a ser una referencia en el vestuario por su larga trayectoria y su palmarés (jugó el Mundial 2006 de Alemania con la albiceleste). Por supuesto, su salario va acorde a sus galones y Franco va a ubicarse en el vagón de los mejor pagados del equipo, por encima del hipotético tope salarial que aconseja el plan de viabilidad de Agapito.