CUENCA 2006 20 - CAI ARAGÓN 29

Lección de madurez (20-29)

El CAI Aragón explota la ingenuidad del Cuenca para sumar los primeros puntos del año.

No era gratuito el júbilo de los chavales de la peña Máquina Naranja. En los minutos finales solo se escuchaba a la afición zaragozana en el pabellón El Sargal. El CAI Aragón le había aguado la fiesta al Cuenca, que ayer regresaba a la Liga Asobal 13 años después. Agua bendita. Dos puntos valiosísimos con los que comenzar a edificar un curso en el que las lesiones de la pretemporada habían sembrado demasiadas dudas.


Venció la madurez, el saber estar en la pista, las horas de vuelo en la Asobal. Al Cuenca lo devoró la ansiedad. Comenzaron lanzados los de Goran Dzokic, amparados en una afición que recibió al CAI Aragón arremangada. El equipo naranja le costó un tanto meterse en el partido. Atropellado en ataque, el conjunto aragonés tampoco ofreció de inicio sensación de solidez en defensa. Beno Lapajne tampoco ajustó demasiado la portería. Por momentos, el Cuenca alcanzó rentas sustanciales (8-4, minuto 16).


La afirmación de Arrhenius, Vatne y Stankovic en defensa la agradeció el CAI Aragón, que creció de forma exponencial con Pablo Hernández al cuidado del portal. Las manecillas del reloj comenzaron a estrangular al Cuenca, que sufrió un ataque de pánico nada más que Arrhenius igualó a nueve goles (minuto 23). Quedaban 37 minutos, pero el encuentro ya tenía dueño. Arrhenius y Cartón eran los amos. Y con ellos, el CAI Aragón.


Se llegó al descanso con ventaja aragonesa 12-13. La reanudación agudizó la tónica final del primer acto. El Cuenca, que perdió a su lanzador Petric por lesión, era incapaz de vertebrar un ataque con cierto sentido. Y cuando lo elaboraba, moría en las manos de un Pablo Hernández inspiradísimo. Quizás la mitad de las paradas habría que adjudicárselas al eje escandinavo Arrhenius-Vatne, de lo mejorcito del encuentro, y de los mejorcito de la Asobal. El dato de que el Cuenca apenas fuera capaz de marcar ocho goles en el segundo tiempo lo desvela todo.


Con el triunfo encauzado, Kosovac decidió vaciar el armario. Apareció Sifre para sustituir a un discreto Amadeo Sorli. El tono del extremo ambidiestro tampoco fue brillante. Sí volvió a agradar Iago Muiña, suelto en el lanzamiento. Abel Lamadrid apenas disfrutó de unos segundos. Pero lo mejor del banquillo lo firmó Sorrentino. El lateral valenciano ha regresado pletórico de la lesión que le lastró a él y a su equipo durante la pretemporada. En el día en que no tuvimos que acordarnos de Carlos Prendes, Sorrentino proclamó que se puede contar para todo con él. Igual que el resto de un equipo que ayer demostró su mayoría de edad ante un Cuenca que ayer volvía a dar sus primeros pasos en la Asobal.