VOLEIBOL

La magia, en Serbia

La plantilla del CAI, ayer en el pabellón Jezero, escenario del partido contra el Radnicki Kragujevac.
La magia, en Serbia
a. cortés

La magia del CAI Teruel aterrizó en Serbia para jugar el partido más importante de la Liga de Campeones. El que puede marcar su trayectoria en la máxima competición continental. Los Reyes del voleibol turolense y aragonés llegaron con las maletas cargadas de ilusión por mantener vivo el reto que les marcó coronarse campeones de la Superliga. Aunque la cabalgata naranja sufrió un pesado desplazamiento, no exento de suspense, hasta su destino final, Kragujevac, donde se posó la estrella que ilumina su camino continental. En la ciudad serbia, la cuarta más grande del país, situada a orillas del río Lepenica (invisible de noche), donde España consiguió su billete para el Mundial (quizá el escenario donde el CAI deje casi sellado su pase a siguiente ronda de la 'Champions'), les espera hoy (18.00, Aragón TV Satélite) el Radnicki, un rival que recurre a su fortín, al pabellón Jezero, para estrenarse con una victoria en el torneo europeo. El conjunto de Óscar Novillo apela a la concentración, al trabajo, a la humildad, a una filosofía de juego que le ha elevado a la segunda plaza del Grupo D, puesto que se resiste a abandonar, para sumar su tercer triunfo, el primero fuera de su hogar.

 

Después de casi ocho horas de viaje, el CAI pudo descansar en el hotel Sumarice, lugar de concentración en Kragujevac. A las diez de la mañana, los veinte miembros de la expedición tomaban en el aeropuerto del Prat de Barcelona un airbus de la compañía Swiss, que enlazaría a las doce y media con otro en la nevada Zúrich. En el pasaje, las chicas del Ciutadella Menorca de Superliga, inmersas en la Copa CEV, que también volaban a Belgrado. En el conjunto naranja, dos emocionados chavales, los juveniles Fernando Mengod y Jorge Górriz, debutantes en el primer equipo. Ambos completaban la obligada lista de doce jugadores que exige la CEV en la inscripción. En Teruel se quedaron el central José Torres, con una lesión ocular, y el receptor Juan Carlos Vega, por lumbalgia. Dos bajas, especialmente la de Torres, que afectan al grupo, más por lo carismático de las persona. Sin embargo, el principal miedo que puede tener el entrenador es cómo afectará al bloque el parón navideño de quince días del campeonato doméstico que regresa el próximo sábado. "Está claro que el ritmo y la tensión competitiva decaen. Hay que estar alertas. El rival no es el más complicado tácticamente, pero su rendimiento va a subir muchos enteros en su pista", resumía Novillo. Un Radnicki joven y debutante, como el CAI, en la 'Champions', que en el partido de ida en Los Planos no ofreció resistencia. Chicos con pundonor, guiados por el veterano colocador Ilic, el opuesto Zoran Jovanovic, un portento físico, y el receptor Cupkovic, los más sobresalientes en Teruel. Pero el empuje del equipo que dirige el histórico Slobodan Kovac, no fue suficiente, y sucumbió ante el rodillo turolense (3-0). "Pero estos jugadores plantaron cara al Roeselare, al que hicieron un set, y al Belchatow. Con parciales ajustados", advertía Novillo.

 

La manta blanca que forma la cordillera de los Alpes suizos merecía ser fotografiada. Un paisaje majestuoso que levantó la curiosidad de los jugadores, concentrados en la lectura, la Play Station, la música o los divertidos 'gags' que ofrecía la televisión. La lluvia recibió a las dos de la tarde al CAI en Belgrado, capital de un país que aspira a entrar en la Unión Europea. Todo marchaba con tranquilidad, hasta que en el control de aduanas llegó el susto. El brasileño Haroldo Lino se acerca a la ventanilla, exhibe su pasaporte y... La aplicada policía le dice "stop", que no podía entrar al país sin el correspondiente visado, que no se había solicitado. Caras de incredulidad. "Y si Haroldo no pasa, ¿regresa a España?, ¿no puede jugar?". Después de una larga hora de espera en la terminal, con las pertinentes gestiones a las autoridades locales y la ayuda de un director técnico de la selección serbia, el central aparecía en la puerta de 'llegadas' con una sonrisa en su rostro. ¡Ah! Todavía quedaban dos horas más de viaje en autobús hasta Kragujevac, guiados por un temerario conductor, bajo un diluvio (universal) y en la más absoluta oscuridad. Y sin comer. Y con hambre de pisar la pista del Jezero. Un vetusto pabellón con empinadas escaleras de madera, donde el CAI Teruel desplegará hoy toda su magia.