DIARIO DEL MUNDIAL

La leyenda del jugador indomable

España se enfrentó a un muro: recobró su fantasía, conectó en la media y contó con el hambre de gol de Villa para vencer.

Portugal tiene una especie de talismán: Eusebio. La 'Perla negra de Mozambique' siempre está ahí en la banda, empujando, mesándose los cabellos, a punto de pedir el balón para ensayar uno de sus disparos demoledores. España no tiene una autoridad tutelar así: cada vez que la tele mostraba las caras de los históricos Hierro y de Butragueño, parecían a punto de bostezar o de disolverse en indiferencia. Cada uno tiene su genio. Y para gelidez -y a lo mejor el escozor va por dentro-, la cara de Villar. Sin embargo, España tiene un talismán en la cancha: David Villa. El 'Guaje' es el heredero natural de Quini, el sucesor de Raúl, y si nos vamos algo más atrás sería el nuevo eslabón de una cadena que lo une a Marcelino Martínez Cao y a José Eulogio Gárate.


Es un futbolista de muchísimos recursos: juega sin balón al menos en dos posiciones, de ariete típico y móvil, y tirado hacia la izquierda, casi como un extremo zurdo que tiene salida por dentro y por fuera; regatea muy bien y posee un disparo impredecible, que enerva y enciende el partido. Y no solo eso: en el pantano del área, esa zona emboscaba de pies, patadas y culebras, domina el arte de la ejecución: dispara, acompaña su propio remate y sabe cuando hay que elevar con sutileza el esférico al arquero.


El goleador iluminado

Ayer España vivió pendiente de Villa. En el arranque del choque estuvo inmenso: desbordó, disparó, desafió a Ricardo Costa, que acabaría desquiciado, sacó de zona a Ricardo Carvalho, combinó con los medios y ayudó a un Fernando Torres que se estiraba, que anhelaba el remate de cabeza o de pie, pero que no está fino en ninguna de las suertes del juego. España sobrevivió con Villa en los últimos veinte minutos de la primera parte, cuando el equipo se atoró y no se encontraba, y Portugal aparecía por las inmediaciones de Casillas por alto, en balones cruzados o en el vacío que dejaba a sus espaldas Sergio Ramos.


Ramos siempre lo da todo, a veces es un poco atolondrado y tiende a sembrar un desierto en la retaguardia, pero ayer realizó un partido espléndido. El día que adquiera un poco más de rigor defensivo, Maicon será una sombra verdeamarilla a su lado. En ese bajón de imaginación y de intensidad, Villa volvió a sembrar peligro. Es el futbolista indomable.


En la segunda parte, España tomó la manija: Xavi se adueñó del balón, conectó en corto con Busquets, Iniesta y Xabi Alonso, y el equipo de Del Bosque alcanzó su mejor juego. Parecía la selección española que habíamos visto en la Eurocopa, la suntuosa selección de orfebrería y precisión que habíamos soñado antes de partir a Sudáfrica.


Hay que decir que contó con un acierto del entrenador: Del Bosque cambió a Torres por Llorente, y este fijó a los defensas Carvalho y Alves, y les advirtió de su oficio clásico de delantero centro que posee un gran testarazo y que lo rebaña casi todo. Se muere de gol. Y ahí, de nuevo, tras una triangulación dibujada con un tuya-mía límpida, de Iniesta y Xavi, irrumpió Villa y culminó. Y después, insaciable, aún lanzaría uno de sus cañonazos tremendos.


El bloque eclipsó a Ronaldo

La España de ayer fue la mejor que hemos visto en el torneo. Sobria, contundente y elegante; entonada, señorial en el toque en la segunda parte y equilibrada en todas sus líneas. Hasta el jugador más gris hasta ahora, Joan Capdevila, realizó su mejor sesión. Los centrales estuvieron a buena altura, Cristiano Ronaldo se va a casa y no figurará seguramente ni en la selección ideal ni entre los cinco mejores del campeonato. Anoche desapareció ante Piqué y Puyol.


La media bordó el control y tejió una tela de araña envolvente, sobre todo en la segunda mitad: sus artistas no solo jugaron con pulcritud e imaginación sino que maniataron a los portugueses. En tareas defensivas, otra vez, Sergio Busquets fue un valladar inteligente, un pulmón, el peón cualificado de conjunto que está ahí para reemplazar a Senna y para servir a los 'catedráticos' Xavi e Iniesta.


Es un futbolista de una solidez enorme, de una madurez que asombra, puede parecer gris, pero es todo lo contrario: está bien colocado, hace las faltas tácticas como nadie, posee dribling y nunca pierde la compostura. Y arriba, corriendo como un lebrel, inspirado y confiado, está el 'Guaje' Villa. Por lo que hemos visto hasta ahora, es sin duda uno de los dos o tres mejores del torneo. España se ha reencontrado y debe seguir por esta senda para vencer a los cazadores del yacaré: Paraguay.