DIARIO DEL MUNDIAL

La leyenda charrúa y la porfía de México

Uruguay, doble campeona del mundo, pasa a octavos a la búsqueda del prestigio perdido, con Forlán como líder.

La leyenda charrúa y la porfía de México
La leyenda charrúa y la porfía de México

BRASIL y Argentina tienen un lugar de honor en la historia de los mundiales: los 'canarinhos' han logrado cinco títulos y los 'albicelestes', dos. Este año, con dos preparadores que fueron antes campeones como jugadores (como Franz Beckenbauer y Mario Lobo Zagallo), Carlos Dunga y Diego Armando Maradona, figuran entre los grandes favoritos. El otro gran combinado del otro lado del charco es Uruguay, campeón en 1930, con los formidables José Nasazzi Yarza y José Leandro Andrade, 'la maravilla negra' que se sobrepuso con juego y una clase infinita a su condición de jugador de color en medio de blancos.

Andrade anticipó la desordenada vida de Mané Garrincha: tuvo una genialidad pareja y un final desdichado, entre la miseria y el alcohol. Uruguay repitió triunfo en 1950 contra pronóstico ante el gran Brasil de Bauer, Zizinho, Friaça y el prodigioso Ademir.

Luego, volvió a tener maravillosos momentos, y a lo largo de los tiempos ha contado con buenas formaciones. El gran portero uruguayo de los 60-70 fue Ladislao Mazurkiewicz (que fue comprado por el Granada y rivalizó con ex zaragocista Javier Izcoa); además los 'charrúas' contaban con jugadores como Matosas, Ancheta, Mujica, Luis Cubilla, que había jugado muy poco tiempo en el Barcelona, entre 1962 y 1963, Víctor Espárrago, Ildo Maneiro, Pedro Virglio Rocha, integrantes del combinado que se enfrenó a Brasil en 1970 en semifinales y que perdió por 3-1. Más tarde, entre otros, Uruguay contó con el inolvidable Fernando Morena, aquel delantero zurdo de melena leonada que dejó su sello en el Peñarol y en el Valencia.

Después vendrían jugadores de la talla de Rubén Sosa, Antonio Alzamendi, Rubén Paz y Enzo Francescoli, que triunfó en Francia e Italia y, sobre todo, se convirtió en el gran ídolo del River Plate con un fútbol absolutamente delicado, de filigrana y sutileza. El cantante Ariel Prat, afincado en Huesca, le dedicó una canción al fino interior uruguayo, la última gran estrella de los 'celestes', aunque luego aparecieran Álvaro Recoba y Aguilera. El heredero natural de todos estos jugadores es, sin duda, Diego Forlán. Quizá el de ayer no fuese el mejor partido del ariete ambidiestro, pero sigue ahí, vivaz, goleador, de incansable batallar. Forlán lidera a la selección que acaba de pasar a octavos tras vencer en un partido intenso, de incierto resultado, a México, un habitual de las fases finales de los mundiales. El solitario gol lo marcó Luis Suárez.

México se engancha a Chicharro Hernández, al exterior zurdo Andrés Guardado, con el que contó ayer Aguirre, y a la dirección en la medular de Rafa Márquez, mucho más entonado que en el Barcelona. Los grandes jugadores de la historia de México son Hugo Sánchez y el arquero 'La Tota' Carbajal, que participó en cinco mundiales, igual que el alemán Lothar Matthaus. Los dos, Uruguay y México, han hecho sus deberes y ahí están en la fase siguiente. Parecen lejos del sobrio Brasil, un equipo de factura europea, muy sólido en todas sus líneas, tedioso y a veces apabullante, y de Argentina, que sigue enganchándose a la magia de Leo Messi. Anoche, ante la figura paternal y protectora de Juan Sebastián Verón, se erigió en el capitán.

Un mundial siempre tiene dos o tres arreones e incluso varias vidas. En las eliminatorias del K.O. todo es posible. Una vergonzante Francia, finalista en Alemania, se ha ido a casa sin honor alguno.