KÁRATE

La gran derrota

Un deporte que ha dado a la región magníficos momentos de éxito pasa por momentos de caos y desgobierno

Un momento del Torneo Internacional de Zaragoza, que en 2007 congregó a 7.000 personas.
La gran derrota
HERALDO

Bien entrado el mes de marzo de 2009, el kárate aragonés atraviesa por uno de sus periodos más delicados y deprimidos. El esplendor nacional e internacional que le dieron algunos de sus deportistas más significados, como pueden ser los casos de Antonio Martínez Amillo o Carmen García Alcay, o certámenes como el Torneo Internacional de Kárate Ciudad de Zaragoza han pasado a ser historia, un recuerdo en el imaginario del kárate aragonés. La situación semeja entre kafkiana y surrealista, incomprensible en cualquier caso.

 

Algunos deportistas la sitúan en un terreno de alegalidad. Otros, de ilegalidad. Aborrecidos de las tensiones federativas, a día de hoy, se pueden encontrar karatekas aragoneses defendiendo las banderas de La Rioja, Cataluña, Valencia, Cantabria o País Vasco, por citar algunas Comunidades Autónomas. Casi cualquiera de las regiones españoles menos la que, en principio, les corresponde por naturaleza.

 

Algunos de estos deportistas, de hecho, ya han sumado metales para el medallero de otras Comunidades. El torneo internacional de kárate de Zaragoza, que alcanzó un nivel extraordinario y al que incluso asistió la selección de Japón, simplemente, ha desaparecido del mapa deportivo, como si no tuviera ningún valor o fuera una bagatela.

 

La dirección general de Deportes del Gobierno de Aragón, que capitanea Álvaro Burrell, ha fracaso en su intento de poner cierto orden en el caos. Dicha dirección se ha visto superada por la situación, al igual que el propio Burrell. "Desde que asumí la dirección general de Deportes del Gobierno de Aragón -relata-, he intentado limar asperezas. Pero ha sido imposible. Da la impresión de que en este caso no se saben anteponer los intereses generales a los particulares. Priman estos últimos. He intentado una mediación. Sin embargo, me ha sido imposible".

 

El origen del desastre organizativo en el que ha caído esta federación parece ubicarse en las diferencias entre Paul Ineva, ahora ex presidente de la Federación Aragonesa de Kárate, y Antonio Martínez Amillo, en su momento director técnico, y uno de los karatekas más sobresalientes que ha dado Aragón.

 

A partir de ahí, se fueron abriendo heridas sucesivamente, hasta el punto de fragmentar la Federación en dos mitades, con la Asamblea y sus socios compromisarios igualmente divididos en dos partes iguales. De este modo, sin mayorías, la toma de decisiones básicas y la gestión se hicieron tareas complejas, cuando no imposibles.

 

La temporada 2008, que fue para el kárate aragonés año electoral, se convirtió en el ejercicio del mayor desbarajuste. Elegir nuevo presidente fue una tarea inconclusa. El proceso se perdió en un laberinto de impugnaciones, recursos, demandas, peticiones, asambleas que se cayeron por derribo, traiciones entre quienes se consideraban aliados...

 

La dimisión del presidente, Paul Ineva, no fue el lógico acto de un presidente que quiere presentarse de nuevo a unas elecciones, y que, por tanto, pasa a ostentar la condición de candidato. Se convirtió en una salida de la Federación, dejando su cargo y todas sus responsabilidades federativas. Los tintes caóticos aumentaron, hasta no saber exactamente cómo se maneja y gobierna en este momento la Federación. Por la vía de los hechos consumados ha quedado como cabeza visible Enrique Bermudo, quien manifestó a este periódico la intención de "convocar un nuevo proceso electoral" en una semana o quince días.

 

Ana Claveras, abogada que defiende a un grupo de asambleístas que viene a significar la mitad de la Asamblea, afirma que "desde hace más de un año, en la defensa de mis representados, estoy tratando de que en esta Federación se cumpla aquello que dicen los reglamentos, las normas y la Ley del Deporte. No pido otra cosa. Solicito lo que es normal, lo que marca el ordenamiento. Nada más. Pero parece que aquí es un imposible". Su postura, sin embargo, es interpretada por otra parte como "una obstrucción" al normal desarrollo de un proceso de elección de nuevo presidente.

 

El director general de Deportes, Álvaro Burrell, también tiene la intención de "impulsar un nuevo proceso electoral". No obstante, nadie sabe a ciencia cierta ni fechas ni plazos. Oficialmente, no ha habido ninguna comunicación.