ALPINISMO

La décima de Pauner

El alpinista altoaragonés vuelve al Manaslu (8.163 metros) a finales de este mes.

El alpinista altoaragonés
La décima de Pauner
HERALDO

La primavera de 2009 se presentó con el anuncio de una nueva aventura de Carlos Pauner en el Himalaya: el Manaslu era el pico elegido para añadir el noveno ochomil a su ambicioso proyecto de culminar las catorce cimas más altas del planeta. La octava montaña en el ranquin, la denominada montaña del espíritu, de 8.163 metros de altitud, amargó la expedición del jaqués, que tuvo que renunciar un 28 de abril a acariciar su cima, cuando se encontraba a 60 metros, porque "era caminar hacia la muerte". Sabia decisión de un hombre golpeado por el dolor en su larga trayectoria como alpinista. Pauner sabe que tarde o temprano le toca enfrentarse a sus recuerdos. Forma parte de su trabajo. Dentro de once días, el altoaragonés parte rumbo a este viejo conocido que le trató mal. "Así es este juego. La capacidad de mantenerse vivo en una actividad como ésta se basa en saber cuándo hay que empujar hasta el máximo y cuándo hay que renunciar y dejar la montaña para mejores condiciones", resume Carlos Pauner. La expedición que lidera no se cerrará hasta la próxima semana, aunque dos nombres son casi seguros: el zaragozano Javier Pérez, y el vitoriano Juanito Oiarzabal. La última semana de septiembre, la décima puede ser una realidad.

Primavera, otoño, estaciones fetiche para los himalayistas. 2009 se cerró en blanco. Ni Manaslu, ni Shisha Pangma, unos meses después. Pauner recuperó a finales de este abril ese hormigueo que se siente cuando casi se toca el cielo. En el Annapurna, el noveno 'ochomil que añadía a su currículum. Aunque la sombra de la muerte oscureció el éxito por conquistar "una cima prestigiosa para mí y que significaba cerrar el triángulo maldito que forman Kangchenjunga, Annapurna y K-II". El fallecimiento de Tolo Calafat tiñó de negro una expedición que se ha recuperado del tremendo dolor. "La capacidad para pasar página es necesaria en una actividad como esta. Si tuviese que llevar a la espalda el peso que suponen en diecinueve expediciones la pérdida de amigos íntimos, y otros no tan íntimos, no podría. Ahora es tiempo de Manaslu", contesta Pauner.


Cuando las montañas se pincelan con tonos ocres, hay una que luce muy blanca. El Manaslu es como una gran bola de nieve que arrasa con todo. Expulsó al jacetano que acabó harto de su carácter. "En el primer intento, el bueno, me coloqué a 8.100 metros, faltaron 60 metros que son como un piso de 10 plantas. A una cota extrema, y con el recorrido que hay que hacer para finalizar, es más de una hora de esfuerzo en una zona que estas totalmente expuesto. Porque era una arista donde soplaba una ventisca terrible y en unas condiciones muy malas. Los dos intentos posteriores fueron a peor", evoca Pauner. "Como la arena entre los dedos, se ha escapado la cima del Manaslu (...) Como siempre, las espadas siguen más altas que nunca y la rendición, bueno, la verdad es que es un término que no conozco todavía", narraba entonces, rodeado de nieve.


Pauner tiene una deuda pendiente con el Manaslu. El día 30, el grupo tomará un avión rumbo al Nepal: escala en Doha (Qatar) para aterrizar, después, en Kathmandú. Allí, cumplirán con el papeleo, previo al inicio del trekking hasta el campo base. Unos 200 kilómetros desde Arughat (530 metros) hasta Samagaon (3.525 m), última población antes de alcanzar el 'base' (4.850 m). "No habrá mucha variación de la ruta del año pasado que conocemos muy bien", afirma el deportista del club Montañeros de Aragón. Exigente, porque habrá que abrir huella en el inmenso manto blanco y tener cuidado con las avalanchas. Si el tiempo respeta a la cordada y da una tregua de cuatro días, el décimo ochomil sería posible a finales de septiembre o primeros días de octubre.


Todavía quedan por cerrar detalles de una expedición marcada por los recortes presupuestarios. "Falta concretar qué personas van a participar, si se va a filmar el documental... En año de crisis, la financiación de las expediciones es una cuestión difícil que hay que pelear hasta el último minuto", reconoce Pauner.