RALLY

La aventura desde la retaguardia

El equipo aragonés Coviar Raid finalizó en el puesto 25 en el estreno del Estoril-Portimao-Marrakech. Un mecánico se ocupa de la logística.

El responsable de la asistencia técnica, Ariel Jatón
La aventura desde la retaguardia
A. CORTÉS

Son la segunda familia de los protagonistas, los que tratan de llevar sus máquinas al punto en el que pueden respirar tranquilos, la línea de meta. Amigos que ejercen una labor en silencio, solo rota por el ruido de las herramientas que suturan las heridas de guerra tras una jornada que parece inacabable. Compañeros de aventura que tratan de templar el exceso de adrenalina después de sortear zancadillas naturales que pueden romper la ilusión.


Las personas que dan cuerpo al equipo de asistencia técnica son parte de la estructura que compone un rally. Sin ellas, los pilotos están vencidos. Gracias a ellas, mantienen la esperanza.


La caravana del Rally Vodafone Estoril-Portimao-Marrakech se puso ayer en marcha en Estoril. A las seis de la mañana, el turno de las motos; una hora después, los coches. En la rampa de salida, el equipo aragonés Coviar Raid, el único representante español en esta cita del Mundial de Rally Todo Terreno. Por delante, 548 kilómetros: 174,69 de carrera (prólogo en Grandola de 3,83 km, y etapa de 170,88); 373,32 de enlaces. Y los hermanos Grasa, Javier y Miguel, se dieron la primera alegría en Portimao: llegar sanos, sin ningún desperfecto y en una posición, la 25ª, que da un plus de moral para el futuro.


En el parque cerrado de la turística ciudad portuguesa del Distrito de Faro les esperaba el mecánico, Ariel Jatón, inseparable de los zaragozanos desde que estrecharon lazos en el pasado Dakar.


La película de la primera jornada se alargó trece horas. "Es un sufrimiento inmerecido", afirma Javier Grasa. El festivo domingo invita a vivir en directo un evento por el que sienten pasión los portugueses. Aficionado a todas las especialidades automovilísticas, el país vecino, foco de atención en el Dakar cuando antaño miraba a África, multiplica el calendario de carreras.


El Mitsubishi Montero del Coviar Raid se puso en funcionamiento a las 7.29 para cubrir el enlace (147 km) hasta Grandola. Por detrás, el camión de asistencia dirigido por Ariel Jatón, un enamorado de los rallys y del conocimiento profundo de los coches. "Dos mundos distintos aunque estés en la misma carrera", comenta este argentino que alimentó su entusiasmo infantil en Buenos Aires al lado de su padre y sus hermanos.


En Grandola, toma de contacto con una pasada de reconocimiento: "Es muy revirada, con tramos de tierra muy suelta, roderas, polvo y hay que tener cuidado con la vallas, están en todas partes", detalla el 'copi' Miguel Grasa. El calor aprieta. La espera hasta que el cronómetro oficial empiece a funcionar se hace eterna.


Cuatro horas después de partir de Estoril, los motores rugen. A la una menos cuarto, el Mitsubishi Montero hace su aparición: puesto 33 de 60. Optimismo. "¿Y el coche", pregunta Ariel. "Bien, bien, sin problemas". Toca revisar la presión de las ruedas, el aceite, ajustar las tuercas…, mimarlo.


Al lado, los técnicos del castellonense José Manuel Pellicer se aplican en la KTM 690. "Hace mucho tiempo que no llevo esta moto y tengo problemas para dominarla. A mí me gusta correr, pero tengo que controlarme un poco. Necesito llegar al desierto, rodar kilómetros, prepararme para la Baja (España-Aragón) y el Dakar, comenta el de Benicarló.


A las dos de la tarde, el sol castiga a la expedición. Es momento de tomar un bocado, echar una cabezada, saludar a los colegas, hablar de los buenos momentos, reírse...


Ariel Jatón ha participado en seis Dakar: tres como copiloto y otras tres en labores de asistencia. Intuyó que el destino le guardaba un sitio rodeado de turbos, motores, chasis, ruedas… Un cuadro que ha pintado desde hace una década, cuando llegó a Madrid con un trabajo de consultor para FIAT. No dudó en cambiar de rol en 2004 al toparse con José Luis León, de Tot Curses, la escudería que guió al caspolino Víctor Rivera en su primera incursión en la mítica prueba africana en 2004.


"Un piloto con unas cualidades increíbles", resalta Ariel. Su camino cambió de rumbo cuatro años; decidido, puso en marcha en Vilanova del Vallés (Barcelona) la fábrica de sus sueños, su propio centro de atención mecánica (4WD Jatón Racing). Un espacio que, además, le permite explotar su vena creativa, la confección de coches que surcarán los terrenos más exigentes. "Es la ilusión de viajar, hacer amigos, sacar coches punteros, disfrutar del trabajo con una victoria. No nos asusta ser espectadores, sino protagonistas".


El momento más esperado para Javier y Miguel Grasa ha llegado. Son las tres de la tarde y el sector selectivo está lanzado, técnico y sinuoso. Portimao espera. El campamento va quedando vacío. Los camiones avanzan por la autopista hacia el sur, hasta la ciudad bañada por el Atlántico. En el Centro de Exposiciones se instala el cuartel general. El sol decide que es hora de acostarse; los focos brillan como estrellas. Es hora de ponerse los guantes. La espera ha terminado: el Mitsubishi Montero ya descansa. Ahora reclama los cuidados de su amo.