REAL ZARAGOZA

Jarosik, la torre de defensa

El central es una pieza fundamental del engranaje defensivo del Real Zaragoza desde su llegada en enero. Aporta la experiencia y el oficio que le dan sus 32 años y el haber ganado las ligas de cuatro países diferentes.

La defensa del renacimiento zaragocista en la segunda vuelta de la Liga no se concibe sin Jiri Jarosik. El futbolista internacional checo, desconocido para el gran público de La Romareda hasta el mismo día de su fichaje pese a su larguísima trayectoria en el fútbol europeo, ha instaurado un orden nuevo a la línea de zagueros del equipo blanquillo.

Veteranía, oficio, poso, fortaleza en el juego aéreo, buena salida del balón (durante la mayor parte de su carrera ha jugado como centrocampista), rapidez vertiginosa en la anticipación y poderío aéreo (gracias a su 1,94 de estatura) son los principales ingredientes de su fútbol. Si a todos ellos se une la magnífica mezcla que ha logrado trabar con su compañero de posición Matteo Contini (no se conocían absolutamente de nada y ahora son las dos mitades de una misma naranja), se obtiene un cóctel sobresaliente del que el Real Zaragoza está sacando un excepcional provecho. El rubio eslavo, de aspecto tímido pero desenvuelto, admitió ayer que ya ha superado el inevitable y difícil tiempo de aclimatación a su nuevo entorno: "Estoy muy a gusto en Zaragoza. Siento en cada partido el aliento de los seguidores y eso es muy importante para mí", dijo ayer en la Ciudad Deportiva.

Jarosik, que no habla castellano y aún debe de apoyarse de forma permanente en un traductor de inglés, ha sabido adaptarse rápidamente a la ciudad y a un vestuario variopinto gracias a su condición de trotamundos. Chequia, Rusia, Inglaterra y Escocia han sido estaciones de paso y residencia a lo largo de su larga carrera profesional. Aún así, las primeras semanas fueron tremendamente duras para él. "Al principio, cuando vine, tuve muchos problemas por no hablar español. Especialmente para comunicarme con el portero. Poco a poco, he ido aprendiendo las palabras necesarias para entenderme bien en las acciones en el área y eso ha sido decisivo para ganar en confianza", reconoció. En su memoria y en la de todo el mundo sigue vivo el error de coordinación con Carrizo en aquel balón colgado al área que significó el gol del empate del Valladolid en Zorrilla.

Como a casi todos los nuevos fichajes invernales, su llegada al Zaragoza le pilló fuera de competición, de vacaciones. El último domingo de noviembre había acabado la liga rusa con el Krylia Sovetov Samara y, cuando debutó contra el Xerez con el equipo aragonés, llevaba mes y medio parado. Quizá por eso, en sus primeras actuaciones como blanquillo, se le vio algo lento. Sobre todo en los balones a sus espaldas, que son uno de las facetas de mayor dificultad para una mole de su estatura y peso. Pero eso, según Jarosik, está ya superado. "Con el paso de los partidos he alcanzado la forma física adecuada para jugar bien los 90 minutos. Me siento con mucha confianza dentro del equipo, sin ningún problema", manifestó con un aire de seguridad que demuestra su adaptación al grupo.

El checo sabe que todo el mundo está ponderando su magnífico trabajo individual y su afinidad con Contini. Pero no quiere acaparar protagonismos. "Todo el equipo está jugando mejor con el paso de los partidos. No solo la defensa. Y, sobre todo, hay que destacar en los últimas semanas la aportación del portero", declaró con una sinceridad que, enseguida, necesitó de una apostilla para no dejar mal a Carrizo a través de ese espontáneo énfasis puesto por él en el guardameta Roberto Jiménez. "Roberto es un gran portero y con él estoy jugando muy bien", no dudó en recalcar. Al fin y al cabo, entre los dos conforman las dos torres de defensa de casi dos metros en la gran muralla que ha conformado Gay delante del portal zaragocista junto a los más ligeros Contini, Diogo y Ponzio.

Jarosik es una pieza imprescindible en el Real Zaragoza de la resurrección. Un futbolista con la calidad técnica que le otorga su pasado como medio centro e interior en equipos del caché del Chelsea, Celtic de Glasgow, CSKA de Moscú o Sparta de Praga. Cuatro campeones de liga en cuatro países dispares en los que el rubio Jiri tuvo participación directa. En su último episodio ruso, en Samara, el fútbol y, por derivación posterior, el Zaragoza, ganaron un solvente central.