ZARAGOZA 0-1 ATLÉTICO DE MADRID

Inferioridad manifiesta

Un gol de Agüero a falta de 25 minutos derrota a un Real Zaragoza superado claramente por el Atlético. Aun así, Uche y Bertolo remataron al larguero al final.

Leo Franco lamenta el gol marcado por el Atlético de Madrid.
Inferioridad manifiesta
CASAS/NAVARRO

Vuelven los fantasmas, las pesadillas. Ha regresado la espesura y, lo que es peor, los malos resultados. Ayer, en el duelo de zombis que se representó en La Romareda, ganó el muerto Atlético de Madrid y dejó tirado boca arriba a un ansioso y atrancado Real Zaragoza.

Cierto es que el regusto final de los últimos cinco minutos incitó a hablar de mala suerte. En esos minutos desesperados, Uche y Bertolo estrellaron el balón en el larguero en dos acciones reflejas que bien pudieron cambiar todo radicalmente, de forma inesperada. Pero, en el fondo, justo es reconocer que el Atlético hizo mucho más para llevarse el triunfo, como así sucedió. E, incluso, mucho antes, sin tanto sufrimiento para los capitalinos y por mayor ventaja en el tanteador.

La primera conclusión seria al respecto ya se pudo sacar al descanso. En ese punto, debía considerarse un milagro que el 0-0 estuviera vigente. Lo lógico habría sido que el Atlético hubiese liquidado ya al Zaragoza y todo estuviese visto para sentencia. Sólo Leo Franco, excelente en su mejor día como zaragocista, la falta de tino del gafado Agüero y el acierto puntual de Contini o Gabi bajo palos en goles que ya se cantaban, evitaron un 0-2 o 0-3 que no hubiese extrañado a nadie.

Quique, en su desesperada búsqueda de soluciones y revulsivos para devolver a la vida a su equipo, sorprendió alineando al joven Koke en la medular y montando así un trivote con Tiago y Raúl García. Aguirre, por fin, hizo lo mismo que su colega y dejó como segunda opción el 5-3-2 que había anunciado el viernes. La inclusión de N'Daw, junto a Ponzio y Gabi, sembró de hombres de uno y otro equipo la zona nuclear del campo. Con un matiz importante: en labores de contención, Ponzio se convirtió en el tercer central siempre, haciendo un marcaje al hombre al Kun Agüero a la más vieja usanza.

Arriba, unos y otros compensaron su proliferación de contrafuertes defensivos proponiendo a tres de sus piezas un ataque sin mucho retorno: Reyes, Agüero y Forlán eran los tres mosqueteros liberados de Quique mientras que Boutahar (como enganche), Braulio y Sinama-Pongolle fueron la réplica gemela del mexicano. ¿O fue Quique quien actuó a posteriori viendo la propuesta zaragocista? Esa cuestión, cuando se dan este tipo de guerras frías en la estrategia, es siempre asunto sin demostración empírica.

Sea como fuere, de ese batiburrillo de inventos, los colchoneros salieron mejor parados. El Zaragoza fue un bloque inconexo siempre, alborotado en todas sus líneas y acciones, mientras que el Atlético tuvo más el balón y los cinco sentidos estimulados para saber llegar al marco de Franco. Aguirre se vio obligado a ir puliendo defectos sobre la marcha, matizando posiciones sin éxito.

Los visitantes fueron sencillamente mejores. Por fortuna para el cuadro aragonés, marraron todo lo que tuvieron ante el marco blanquillo, que no fue poco. Lo mismo en jugadas elaboradas, que en la estrategia. Hubo un ángel de la guarda que evitó que la pelota entrase en las mallas aragonesas.

En el intermedio, Aguirre movió ficha. Puso a Bertolo por el inoperante Sinama y regresó a su clásico 4-1-4-1. Nico salió motivado y generó los minutos más esperanzadores del Zaragoza, con tres penetraciones con olor a gol que nadie logró convertir, como casi siempre. Cupo el optimismo entre los zaragocistas que se refugiaban de la lluvia en las tribunas. Se llegó a ver posible el volteo del pronóstico, visto lo visto hasta entonces. Pero anoche, el fútbol estaba por otorgar justicia a los méritos contraidos. Y en 30 segundos, se pasó de una clarísima ocasión de Diogo, caído en el área pequeña en un lío de órdago, al gol decisivo de Agüero en una jugada de Forlán.

El Zaragoza nadó para morir en la orilla, mientras los rojiblancos, cuando peor lo estaban pasando y las dudas los atenazaban, obtuvieron el premio al que tanto se habían hecho acreedores. Si uno mira el balance de ocasiones, no hay color. Hasta 12 balones con peligro llegaron a Franco. Por el contrario, el Zaragoza solo rondó el gol en cinco pelotas. Ese dato resume bien lo que anoche sucedió. Aun en sus momentos de mayores temblores, el Atlético es más competitivo que el actual Zaragoza. Aguirre tendrá que reinventar al equipo para lo resta de Liga. Anoche quedó claro que el repunte de enero ya pasó.

Dura pelea Sinama y Perea mantuvieron un pugna cerrada en varias acciones del encuentro, como en las que muestra la imagen.

Siempre incordiando El Kun Agüero fue una pesadilla para la defensa aragonesa. En la jugada, Jarosik se anticipa al delantero argentino.