RECIBIMIENTO AL MADRID

Gritos contra el frío

El Real Madrid viajó a Zaragoza en AVE, ya que la densa niebla presente en la capital aragonesa le impidió volar en avión. Unos 200 aficionados se congregaron a las puertas del Hotel Palafox, cuartel general del equipo blanco hasta la hora del partido.

Dos centenares de aficionados recibieron al Real Madrid a su llegada al hotel de concentración en Zaragoza.
Gritos contra el frío
ARáNZAZU NAVARRO

La noche no era agradable en Zaragoza. Los termómetros marcaban dos grados sobre cero bajo la espesa capa que durante todo el día envolvió la capital aragonesa. La humedad calaba en los huesos y apetecía estar en cualquier otro lado menos allí. Pero estas circunstancias no significaron un impedimento para las más de 200 personas que esperaron la llegada del autobús del Real Madrid a las puertas del Hotel Palafox.


Algunos aguardaban de pie desde las 19.30, ya que la llegada al aeropuerto estaba en un principio prevista para las 20.00. La densa niebla obligó al Real Madrid a viajar en AVE y la llegada a la capital aragonesa se retrasó unos minutos. Poco a poco se fue congregando la gente. Adolescentes, niños acompañados de sus padres e incluso alguna pareja de ancianos buscaba la mejor posición para poder observar a sus ídolos. No era fácil y no todos lograron tener una buena visión.


No fue hasta las 21.00 aproximadamente cuando las luces del furgón policial que abría paso a la expedición blanca desde la Estación de Delicias asomaron por la esquina de la calle del Marqués Casa Jiménez con la Avenida César Augusto. Fue entonces cuando el escaso alboroto frente al hotel se convirtió en una ofensiva de gritos enloquecidos de muchos de los allí presentes. También era el turno de sacar la cámara de fotos, el teléfono móvil o cualquier otro aparato que se tuviera a mano para captar la instantánea de los futbolistas.


Las puertas del autobús oficial de la primera plantilla se abrieron y el cuerpo técnico fue el primero en enfilar los diez metros que les separaban de la entrada al hotel. El director general del club, Jorge Valdano, encabezaba la expedición, pero el griterío se vio alterado con tres hombres: José Mourinho, Iker Casillas y, por encima de todos, Cristiano Ronaldo. El delantero portugués tardó en abandonar el calor del autobús, y cuando lo hizo los decibelios se elevaron al máximo. Cristiano seguramente reciba pitos hoy en La Romareda, pero anoche su sola presencia desató la locura.


También el portero atrajo la atención de los presentes. "Yo con ver a Casillas me conformo", decía un chica un momento antes de que apareciera el guardameta. Antes había salido el técnico José Mourinho, que con gesto serio se adentró en el hotel.


Ningún jugador se detuvo a firmar autógrafos, tampoco se dedicaron excesivos gestos de cariño. Un simple saludo de Álvaro Arbeloa y poco más.


Como punto final, tras casi cinco minutos de euforia, varios aficionados corearon el nombre de José Mourinho.