En ascenso directo

El Zaragoza aprovecha las derrotas de Osasuna y Córdoba para ponerse segundo y consolidarse en tan privilegiada posición por vez primera desde su último descenso.

Ranko Popovic y su sonrisas, sobre el césped de uno de los campos de la Ciudad Deportiva.
Ranko Popovic y su sonrisas, sobre el césped de uno de los campos de la Ciudad Deportiva.
aránzazu navarro

Falta un largo camino en esta maratón. La categoría es asfixiante, dura e imprevisible. Llegarán derrotas, malos partidos y contratiempos. Le lloverá y le soplará el viento en la cara. Pero el Real Zaragoza, después de doce jornadas, ya pisa la tierra prometida. Asoma la cabeza por encima de toda la Segunda División excepto el Córdoba, aún líder, aunque un punto más cerca de los aragoneses después de su derrota de ayer en Albacete.


El Real Zaragoza se ha ganado una posición en la zona de ascenso directo fruto de su expansión como equipo. En siete jornadas, ha girado todas las críticas razonables y razonadas. Ha trepado por la clasificación y se ha alzado a la azotea de la clasificación, a su lugar natural, por mucho que en los últimos tiempos siempre lo haya observado con catalejo. Desde el último descenso, el Zaragoza no había aún metido la cabeza entre los dos primeros. Con Paco Herrera, estuvo cerca en enero y febrero de 2013, hasta que Jesús García Pitarch le dinamitó el vestuario con su egocéntrica gestión. La pasada campaña, una vez perdida la distancia en otoño y con un paso irregular durante todo el año, esas posiciones con pasaporte a Primera se alejaron.


Los números y el fútbol acompañan esta vez al equipo. Le falta ajustar cuestiones ofensivas, creativas o estéticas. También afilar su ambición. Pero todo esto podrá ejecutarlo desde un terreno sólido y reconocible. Un punto de partida que habla de un conjunto con plan e identidad. Con una notable dosis de autoconfianza: sus futbolistas saben dónde, cuándo y qué deben hacer. El Real Zaragoza es un equipo con intenciones claras y con un estilo. Su potente personalidad defensiva le define. Todo el margen de evolución que aún tiene la labor de Ranko Popovic y que le permite esta plantilla debe asentarse sobre todos esos valores ya consolidados: su firmeza táctica, su espíritu pretoriano y espartano, su elevado tono físico, su musculatura defensiva, su carácter competitivo... Esto es terreno ganado en un periodo en el que el Zaragoza ha sido zarandeado por las graves lesiones de Jaime y Wilk o las dilatadas recuperaciones de Pedro o Mario. En puridad, cuatro de sus presumibles titulares.


Agarrado a esa implacable forma de ser, el Zaragoza ha subido como la espuma. Ayer, se benefició de las derrotas de Osasuna y Córdoba para instalarse en ascenso directo.

El buen camino


El punto de Mallorca ganó así sabor. Si observamos contra qué equipos perdieron esos rivales directos, entenderemos mejor la dinámica aragonesa. Osasuna perdió con claridad frente a un notable Elche, un conjunto que en La Romareda jugó arrugado hace una semana. El Córdoba cayó ante un superior Albacete, un equipo al que el Zaragoza ahogó en media hora. Esto descubre una de las moralejas del rendimiento del bloque de Popovic: sus rivales siempre parecen menos de lo que son, ya jueguen con un sistema u otro, con tal o cual propuesta. El Real Zaragoza ha hallado en los dos últimos meses respuestas para anularlos a todos: ni encaja ni concede. Esto explica algunos de sus datos principales: es el equipo menos goleado de la categoría, el mejor desde final de septiembre, el único invicto a domicilio...


Palparse segundo refuerza con números la dinámica de juego del Zaragoza. También le inflama el ánimo. La cuestión emocional del vestuario recibe así un impulso. En el fútbol, casi siempre se crece mejor desde las victorias. Se gana serenidad, se desata el atrevimiento... Los futbolistas se asientan así en una situación ideal para progresar en las próximas jornadas.


Sin embargo, también es tiempo de cautela. La Segunda División está más abigarrada que nunca. Entre el segundo, el Zaragoza, con 20, y el decimoctavo, solo un peldaño encima del descenso, el Mallorca, con 14, apenas hay seis puntos (dos partidos) de distancia. Viven 17 equipos en ese pañuelo. Reinan la igualdad, la inestabilidad y el desconcierto. Nadie parece mucho mejor que nadie, por mucho que Chapi Ferrer, entrenador del Mallorca, reconociera al Zaragoza como "el mejor equipo de la categoría" el pasado sábado.


Ahora, los de Popovic tienen un tríptico de partidos que medirá su progresión y puede condicionar su futuro: el Valladolid, un rival que sigue siendo directo y al que se le puede aventajar ya en nueve puntos con una victoria el próximo domingo. Luego, el Alcorcón, una visita complicada contra uno de esos tantos equipos que entran y salen de los puestos de cabeza en las últimas jornadas. Y, al final del mes, la Ponferradina, ahora en promoción. Ya se sabe: lo difícil no es llegar, sino mantenerse.

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