Partido en dos

La división institucional entre el Consejo y la Dirección General deja al Real Zaragoza dividido en dos.

Junta General del Real Zaragoza
Junta General del Real Zaragoza_8
G. MESTRE

Despega una semana movida para el Real Zaragoza en la que, como casi siempre, el fútbol vuelve a ser lo de menos. La decisión –unilateral- de congelar los salarios de los dirigentes, impulsada por el director general, Jesús García Pitarch, se ha convertido en una bomba de relojería. La entidad se parte de nuevo en una crisis institucional profunda, en la que ya se ha escenificado la ruptura entre la vieja guardia de Agapito y los nuevos gestores –García Pitarch y Bruixola-. Salta por los aires el complicado equilibrio planeado por el dueño y cuyo estallido ha sido cuestión de tiempo. El Real Zaragoza está definitivamente dividido en dos: el Consejo por un lado, la Dirección General por otro. Y aquí, el margen de maniobra es inexistente: o con nosotros o contra nosotros.


La chispa ha sido lo de menos. Hace mucho que la mecha estaba ya dispuesta. La separación entre los bandos se había puesto de relieve casi desde la misma llegada del director general, en una distribución de poderes complicadísima, buscada por Agapito Iglesias. Precisamente por eso, no se adivina la intervención del propietario, que observa desde la barrera el desarrollo de los acontecimientos.


Ya argumentó Paco Herrera en la rueda de prensa del pasado sábado que “el ambiente no invita a nada”. Y, desde luego, el último varapalo institucional no contribuye a aliviar la situación deportiva del club. Que el domingo vuelve a jugarse mucho, en La Romareda, frente al Castilla. El partido, sin embargo, va a quedar relegado en orden de prioridades que sufre el Real Zaragoza.


El choque –brutal- se produce, además, cuando el técnico, Paco Herrera, vuelve a encontrarse en una delicada situación, tras cosechar un solo punto en los tres últimos partidos, lo que compromete el objetivo del ascenso.


El desarrollo de los acontecimientos no pasa inadvertido, como es natural, a un vestuario muy tocado por los problemas económicos, las dudas deportivas y la permanente inestabilidad del banquillo, con un técnico cuestionado desde antes incluso del inicio del Campeonato. Un vestuario que se siente directamente afectado por la comprometida toma de decisiones de la Dirección General.


Y es que los frentes de Pitarch se asemejan a los de Agapito: la ruptura institucional –que convierte la situación en insoportable-, la situación económica y una incertidumbre deportiva a la que contribuye de forma directa la gestión del nuevo rector.


¿Podría tomar partido Agapito Iglesias? Podría. Pero es poco probable que mueva ficha. Prefiere observar desde la distancia sin intervenir mientras se desgasta lo poco que queda del Real Zaragoza. Y así, aún más resquebrajada, la nave blanquilla navega a la deriva sin poder ocuparse siquiera de que el domingo vuelve a haber fútbol. ¿Se puede ascender?; más bien, ¿se puede jugar…?