Opinión

De vuelta al sufrimiento

El Real Zaragoza mostró otra cara, pero volvió a caer derrotado y pone de relieve la necesidad de trabajar para ensamblar un equipo aún en formación.

Tiene el Málaga el singular honor de devolver al Real Zaragoza a la tierra. Lo hizo hace dos años, cuando asaltó el estadio municipal con aquel contundente 3-5, todavía con José Aurelio Gay en el banquillo. Y de nuevo ayer, al llevarse un botín inmerecido que asienta a los de Pellegrini en la aristocracia liguera y siembra de desconciertos a los de Jiménez.


El conjunto aragonés llegaba a La Romareda amparado por los tres puntos cosechados hace una semana en el estadio de Cornellá, ante el Espanyol. Menos mal. Porque la derrota vuelve a hacer sentir al zaragocismo el escalofrío que le recorre de forma inmisericorde en los últimos años. La condena de un sufrimiento perenne. Que es seguramente injusto.


Porque el conjunto de Manolo Jiménez dio la cara, tuvo orden y mostró esa otra imagen que quiere brindarle el técnico; pero no oculta los defectos que arrastra desde el inicio de la pretemporada. Esos que el técnico lleva enunciando desde julio y que intentará reparar con los recién llegados.


Ante el Málaga conjugó además mala suerte y falta de gol. Es verdad que el equipo se puede sujetar a muchas certezas: es otra escuadra. Pero tiene experiencia, capacidad de sufrir. Y además, la convicción de que en tres duelos y tras dos derrotas nadie ha sido mejor que él.


El reto obvio del parón liguero es el de trabajar, poner los medios para ensamblar una escuadra a la que aún le falta conocerse, tratarse. Es normal, debido a la profunda reestructuración en la que está inmerso el Real Zaragoza.


Aunque natural es también empezar a preguntarse cuándo el zaragocismo podrá recuperarse de esta línea, triste, oscura y agotadora que hace años que envuelve al equipo.