Real Zaragoza

Otra vez tarde

Resuena casi cómico el eco de aquella ocupación del técnico Manolo Jiménez en la antesala de la pretemporada. Su intención era tener la plantilla "casi cerrada" en Navaleno, en el inicio de la vuelta al trabajo el pasado mes de julio.


Hoy, a un palmo de septiembre, con la Liga ya comenzada, el Real Zaragoza mueve aún las piezas para tratar de conseguir unos refuerzos que todo el mundo –sobre todo, el cuerpo técnico- considera imprescindibles. Una historia repetida, de perfiles tristemente conocidos…


El zaragocismo sufre el enorme desgaste que ha supuesto el gobierno de Agapito Iglesias en los últimos años. Y que condiciona de manera fundamental la llegada de refuerzos: por un lado, por las limitaciones económicas; por otro, por la pérdida de prestigio de la entidad, que tiene que cargar con la estela de un comportamiento insoportable.


Llega el equipo aragonés a la recta final acogotado. Sin haber sabido –o querido- cerrar las incorporaciones que acaben de dar consistencia a la formación blanquilla. Y se vuelve a vivir esa escena común de cada año, en la que es preciso esperar a las doce de la noche –y más allá- para conocer el perfil definitivo de la plantilla.


El descuento de las horas permite ganar terreno a la necesidad: que lleva a aceptar propuestas descartadas, a dar el visto bueno a operaciones de riesgo, vertiginosas, a moverse en terrenos muy resbaladizos.


Ese escenario de la inquietud y los nervios ha tenido siempre especialistas, actores protagonistas. Y entre los pescadores de río revuelto ha sonado tradicionalmente el susurro de Agapito Iglesias…