REAL ZARAGOZA

Huesca-Real Zaragoza: un partido en el alambre y sin red

Los dos equipos aragoneses se enfrentan en El Alcoraz con el fin supremo de huir de los problemas del descenso. Ambos, con 42 puntos, alcanzaron la 36 jornada a solo 5 de la línea letal y con muchos deberes por hacer.

Imagen del Huesca-Real Zaragoza de hace un año en El Alcoraz.
Imagen del Huesca-Real Zaragoza de hace un año en El Alcoraz.
Javier Navarro

El partido de Segunda División entre aragoneses afronta una nueva edición en esta jornada 36 de la liga, en El Alcoraz oscense, con la sensación de apuros por ambas partes. SD Huesca y Real Zaragoza comenzarán la siempre sugerente cita con 42 puntos, de la mano, ubicados en la antesala de los problemas serios, 13º el cuadro azulgrana, 14º en zaragocista por el anecdótico (por ahora) factor del ‘golaverage’ utilizado para poner a cada uno en su sitio en la tabla. Es, por lo tanto, un choque de urgencias, de obligaciones, que a ninguno distingue demasiado.

Si acaso, el Huesca llega con mejor talante por aquello de que su trayectoria en los últimos tres meses es ascendente. Bastante ascendente. Y, por el contrario, el Real Zaragoza acude al campo del cerro de San Jorge envuelto en el maremágnum que ha convertido los últimos 8 meses de su temporada en un nuevo calvario, con tres entrenadores y un sinfín de malos resultados en cadena que lo introdujeron desde septiembre en una espiral de crisis, que aún no ha sido solventada como es debido.

Antonio Hidalgo -exzaragocista- es un entrenador de crecida, una figura con vitola de héroe por haber sacado a los azulgranas del pozo donde pisaron durante 21 jornadas en posiciones de descenso, tras haber relevado a José Ángel ‘Cuco’ Ziganda en un momento de desesperación.

En el otro banquillo estará el veterano Víctor Fernández, llegado hace nada, en marzo, para tratar de solucionar como sea el roto que le dejaron como herencia Fran Escribá -el fallido técnico del proyecto- y su primer parcheo, Julio Velázquez. El Zaragoza pasó de ser líder en las primeras 7 jornadas a precipitarse en caída libre, en dos episodios diferentes (uno con cada entrenador de los precedentes a Víctor), hasta el puesto 15º e, incluso, puntualmente el 16º, en la antesala del infierno.

Va a ser un partido tenso, por todo este envoltorio ineludible. El que pierda saldrá muy dañado, en cuestiones clasificatorias y también anímicas. El que venza dará un salto hacia delante que abrirá de par en par la puerta de la confianza en tener media salvación escriturada. Y si hay empate… pues los dos alargarán una semana más su viacrucis en pos de un balance de puntos suficiente como para dejar atrás el primero de junio a, al menos, cuatro rivales de los que pugnan por eludir el fracaso del descenso a Primera RFEF. 

Son las tres únicas escotillas de escape que presenta la noche sabatina en Huesca. Pase lo que pase, nada será definitivo y tocará pelear en uno y otro lado. Pero, está tan comprimida la zona baja de la tabla, con hasta 11 equipos metidos en la carrera al galope por salir del lío, que los dos clubes aragoneses necesitan arreglar su asunto cuanto antes para no llegar al final con el agua en la boca.

Se miden dos equipos con poco gol, su gran lastre táctico durante todo el año. Pero, a su vez, dos sistemas tácticos que encajan poco en sus porterías, lo que ha sido su flotador para mantenerse vivos en los peores momentos de la liga, que han sido muchos. Así que, a priori, esperar un partido con un marcador amplio y lleno de tantos es improbable. Pero el fútbol siempre guarda rincones escondidos para cualquier sorpresa. Se aventura un duelo igualado, de mucha pizarra y poco espacio para la inventiva de los jugadores, por otra parte poco avezados en discurrir cuestiones plásticas con asiduidad.

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