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El Real Zaragoza se fortalece
El equipo de Julio Velázquez ha adquirido garantías como local y seguridad defensiva, sostenes habituales del rendimiento y de la capacidad competitiva en una categoría como la Segunda División.
"Lo importante en esta categoría es estar siempre en disposición de ganar", subrayó Julio Velázquez después de la victoria contra el Sporting de Gijón. El Zaragoza, desde hace unas semanas, empate o gane, juegue mejor o peor, o ejecute un fútbol más feo o más bonito, siempre lo está, y eso es huella de madera competitiva, de valores colectivos asentados y de cierta fiabilidad en el rendimiento.
El equipo aragonés, mientras prepara el tipo de partido que lo puede elevar a otra dimensión, el domingo contra el Eibar, no ha ido dando pasos hacia la consistencia y la credibilidad con un juego de notas creativas, un elevado caudal ofensivo o con un discurso generalmente desarrollado en campo rival. Más que en las intenciones ‘proactivas’ que pregonó Velázquez a su llegada o con un fútbol de colmillo; el Zaragoza crece gracias a los tradicionales valores competitivos que reinan en una categoría tan singular como la Segunda División: la seguridad defensiva, y, como consecuencia, su rendimiento como local.
El Zaragoza enlazó contra el Sporting su tercer partido sin encajar gol tras hacerlo contra el Andorra y el Alcorcón. Realmente, su funcionamiento defensivo colectivo nunca ha sido un problema principal, ni siquiera cuando Escribá tripulaba al equipo. Aunque la actual apuesta por los tres centrales ha tenido efectos defensivos porque ha potenciado los rendimientos individuales de sus miembros, especialmente de Mouriño y Lluis López; esta apuesta de Velázquez ha tenido, principalmente, una repercusión ofensiva, porque ha permitido al equipo construir e iniciar mejor el juego, más aún tras el paso a la suplencia de Jair Amador.
El Zaragoza, de hecho, es el tercer equipo con mejores números defensivos: solo Leganés (16) y Oviedo (19) acreditan menos goles encajados que el Zaragoza (22). Aún es más: la escuadra aragonesa es el equipo de Segunda con mejores números defensivos de acuerdo a las ocasiones que le han generado, con únicamente 20,7 goles recibidos esperados, una métrica que, en resumen, mide la capacidad de los rivales para crear ocasiones de gol. Al Zaragoza le han estado metiendo más goles de los que debían, de acuerdo a lo que le generaban, y eso tenía un punto débil principal: un portero que no paraba. Ahora, lo tiene, con la irrupción de Edgar Badía, y su rendimiento se ha disparado: desde que el portero cedido por el Elche accedió al equipo solo el Eldense le ha metido gol.
Este salto defensivo ha tenido su efecto principal en sus partidos de casa, donde el Zaragoza, desde que está Velázquez (solo cuatro partidos) es el mejor local de la liga. Ha sumado 10 puntos de 12. Solo dejó de ganar contra el Levante, en un partido que tuvo encarrilado por 2-0. Su mejora en su capacidad para proteger ventajas y no arruinar triunfos ya allanados se hecho efectiva en La Romareda, donde el equipo está manteniendo ciertas prestaciones ofensivas que fuera de casa aún le está costando, como se comprobó, sobre todo, frente al Eldense o en Alcorcón.
Pero en casa el equipo presenta hechuras mejores, y, con un funcionamiento defensivo solvente y su mejor control de los partidos y la reducción de errores no forzados, le han acercado aquello que faltaba en la dinámica impuesta por Julio Velázquez: los triunfos. En su hogar, el Zaragoza ha ganado al líder Leganés (1-0), al Andorra (2-0) y al Sporting (3-0), más ese empate (2-2) contra el Levante. Puesto en el contexto desde que el actual entrenador tomó el mando son números de aspirante a todo.
Con La Romareda sellada y convertida en una guarida de triunfos, el Zaragoza tomará las alturas y la hará motor de una dinámica vencedora. Al final, es lo que te lleva arriba. Como ejemplo, sirve la temporada de Natxo González, cuando en la segunda vuelta el equipo solo cedió una derrota en casa y escaló hasta la tercera posición y se metió en promoción.
