REAL ZARAGOZA
Guzmán Mansilla y Sagués Oscoz (en el VAR), anómalos en el partido del Real Zaragoza
El joven árbitro jiennense, de 27 años, y el veterano vasco ya retirado -y ahora dedicado al videoarbitraje- perjudicaron sonoramente al equipo aragonés en un penalti a Valera y una roja perdonada a Grenier.
José Luis Guzmán Mansilla, árbitro jiennense de solo 27 años, apoyado desde el videoarbitraje (VAR) en Las Rozas (Madrid) por el veterano vasco Sagués Oscoz, retirado hace dos campañas y solo dedicado ya a esta función cibernética, se erigieron este viernes en un dúo de factores perniciosos para el Real Zaragoza en su partido frente al Racing de Santander.
Lo más grave en lo que fallaron -de modo incomprensible el titular del VAR (el guipuzcoano Sagués)- fue en un penalti monumental cometido sobre Germán Valera cuando transcurría el primer minuto de juego, en la primera jugada del partido. El extremo zaragocista fue derribado por detrás por el lateral del Racing Saúl García, en una zancadilla indefendible por cualquier observador que analice la acción, no solo en las imágenes de televisión, sino incluso ya en vivo. Saúl se lanzó por detrás de Valera, abrazó con su pierna derecha la misma extremidad del punta blanquillo y acabó haciéndole una llave con la izquierda, derribándolo con ambas.
No se alcanza a entender cómo, ni Guzmán ni Sagués dejaron de apreciar semejante pena máxima. Tiene un pase lo del primero, que siempre puede aludir que en un primer vistazo, sobre el terreno de juego, le pareció otra cosa o sus ojos no estaban en el mejor tiro de foco. Pero lo del árbitro del VAR es imperdonable. No hay mucho más que añadir al respecto. Es flagrante y cristalino el penalti. Minuto 1 de partido. Sería interesante conocer, en estos casos, las razones esgrimidas por los árbitros para negar semejante evidencia.
La roja perdonada a Grenier en el minuto 52
De entre el cúmulo de errores técnicos que, uno tras otro, dejó sobre el césped de La Romareda Guzmán Mansilla este viernes de septiembre de 2023, uno resultó llamativo y, como lo del penalti del inicio del partido, gustaría saberse la razón por la que el árbitro tomó esa decisión y no la que el sentido común, según la propia jurisprudencia arbitral de los últimos años, pedía. Fue la tarjeta roja y consiguiente expulsión que debió ver el francés del Racing Grenier en el minuto 52, al poco de reiniciarse el partido en su segunda parte.
Grenier midió mal una entrada a Marc Aguado, por detrás, llegando por el lado derecho posterior del centrocampista del Real Zaragoza y, sin opción alguna de llegar al balón, que quedaba fuera del lugar del contacto y en dirección contraria, le clavó los tacos, la plancha de la bota derecha, en la zona superior al tobillo diestro de Aguado, que se dobló peligrosamente.
Guzmán lo dejó en tarjeta amarilla, cuando este tipo de acciones es roja directa desde hace más de un trienio. Y Sagués no consideró oportuna su revisión en el VAR. Cómo sería el susto del entrenador racinguista, José Alberto, que de inmediato preparó la sustitución de Grenier, el goleador de la noche para los montañeses, para evitar males mayores tras haber esquivado, con la connivencia arbitral -doble- el hecho de haberse quedado con 10 hombres con casi medio partido por delante.
Importante este dato: Sagués Oscoz ya fue el árbitro del VAR el año pasado en este mismo duelo Real Zaragoza-Racing de Santander, que ganó el equipo aragonés 4-1 después de que los norteños se quedaran con 9 futbolistas en el minuto 21 del choque por dos rojas directas sobre Íñigo Saenz y el portero Parera. Ese día, Sagués instó desde el VAR al árbitro titular, el balear Busquets Ferrer, a que ejecutara esos castigos, ambos ajustados a reglamento, que acabaron decantando con claridad el triunfo por goleada de los zaragocistas. Sagués recibió críticas desde Santander en aquellas fechas.
La falta a Moya en el 95, el último disparate
Cuando el partido ya se moría, en la última acción, el zaragocista Moya fue arrollado en el aire por una patada voladora de Peque, quedando peligrosamente desequilibrado y cayendo mal, apoyándose forzosamente en el rival santanderino para evitar lo más posible un aterrizaje de más graves consecuencias sobre el suelo. Moya llegó antes, se llevó el balón, y el rival cántabro lo tumbó. Pues bien, Guzmán Mansilla mostró tarjeta amarilla al futbolista del Real Zaragoza y señaló falta suya.
Un disparate descomunal para poner el broche a una noche esperpéntica del emergente colegiado de Jaén, que abolló seriamente la carrocería zaragocista (junto con Sagués) en varias maniobras concretas de difícil o imposible justificación. Tanto sobre el césped como desde las pantallas del VAR en Madrid.