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Alberto Zapater: «No puede haber algo que supere esto, que sea capaz de motivarme»

El capitán del Real Zaragoza, horas después de jugar su último partido como blanquillo, abre su corazón a HERALDO, se muestra feliz, agradecido y baraja su retirada.

Alberto Zapater, junto a su hijo Oliver, en el Parque Grande durante la entrevista concedida a HERALDO este sábado.
Alberto Zapater, junto a su hijo Oliver, en el Parque Grande durante la entrevista concedida a HERALDO este sábado.
José Miguel Marco

Han pasado solo unas horas de lo acontecido el viernes en La Romareda... ¡qué bonito!

Impresionante, insuperable. Fue una noche única para mí y mi familia. Tendrá que pasar un largo tiempo para poder valorarlo todo en su justa medida. La afición del Real Zaragoza dejó escritas muchas cosas con su actitud.

El zaragocismo es imparable.

Se lo advertí a muchos amigos a los que invité y vinieron:«vais a ver algo que solo sucede en Zaragoza», les dije. Y me quedé corto. Yo he vivido grandes noches de fútbol en La Romareda, en Primera, en Europa, con goleadas a los grandes, pero lo de anteanoche fue algo más que fútbol. Fue sentimiento. Es amor.

Se le nota satisfecho, orgulloso.

Es que, si cada uno de los zaragocistas que acudió al estadio en este día quiso mostrarme su cariño, lo que realmente lograron todos juntos fue hacerme sentirme muy querido. Estoy feliz. Muy feliz.

Dijo en rueda de prensa que usted iba a hablar con el corazón, sin escribir nada. La afición también actuó de igual modo:fue un homenaje espontáneo, apoteósico, sin par, histórico.

Ha sido una semana de emociones fuertes. Como cuando te dan la enhorabuena o el pésame en los momentos importantes de la vida, los buenos y los malos. Para mí, que me diga una persona que la he hecho llorar es muy fuerte, me da la dimensión real de lo que supone esto. En este caso, se mezcla la pena y la alegría. Hay gente que siente que se ha muerto una parte de ellos con mi marcha. El fútbol mueve estos sentimientos. Es algo público, de todo el mundo, algo que nadie puede controlar por más que se empeñe. La gente actúa a corazón abierto. Y por eso sucedió así. El resultado fue algo descomunal.

¿Qué pensó al salir del estadio, pasadas las 2.30 de la madrugada con toda su familia?

Sentí que, después de todo lo que había vivido, solo me quedaba retirarme definitivamente. No puede haber algo que supere esto, que sea capaz de motivarme.

Esa decisión aún no la tiene tomada. Dijo que se iba a dar unos meses de relax para aclarar sus ideas de futuro.

Sí. Pero es que lo de anteanoche es imposible de superar. ¿Quién o qué supera esto? Venimos de otro año malo. No ganamos siquiera este partido al Tenerife. No nos jugábamos nada, solo el honor y un puesto en la tabla. Y a la gente eso le dio igual. Acudió en masa un viernes por la noche y prevaleció el apartado humano para conmigo. Imaginemos qué sucederá el día que se ascienda a Primera División de nuevo...

¿Lo deja pues, abandona el fútbol?

Estuve a punto de decirlo con el micrófono en la mano al término del homenaje sobre el césped. Es que es muy difícil que me llene algo más allá del Real Zaragoza. Imposible, diría yo. Yo ya he vivido fuera y he jugado en ligas extranjeras varios años. Sé lo que es esa experiencia. Y, para mí, jugar al fútbol es hacerlo con sentimiento. Y el que yo tengo con el Real Zaragoza es inigualable.

Suena a retirada.

La gente que me quiere, mis más cercanos, me recomendaron en los últimos días que no lo hiciese, que no me precipitase. Yo escucho siempre a la gente mayor y a los que tienen más experiencia que yo. Habrá tiempo de decidir definitivamente qué hacer.

Va a cumplir 38 años, pero hay colegas en Segunda con su edad y hasta 40, como Rubén Castro, Yuri, Mikel Rico...

Es así. Pero yo soy consciente de que estoy fuera del mercado hace tiempo. Yo tenía ‘cláusula cero’ en mi contrato, a mí me hizo ilusión ponerla cuando negocié con los que lo firmaron. Ellos aceptaron esa cláusula porque sabían a ciencia cierta que yo no me iba a ir a ningún sitio. Pude haberme ido el primer año que volví, el segundo... Ahora mismo, estoy fuera del mercado porque mi vinculación es tan fuerte con el Real Zaragoza que nadie se ha planteado nunca barajar mi fichaje. En el mundillo del fútbol estas cosas se saben. ¿Para qué me iban a llamar? Era perder el tiempo.

¿Y si surgiera alguna oferta a raíz de esta decisión del actual Real Zaragoza de no contar con usted?

No me veo jugando en España en ningún otro club que no sea el Real Zaragoza. Creo en la mística del fútbol y no he jugado en otro club distinto al mío en mi país. Lo que sucede ahora es como cerrar el círculo. Esta historia de amor se acabó este viernes. Y, si me fuera a otro equipo español, me sentiría autor de una traición. Pienso la situación: me marcho a otro equipo de Segunda, como esos futbolistas que usted cita... ¿y tendría que volver con otra camiseta y otro escudo a jugar contra el Real Zaragoza a La Romareda? Eso no tiene sentido para mí.

A su representante, Ginés Carvajal, no le ha dicho, pues, que se mueva.

Las cosas tienen que pasar de forma natural. Sin forzar. Yo nunca lo he hecho, como se ve en este último episodio con el Real Zaragoza. Él es el que me aconseja calma y me sugiere lo que puede suceder a partir de hoy.

¿Y la posibilidad de ir a Estados Unidos a través de las sinergias de la nueva propiedad no ha surgido en estos últimos días?

No. Mi representante estuvo en La Romareda este viernes, pero solo por estar conmigo. Y ya está. Y en el club no me ha dicho nada al respecto. Sí que me han comentado que tengo las puertas abiertas, que hay gente ahí dentro que tiene diferentes ideas conmigo, sobre lo que yo podría aportar en el club. Juan Carlos Cordero me hablo de una posibilidad, Raúl Sanllehí también me ha trasladado esa intención. Pero no sé exactamente de qué. Yo, sobre todo, sé dónde está mi sitio ahora mismo y siempre. Y es en el Real Zaragoza. Irse al extranjero no sería ahora igual que cuando María (su mujer) y yo nos fuimos a Italia, a Portugal o a Rusia. Ahora hay que mover a los niños, que tienen 7 y 9 años. Solo me movería algo que fuese una experiencia única para ellos, que los enriqueciera mientras yo juego un año o dos años al fútbol.

A Oliver, su hijo, le dijo sobre el césped de La Romareda que «papá no se va a ir nunca del Real Zaragoza». Mucha gente se ha quedado con esa frase.

Yo, con esa afirmación, quise decir que voy a ser siempre del Real Zaragoza. Aunque no esté dentro del club, siempre estaré en la grada. No me refería a que estuviera asegurado un cargo o un desempeño en el club en el futuro.

¿Tiene ya planes inmediatos una vez pasen los 30 o 40 días de vacaciones de verano?

Tengo pensado sacarme el carnet de entrenador. Y también el de director deportivo. Y quiero aprender cómo funcionan muchas facetas de un club. Igual me pongo un mes con el departamento de comunicación y prensa para conocer ese trabajo. Y otro mes con la secretaría técnica, para ver cómo es eso. Y otro mes con los responsables del trabajo de cantera... Quiero ver qué me llama, qué me apetece, qué me motiva. Pero ahora necesito un respiro. Tengo que disfrutar de pequeños detalles, de cosas a las que he renunciado estos años y que quiero saborear. Y, mientras, además, seguir entrenando por mi cuenta. Mi físico necesita de actividad diaria, de no perder el tono muscular ni un milímetro.

Ha pasado un mes de incertidumbre en el apartado personal, el transcurrido mientras acababa la liga y no le decían nada sobre su continuidad o no en el equipo. Mirando hacia atrás, ¿cómo valora el final de esta historia?

Me siento en paz. Lo que me ha hecho sentir el zaragocismo es imborrable. Hay amigos que me dicen si he visto ya las imágenes y los vídeos... y no he revisado nada porque no necesito verlos. Lo que yo viví ahí, en el césped de La Romareda, es mío. Lo viví, lo sentí, lo disfruté.

Voló desde Miami el presidente, Jorge Mas, para estar con usted en esta despedida. Y, tal vez sea la onda expansiva más importante de lo sucedido, se llevó una vivencia superlativa de lo que es y puede ser el zaragocismo en las buenas.

Quienes buscaron hacerme feliz, los que se lo han currado para que fuese una noche especial para mí, lo han conseguido. Solo puedo darles las gracias. En el club sé que ha habido muchas personas que han trabajado para que esto fuera posible. Han estado de diez. La nota máxima posible para ellos. Y esta afición, el día en el que se pelee y se acabe consiguiendo el ascenso, va a demostrar lo que es: la mejor que existe en España. No es una exageración. El viernes no había otro partido en televisión y mucha gente de toda España lo vio. Me han llegado cientos de mensajes destacando su sorpresa por ver cómo es nuestra gente después de llevar 10 años seguidos en Segunda y sin lograr salir de ahí. Todos resaltan el valor de esta fuerza común que tenemos en Zaragoza. Flipan con el ambiente que genera La Romareda. Hay que sacar todo el jugo a este potencial. El zaragocismo, cuando se vuelva a ilusionar por la clasificación en un año bueno, será imparable.

¿La espina clavada que se lleva es no haber conseguido el ascenso a Primera en estos siete años después de su vuelta?

Ascender aquí es lo fundamental. A mí, desde que vine, solo me ha importado eso, era mi sueño permanente volver a jugar en Primera con el Real Zaragoza. Lo de acumular partidos y subir en el escalafón hasta el tercer puesto histórico es algo secundario. Pero siempre he dicho que era un reto muy complicado de lograr por las condiciones que se dan en el Real Zaragoza de la última década. Yo he sido de los que he avisado que podíamos «hacer un Deportivo de La Coruña» o «un Málaga» y caernos a la categoría inferior, antes Segunda B y ahora Primera RFEF. Porque es así, como se ha demostrado varios años, entre ellos los tres últimos. Así que me tocará vivir el ascenso desde la grada, como un aficionado más.

Cualquier proyecto de futuro pasa por ascender a Primera cuanto antes. Vamos ya al undécimo año consecutivoen Segunda. Es la etapa más larga y tortuosa, por negativa, en los 91 años de vida del club.

Cada año, es normal que aquí empecemos siempre con la ilusión de subir, de estar arriba en la tabla todo el año. Eso lo saben de puertas adentro en el club. Pero hay que tener paciencia. Si se empata en la jornada 3, pues se empata y se entiende como la suma de un punto. Esta liga es larga y necesita de pulso firme. Pero, también, todo el mundo ha de saber de la exigencia que tiene jugar en el Real Zaragoza, por todo esto. No estamos en el sitio que nos corresponde y queremos salir de él cuanto antes sea posible.

Asunto clave el de la exigencia del escudo y la camiseta.

Yo siempre he valorado nuestro presente así: esta es nuestra realidad actual y es indiscutible. Pero hay que aspirar a cambiarla. Y al jugador nuevo que viene de fuera cada año es normal que se le pida que palpe y sepa la historia del Real Zaragoza, que ha sido mayormente en Primera, en Europa. Que por eso somos así, diferentes a los demás clubes, muy distintos a otros muchos con los que ahora nos toca competir en Segunda División accidentalmente. Cuando todo esto se logre mezclar en positivo, el Zaragoza saldrá de aquí y volverá a su lugar natural. Yo confío en que sea ya la temporada que viene.

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