REAL ZARAGOZA

Solo una carambola demoniaca impide cerrar al Real Zaragoza su permanencia matemática

El gol postrero en Oviedo que supuso la derrota de los de Escribá obliga a sumar un punto más o a esperar que el Málaga no gane sus tres partidos finales, además de otros aderezos combinatorios.

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A nadie le asusta ya la palabra 'descenso' en Zaragoza desde hace un par de semanas (largas). El zaragocismo está convencido hace días de que la permanencia en Segunda División un año más -será el 11º consecutivo desde que se abandonó la Primera División en 2013- está consumada aunque las matemáticas obliguen a esperar al cierre del problema por razón de pura ciencia exacta. 

La derrota del Málaga en este primer fin de semana de mayo, por 2-0 en Ponferrada, terminó de consolidar esa sensación virtual que viene sintiéndose desde abril: la cota de la salvación no subió a falta de solo tres partidos, 9 puntos por disputarse (los malacitanos tienen ahora 40) y todos los que aún estaban en el perímetro de alcance del equipo andaluz en caso de que llevase a cabo un esprint final de liga impecable respiraron hondo. Entre ellos, el Real Zaragoza

Tienen los de Fran Escribá 49 puntos. Les separan, pues, justo los 9 que restan por dirimirse del lugar fatídico que ocupa el Málaga. No cuadra el álgebra porque el cuadro zaragocista tiene perdido con los de la Costa del Sol el factor del 'golaverage': los malagueños empataron 1-1 en La Romareda y los blanquillos perdieron 3-0 en campo sureño. Así, si hubiera empate final a puntos el último día, el Málaga adelantaría al Real Zaragoza por esta razón normativa. Este es el único poro por el que se le fuga el agua ahora mismo a los aragoneses.

Obviamente, para que la tragedia del descenso se produjera se tendrían que alinear todos los astros del Universo en contra de los intereses de los de Escribá. Pero, como siempre ocurre en estos casos, cualquier circunstancia ha de tenerse presente. La historia del fútbol en las últimas jornadas de cada liga, desde hace décadas, está llena de sorpresas, milagros inexplicables, extrañas reacciones y resultados llamativos en tiempo y forma. 

La carambola que llevaría, a fecha de hoy, al Real Zaragoza a la categoría inferior pasa por un tirabuzón demoniaco, que parece imposible que se dé... pero que hay que referenciar por si acaso. 

Dos condiciones son indispensables: una, que el cuadro zaragocista pierda todo; la otra, que el Málaga lo gane todo. Es decir, que el Real Zaragoza caiga derrotado en casa el sábado ante el Cartagena; repita patinazo en el último desplazamiento, a Ibiza; y vuelva a capotar en el adiós al torneo en La Romareda ante el Tenerife. Y, simultáneamente, que los malagueños venzan en casa al Mirandés el sábado que viene; que superen al Alavés en Mendizorroza; y que terminen la liga venciendo como locales al Ibiza.

Pero, además, los equipos que ahora se hallan ubicados en la tabla entre el Real Zaragoza (13º) y el Málaga (19º), que son por lo tanto cinco, también tienen una minúscula parte de participación en el desenlace maquiavélico. 

Así, en esta hipótesis única, mientras los zaragocistas pierden todo y los malagueños ganan todo, el Leganés y el Villarreal B -que tienen los mismos puntos que el Real Zaragoza, 49- deberían sumar al menos un punto de los 9 que les restan también por litigar. Y el Racing de Santander, el Huesca y el Sporting de Gijón -que transitan con 48 puntos, uno menos que los zaragozanos- tendrían que sumar dos puntos de esos 9 que hay en espera de dueños. Este bloque de condicionantes, por su sencillez a priori, parece que se dará por pura inercia... pero aún está por ver, como lo están las cuestiones mayores. Los planteamientos matemáticos no entienden de facilidades, dificultades, forofismos, lógicas deportivas o cábalas razonadas. Son meros discursos algebraicos, inánimes. 

Y así queda aquí expuesto. Es lo más parecido a la cuadratura del círculo que el Real Zaragoza aún pudiera acabar descendiendo a Primera RFEF. Pero Pitágoras, Arquímedes, Tales, Descartes, Pascal, Einstein, Ptolomeo, Galileo, Copérnico, Ruffini y Eratóstenes, un grandísimo once inicial de los números, aconsejan dejar escrito el problema en la pizarra. Para que quede constancia entre el alumnado y se tenga en cuenta si alguno quiere echarle un rato libre. 

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