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El gol no es el principal problema

El Real Zaragoza rompió su sequía anotadora, pero después se vino abajo tras el empate del Lugo. Las carencias futbolísticas van más allá de la falta de efectividad.

Partido Real Zaragoza - Lugo en La Romareda
Partido Real Zaragoza - Lugo en La Romareda
Toni Galán

El gol no es el principal problema del Real Zaragoza. Y esto dice mucho de un equipo que hasta el tanto de ayer de Giuliano Simeone acumulaba más de 300 minutos sin marcar; más de tres partidos achacándolo casi todo a la falta de efectividad. Y no. Hay otras carencias de mayor calado. Empezando por la falta de fluidez en el juego y terminando por la fragilidad defensiva de un bloque que ayer se descompuso con el empate del Lugo hasta merecer la derrota.

Tanta obsesión había por romper el maleficio del gol, que el Zaragoza se olvidó de lo demás. Creyó que todo era jauja tras ese afortunado punterazo de Simeone y no supo controlar las emociones ni el juego. Se desinfló como el que respira aliviado. Y esto permitió a un pobre Lugo ir creciendo hasta hacerse dominador y justo vencedor del encuentro.

Falta mucho por hacer. Juan Carlos Carcedo tiene mucho trabajo por delante si quiere sacar algo provechoso de este Real Zaragoza. El tiempo juega en contra del técnico riojano, con dos puntos de 12 posibles en su haber y una afición contrariada, que ayer despidió a los suyos con una sonora pitada.

Urge encontrar soluciones antes de que sea demasiado tarde. El Zaragoza no puede ser dominado en La Romareda por un rival tan limitado como el que ayer compareció en el municipal. No puede desdibujarse como ayer lo hizo tras el primer gol rival. No puede exhibir tal falta de identidad.

Las decisiones arbitrales -ayer las revisiones y no revisiones en el VAR beneficiaron a los aragoneses- y la escasez de acierto de los atacantes del cuadro gallego permitieron al Real Zaragoza llegar con vida a la recta final del choque. Y ni siquiera eso, verse con vida a pesar de todo, trajo un arreón de verdad hacia la victoria.

Cuantas más ocasiones desperdiciaba el Lugo, más perdido se mostraba el conjunto de un Juan Carlos Carcedo al que no le funcionó el cambio de sistema (ayer se vio una defensa de tres centrales y dos carrileros profundos) ni las soluciones planteadas posteriormente, cuando el equipo se vino abajo.

Durante la primera parte, el Real Zaragoza tuvo mucha pelota en zonas intrascendentes. Hizo un fútbol lento, previsible, que solo cambió de ritmo cuando pasó por las botas del enérgico Simeone, lo más rescatable del inicio de la temporada.

En la segunda, los cambios (Vada por Eugeni; Larrazabal por Gámez…) no mejoraron lo propuesto de entrada. Al contrario. Lejos de activar la reacción, contribuyeron al desorden de un equipo que reclama la aportación de los nuevos fichajes desde ya.

Ayer, la actuación de Pape Gueye quedó en anecdótica. Su salida cuando se sobrepasaba el minuto 72 apenas sirvió para frenar el sonido de viento que afloraba desde la grada. Después, poco pudo hacer entre centros inservibles, los de Larra y Nieto, que terminaron de impacientar a unos seguidores que al término del encuentro, cuando una salida calamitosa de Cristian terminó de arruinarlo todo, recibieron el perdón de los jugadores. Es el nuevo mandamiento del buen futbolista. Una moda que de nada sirve si después no se mejora lo ofrecido sobre el campo.

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