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Paco Herrera y Ranko Popovic, memoria del lugar donde se escapó el ascenso

Real Zaragoza y Las Palmas jugarán el sábado el duelo en el que, hace seis años, no cambió la historia por 7 minutos en la final de la promoción. Los dos técnicos de ese día, ambos con poso blanquillo, analizan el presente.

Paco Herrera y Ranko Popovic, en 2015 en el estadio de Gran Canaria.
Paco Herrera y Ranko Popovic, en 2015 en el estadio de Gran Canaria.
Arcadio Suárez

Noche del 21 de junio de 2015. Estadio de Gran Canaria. Las Palmas-Real Zaragoza es el partido de vuelta de la final de la promoción de ascenso a Primera División entre los dos aspirantes de Segunda que se juegan la plaza. En la ida, cuatro días antes, los aragoneses habían ganado 3-1. En el choque en tierras insulares, Roque Mesa (ahora en el Valladolid) había marcado el 1-0 antes del descanso, que puso el duelo a un solo gol del volteo en el éxito final. Los zaragocistas habían tenido la opción del 0-1 poco antes, en un cabezazo de Dorca tras un córner que se estrelló en el larguero y botó en la raya, tras tocar bajo palos el local Culio (que tiempo después sería fichado por el Zaragoza). El duelo, envuelto en una enorme presión, fue avanzando hacia su final con el equipo zaragocista tocando con la yema de los dedos la Primera División... hasta que, en el minuto 83, el argentino Araujo marcó el 2-0 y dejó a los aragoneses sin su pretendido y soñado botín. A igualdad de goles (3-3 en el global), los isleños alcanzaron la Primera División por el valor prevalente de su gol logrado fuera de casa, en La Romareda, en la ida.

Por siete minutos, los últimos de ese duelo que sobraron, aquel Real Zaragoza del primer año de la Fundación 2032 no dio el salto a Primera que, a buen seguro, hubiese escrito la historia de otro modo diferente. Las Palmas tiene, desde ese día, una significación especial para el zaragocismo. Es el punto, en las últimas nueve temporadas seguidas que vive el viejo club zaragozano de manera consecutiva en Segunda, en el que más cerca se ha estado de retornar a la élite.

En ese episodio histórico, el entrenador de Las Palmas era Paco Herrera, que hacía pocos meses había sido técnico del Real Zaragoza, en el primer capítulo del club en Segunda tras el descenso en 2013. Y en el banquillo zaragocista estaba Ranko Popovic. Dos preparadores que forman parte del mosaico de responsables del equipo blanquillo en esta década de sufrimientos y constantes remadas contracorriente.

Herrera, el último del agapitismo, en el epicentro del germen de los actuales problemas financieros y societarios que heredaron los actuales propietarios en julio de 2014.  Y Popovic, el segundo de los elegidos por los actuales rectores, que ya alcanzan la cifra de 13 bajo su gobierno. Dos voces autorizadas que analizan el presente con naturalidad. 

Paco Herrera: "En 2015 era inimaginable que el Zaragoza siguiera hoy anclado en Segunda"

Paco Herrera vive tranquilo en su casa de Badajoz, su tierra adoptiva y familiar desde hace 42 años. Su último equipo, como segundo técnico de Pep Clotet, fue el Birmingham City inglés hace dos temporadas. A los 67 de edad, ha decidido dejar los banquillos. Hace seis años y medio, apenas uno después de dejar el Real Zaragoza, el destino quiso que fuese el verdugo del ascenso zaragocista al frente de Las Palmas, en aquella fatídica final de la promoción de ascenso, la única que ha jugado el equipo aragonés desde su descenso en 2013.

Herrera analiza el presente del Real Zaragoza con la perspectiva que le otorga su experiencia personal y todo lo sucedido desde aquella noche fatídica para el equipo aragonés que, a él, sí le supuso la gloria de llevar a Las Palmas a Primera. "A mí me da mucha pena. En el tiempo que yo estuve en el Real Zaragoza, me apropié de muchas cosas del club, la afición y la ciudad. Tengo un gran cariño por mucha gente de ahí. Es el club más importante que yo he entrenado en mi larga carrera, sin lugar a dudas. Lo que nunca imaginé es que se iba a atascar en Segunda tanto tiempo. Y la sensación que yo tengo es que hace ya muchas campañas que se le viene poniendo cara de no subir a Primera en años. Cuando me enfrenté al Zaragoza estando yo en el Valladolid, hace cuatro y cinco años ya, empecé a percibir que estaba entrando en un proceso de deterioro importante en lo deportivo", indica con sinceridad.

Paco Herrera añade más impresiones personales vistas desde fuera. "Yo veo, en las últimas temporadas, que los jugadores deben actuar en estas temporadas con una presión muy grande alrededor. La responsabilidad de sacar ese equipo adelante acaba siendo perjudicial, yo tuve experiencias sobre eso allí en Zaragoza", prosigue.

Tras este guiño sugerente, se le recuerda a Herrera el ‘caso Cidoncha’, futbolista que le rogó al entrenador al poco de iniciarse el curso que no lo alineara en casa. "Cidoncha… yo tomé esa decisión de no ponerlo en La Romareda porque veía que no podía, que le faltaba carácter. Se le apoderaba el ambiente. Ser jugador del Zaragoza en aquella época de 2013 requería de mucha personalidad. Ahora, no sé si es más fácil o no. Seguramente sea parecido. O se fichan jugadores con personalidad o no se podrá ir hacia arriba. Ahora, no veo malos futbolistas en la plantilla, pero el secreto está en la personalidad que tengan para llevar esa camiseta y jugar en ese estadio. Creo que hay que plantearse un montón de cosas en el Zaragoza, la gente que está tendrá que tomar las decisiones, pero es necesario buscar soluciones con algo que, además, no solo está dentro del campo", afirma Paco Herrera, para quien «el día de la promoción era inimaginable que a estas alturas de 2021 el equipo continuase anclado en Segunda Estamos hablando del Real Zaragoza. Con letras mayúsculas», concluye.

Persona íntegra, un tipo serio y muy respetado en el fútbol español por su talante, Paco Herrera fue víctima de los estertores del agapitismo. "Las personas que me tocaron como compañeros de viaje en Zaragoza, digamos el presidente o dueño (Agapito Iglesias) y quienes estaban con él, ni eran gente de fútbol, ni merece la pena que me acuerde de ellas. Eran dueños de algo que era y es mucho más importante que ellos, les venía grande el Real Zaragoza. He ido consiguiendo, con el paso del tiempo, ir olvidándome de todos. Sobre García Pitarch, nunca supe qué esperar de él. Nunca me dejó claro si iba o venía. No puedo justificar su actitud conmigo. Y no quiero seguir porque se me va el santo al cielo… dejémoslo así", es el único paso retrospectivo que quiere dar a estas alturas. 

Ranko Popovic: "Cuando tocas fondo es momento de pararse a pensar, porque algo hay que cambiar"

Ranko Popovic entrena al Machida Zelvia de Tokio, en Japón, desde hace dos años. El serbio, de 54 años, fue el técnico del Real Zaragoza en la promoción perdida en Las Palmas hace poco más de seis años, el que más cerca ha tenido al equipo de Primera en estas nueve temporadas ya en la categoría de plata. Sigue teniendo casa en Zaragoza, donde reside parte de su familia de forma permanente.

"En aquel junio de 2015, yo pensé que nos tocaba subir en Las Palmas. En realidad, lo deseaba más que lo pensaba. Porque era difícil, no había sido un año sencillo. Fueron días de emociones fuertes. Lo tuvimos muy cerca. Una vez que no se dio, yo siempre invité a analizar de dónde veníamos y lo que había pasado antes en el club, con anterioridad a la propiedad con la que yo ya trabajé, que es la actual. El club estaba muy marcado por lo anterior (el agapitismo) y eso repercutía en lo deportivo. Las raíces de lo que sucedió en mi etapa, algo que sigue ocurriendo ahora, son más profundas que el hecho de haber perdido una promoción. No hay que olvidarlo. El mal es viejo, no solo de los últimos años", rememora Popovic sin tapujos.

Popovic, con ya más de un lustro de visión panorámica del Real Zaragoza, tiene su parecer sobre el presente. "Ha habido siempre muchas prisas en el Real Zaragoza en esta última década. Yo les decía, cuando llegué, que alguien debía haber tenido coraje cuando se bajó de Primera División y decirle a todo el mundo que se iba a estar cuatro o cinco años en Segunda rehaciendo el equipo poco a poco, con un proyecto. Se debió quitar la presión. Y no se hizo. Cada año era obligado subir como fuese. Creo que, si me hubieran hecho caso, el equipo estaría ya en Primera. Entiendo que, cuando tú estás dentro y dices esto, hay gente que es muy difícil que te entienda. Los hay que creen que tienes tus intereses propios o que utilizas esa idea como excusa por si no se sube al final de temporada. Y no era así. Yo jamás tuve ni tengo interés propio. Las cosas solo salen bien cuando hay intereses comunes. Mientras eso no suceda, no se logrará la solución", apunta el balcánico.

Ranko siempre ha sido de discurso cristalino. "El Real Zaragoza no subirá a Primera mientras se diga que ha de hacerlo ‘sí o sí’. ¿Por qué ha de subir ‘sí o sí’? El ascenso se logra con una planificación bien hecha, con un proyecto. Hay muchos ejemplos a seguir. En Zaragoza hay que ser más claros en el plan a seguir. El club, ahora, tiene una afición entregada, fiel. Pero yo no sé cómo está por dentro, si tienen claro qué hacer deportivamente para buscar el ascenso. Son muchos años en Segunda y, cuando tocas el fondo, es el momento de pararse a pensar, porque algo hay que cambiar", razona.

Popovic hace días que observa con preocupación una mutación peligrosa que impregna el zaragocismo actual. "Un enfermo tiene solo un deseo: mejorar y sanarse. Cuando llevas ya varias veces rozando el descenso de Segunda a Segunda B, el deseo acaba siendo solo uno: evitar bajar. Y, automáticamente, te estás olvidando ya del objetivo inicial, el que teníamos en los primeros años en Segunda, que era subir como fuera a Primera División. Ya no se piensa más en ascender en Zaragoza en los últimos tiempos, es como si nos hubieran cambiado las referencias. Eso es lo que está pasando últimamente", asevera.

El entrenador yugoslavo, que maneja la actualidad zaragocista con detalle pese a la distancia, lanza un último mensaje al horizonte: "Es momento de que todo el mundo se pregunte ‘¿por qué estamos en esta situación?’ Por algo será. Se necesita actuar con realismo. Y, desde ese realismo, empujar todos al límite. Es la única salida que yo veo al Real Zaragoza".

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