fútbol

Dani Lasure: "Nada es lo suficientemente importante, solo la vida"

El jugador del Real Zaragoza acaba de superar un cáncer de testículo.

Este es el espejo del alma de Dani Lasure.
Este es el espejo del alma de Dani Lasure.
José Miguel Marco

Después de tanto sufrimiento, de ver el abismo, de la erosión salvaje de la quimioterapia, esa sonrisa no tiene precio...

Afortunadamente, he vuelto a sonreír. Igual que mi novia, que mi familia, que siempre han estado a mi lado. Porque la enfermedad no solo la sufre el paciente, sino los que le quieren.

Cuesta empezar, rebobinar. Esta historia comenzó cuando el prometedor Dani Lasure dejó de aparecer en las alineaciones del Leganés, claro aspirante al ascenso a Primera, a final del año pasado.

Así es. Un día recibí un balonazo en un entrenamiento. He recibido muchos balonazos en el entrenamiento, pero ninguna sensación como la de ese balonazo en los testículos. Pasaban los días y el dolor no remitía totalmente. Hasta que sentí un bulto. Se lo dije al médico del equipo y rápidamente fui al hospital. Me miraron en Madrid. Busqué una segunda opinión y me vine a Zaragoza. Además, quería estar cerca de los míos, de mis padres, Daniel y Anabel.

¿Y?

En Zaragoza vi torcer el gesto a la doctora Miravete...

Y oyó la temida palabra: tumor, cáncer.

Sí. Me llamó el médico del Real Zaragoza, Ireneo de los Mártires, fuimos a Quirón y me confirmó que había que extirpar. Podía ir bien. O no... (silencio explícito).

Ya había pasado lo peor...

No. Después de extirpar el tumor en el testículo, me dicen que los valores tumorales eran muy altos: se habían multiplicado desde 20 a 500. Había que comenzar con la quimioterapia cuanto antes. Me ingresaron en Semana Santa. Fueron 22 sesiones de quimioterapia en dos meses y medio.

¡Cómo ha luchado, viejo amigo!

Me tuve que encerrar en casa con mi novia, Victoria.

¿Y sus padres?

Mi familia no podía venir a verme por el riesgo de contagio. Perdí el pelo, también el de las cejas. También perdí peso.

Perdió todo menos la esperanza...

Eso nunca. Mi cuerpo estaba destrozado, pero mi mente estaba límpia. Evolucioné. Bajaron los marcadores tumorales. Después me confirmaron que los valores se habían normalizado. Ahora estoy en proceso de seguimiento.

Y hace unas semanas, por fin se pasó por el entrenamiento en la Ciudad Deportiva. Todavía con gorrita, con gafas de sol... ¡Qué alegría más grande, Dani!

Qué subidón, también para mí. Todo el mundo mostró un cariño extraordinario, todos. Los compañeros, el cuerpo técnico, el personal. Todos, sin excepción.

Qué cosas tan bonitas dijeron de usted en la zona de prensa. Todos también, sin excepción.

Siempre me he sentido respetado por ustedes. Y querido. Igual que por la afición. Y lo agradezco profundamente.

Por cierto, ¿qué le decía Andrés Ubieto cuando se retiraba solo junto a él?

Andrés escuchaba. Quería dejarme hablar, que me liberara, que lo echara todo después de estos meses tan duros.

¡Qué grande, Ubieto!

Ahora entreno con él en el gimnasio.

¿No pisa el césped?

No puedo, por mi estado.

Pues yo le veo con unos brazos como un roble.

Hago gimnasio porque todavía no puede darme el sol. Comencé andando y ya puedo correr.

¿Qué le ha enseñado la enfermedad?

Mucho, muchísimo. Lo primero, a quedarme con lo esencial. También, a comprobar que nada es lo suficientemente importante, salvo la vida. Y poder perdonarlo todo. Y también, la necesidad del agradecimiento. Doy gracias hasta por el balonazo que sufrí: me ha salvado la vida.

Y después de todo esto, ¿hablamos de fútbol?

Si usted quiere, claro (sonríe).

De nuestro Real Zaragoza, por supuesto.

Vamos solo con un punto, pero hemos merecido bastantes más. Se está jugando bien. A ver si le ganamos hoy al Alcorcón.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión