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El cielo de Javi Puado

Su paso por el Real Zaragoza dio un giro a su carrera: del equipo aragonés al ascenso con el Espanyol como una de las estrellas de la liga y, ahora, en la antesala de la Eurocopa con la selección.

ESPAÑA / LITUANIA
ESPAÑA / LITUANIA
Kiko Huesca

La incertidumbre sembrada por la amenaza de un brote de coronavirus ha puesto patas arriba a la selección española a las puertas de la Eurocopa y ha instalado a Javi Puado como una de las referencias de la burbuja paralela de futbolistas que Luis Enrique entrena estos días en Las Rozas con carácter preventivo ante cualquier nuevo positivo que le desarbole el equipo

Es un premio así para Puado, futbolista único en su especie, un delantero al que su paso, cedido, por el Real Zaragoza le impulsó a un cielo que estos días toca más cerca que nunca.

Puado se encuentra en la antesala de la Eurocopa como una de las alternativas que manejaría Luis Enrique en caso de necesidad de última hora en el frente de ataque de la selección. Se entrena, junto a varios compañeros más de la sub 21 y otros jugadores, como Soler, Rodrigo, Kepa, Brais o Albiol, reclutados de urgencia ante el riesgo de un brote, en esa reserva extraordinaria, pendiente de lo que pueda suceder en las próximas horas. Es improbable que acuda a la gran cita, pero su llamada, su presencia en ese listado, supone el reconocimiento, de futuro, pero también de presente, de uno de los futbolistas más prometedores de España en estos momentos.

Ya el pasado martes debutó como internacional absoluto en el partido contra Lituania. No fue titular, pero marcó gol nada más salir. Dos goles más metió hace una semana a Croacia en los cuartos de final del Europeo sub 21, equipo en el que brilló como figura principal. Todo ello, solo unas semanas después de subir a Primera División con el Espanyol como uno de sus jugadores estelares, después de una temporada de explosión definitiva en la que ha firmado un expediente de 12 goles y 8 asistencias. Ahora, el Espanyol suspira por poder renovarlo, a falta de un año para la finalización de su contrato, condiciones que, unidas a su trayectoria reciente, le ponen en el mercado como un jugoso caramelo.

Javi Puado, como se ve, saborea un esplendoroso presente, pero quizá nada hubiera sido así sin la llamada del Real Zaragoza en noviembre de 2019. Todo cambió el día en que sus agentes le trasladaron la petición del entonces director deportivo, Lalo Arantegui, para que se comprometiera con una cesión hasta final de temporada. Su situación en el Espanyol era delicada, sin minutos ni un horizonte claro. Y el Zaragoza, quien ya había estudiado su incorporación meses antes y tenía claro afrontarla de cara a la siguiente campaña, acudió a él en cuanto se le desvanecieron Jonathas y Darío Poveda, las dos principales opciones que se negociaron en aquellos días de otoño para relevar a Dwamena tras su dolencia cardíaca y baja federativa.

Prácticamente, puede decirse que Puado llegó al Zaragoza después de varios rebotes, pero desde el primer día, desde su primer partido, se apreció en él un acierto pleno en la operación. Su impacto fue inmediato y su desembarco a las órdenes de Víctor Fernández reavivó a un equipo que por entonces aún no tenía la regularidad ganadora de después. Con Puado, el Zaragoza cogió el vuelo definitivo que solo una pandemia mundial derribó. En la reanudación de la competición, su baja por un positivo en covid-19 explica una parte de la falta de argumentos que tuvo el equipo de Víctor Fernández en esas tortuosas jornadas finales.

Javi Puado le dio gol (cuatro anotados y cinco asistidos) al Zaragoza, pero sobre todo contenido. Su agitación, intuición y dinamismo entre líneas ejercieron de complemento exacto de Luis Suárez. Si Dwamena atraía defensas por la imantación de su cuerpo, Puado los alejaba con la envenenada movilidad de su juego. El resultado fue parecido: espacios y oxígeno para Luis Suárez. Inteligente, puntual en el área, exacto en cada unas de las situaciones de un ataque, trabajador extenuante e intenso, potente en las arrancadas, vertical e intrépido… Puado comenzó a explotar su actual perfil de delantero total en esos meses en el Zaragoza.

El catalán, entonces con 21 años, y el Real Zaragoza unieron caminos en el momento en el que las posibilidades económicas del club aragonés y la realidad del mercado en el mes de octubre impidieron relevar a Dwamena con un futbolista de sus características. Su ficha, liberada, necesitaba ocuparse con otro jugador, al ser posible ofensivo, después de que las opciones de Jonathas y Darío no fructificaran. En ese punto, la dirección deportiva sacó la libreta de los informes mejor valorados, una libreta que ya estaba enfocada en cierto modo hacia enero y el próximo verano, y tocó la tecla de Javi Puado, sin minutos en el Espanyol. Lalo Arantegui llamó al jugador, le garantizó relevancia y un ecosistema de juego ideal para que despertara su fútbol, seguido desde años anteriores por los ojeadores del Real Zaragoza, y sentó así las bases del fichaje. Aun con todas las dificultades del mercado en ese momento, con esos dineros y para ese tipo de jugador de Primera, el club pudo cerrar la operación con el Espanyol. Víctor Fernández dio el visto bueno: ya lo quiso en la cantera del Madrid y ahora le brindaban la oportunidad de tenerlo.

El resto de la historia de Puado se explica sola: madurado en el Zaragoza, el Espanyol vio entonces en él un atacante perfecto para regresar a Primera. Y así fue: goles, juego, el ascenso, el estrellato en la sub 21, el debut y el gol con la selección absoluta por mucho que el duelo contra Lituania tuviera un asterisco… Y ahora la preparación de la Eurocopa. Llegue o no esa oportunidad, de momento, Puado está en el cielo.

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