El Real Zaragoza pone al día hoy en Almería su calendario de partidos, al recuperar el último de los aplazados al inicio de esta liga 20-21 tras la enorme demora con la que concluyó la pasada temporada por causas ajenas a su voluntad, solo achacables a la LFP en aquel accidentado final del torneo anterior con el caso Deportivo de La Coruña-Fuenlabrada como origen del alboroto.

De todo aquello, polémico y feo que aún colea y que ocurrió en mitad de julio, deriva el hecho de que el cuadro zaragocista deba jugar esta tarde-noche (19.00) en el estadio de los Juegos Mediterráneos. Es el partido de la jornada 2, pero para el Real Zaragoza supone su décimoséptimo envite de una turbulenta y deficiente liga que lo tiene, famélico de puntos, en puestos de descenso a Segunda B desde hace ya tres fechas. Aun así, pese a que el panorama es poco halagüeño, no llega mal el equipo aragonés a este complicado duelo, pues lo hace tras ganar el domingo 1-0 al Fuenlabrada, en un meritorio capítulo que rompió con 12 partidos seguidos sin catar un triunfo y, también, con seis jornadas seguidas de derrota en derrota, algo insoportable, insostenible, que llevó a los responsables de la SAD a romper con el área deportiva -Lalo Arantegui y José Mari Barba- y a plantearse un timonazo en el vestuario a partir del final de la semana que viene, en el parón navideño y con el mercado invernal de fichajes en ciernes.

Es, por lo tanto, un hito importante en el abrupto camino del Real Zaragoza en este torneo que tan cruzado y revirado le ha nacido. Cierto es que el Almería es uno de los rivales menos aconsejables para jugarse la vida, por su potencial económico y deportivo (ya lo fue el año pasado, donde se estrellaron los andaluces en sus aspiraciones de ascenso a Primera que ahora quieren consumar a la segunda intentona). Pero al Zaragoza agobiado, amenazado de lo peor si no logra eludir de aquí a mayo la caída desde el fútbol profesional al pozo desconocido de Segunda B, no le queda más remedio que romper pronósticos, y varias veces, de aquí al final de la liga para lograr su objetivo de sobrevivir a su crisis de mayor calado en 89 años de existencia.

Ganar en Almería, a priori, para un equipo tan tocado como el zaragocista, aparece en el libro de ruta como una quimera. Pero, por fortuna para el Zaragoza, en estas circunstancias de tanta adversidad y carencias, en el fútbol no hay imposibles. Al contrario, cualquier cosa puede suceder, mucho más en una categoría marcada por el juego plomizo, espeso, de pocas superioridades patentes en el discurrir de partidos donde la clasificación no desemboca, a veces, en resultados ‘lógicos’. Sabido es desde junio que todos los partidos son anómalos a causa del formato mentiroso que provoca la ausencia de público y la pérdida total del ambiente clásico en cada estadio.

El Real Zaragoza, por todo esto, aspira hoy a dar un golpe de mano en Almería ante el tercero en la tabla, que cuadruplica en valor de plantilla a los zaragocistas, que cuenta con 23 jugadores con rol de titulares todos. De hecho, miren el banquillo de las alineaciones probables que se adjuntan y, ahí, están todos los titulares almerienses del domingo en su triunfo por 0-1 en Alcorcón. Se anuncia que hoy, ante el Zaragoza, pueden jugar once distintos. Una barbaridad que el portugués Gomes, su exótico entrenador, lleva a cabo a menudo.

Si los de Iván Martínez, que pierde por lesión a Guitián y Bermejo y está abocado a cambios en el once titular, logran hoy la sorpresa pueden salir del descenso, pues adelantarán al Castellón, aunque quedarán a expensas de lo que pase en el Alcorcón-Sabadell, también suspendido en su día y que se juega hoy a la vez.