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Zapater le cambia la cara al Real Zaragoza

El regreso del capitán rehabilita a un conjunto aragonés que mejoró sensiblemente su imagen y demostró que sigue vivo en su lucha por el ascenso. 

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Zapater conduce el balón ante Luis Milla.
LOF

Regresó Alberto Zapater en Tenerife para meterle sangre brava al Real Zaragoza, para devolverlo no al ascenso directo a Primera pero sí a la vida. La transfusión del ejeano rehabilitó a un conjunto aragonés que se desangraba desde el regreso de la competición tras el paréntesis pandémico, ese 13 de junio en que el equipo del león rampante comenzó a penar tras caer ante el Alcorcón en la desierta Romareda. Ese mismo 13 de junio, Zapater cumplió 35 años. Apenas 26 días después, cuando solo había sido capaz de sujetar seis de los 21 puntos disputados, Víctor rescató a Zapater para que a su vez rescatara al Zaragoza. A fe que lo hizo. Con 35 años y 26 días, Zapater es el alma del Real Zaragoza.

Sí, el alma. Porque Zapater transformó un alma en pena en alma. Ayer, tuvo alma el Zaragoza. Tuvo valentía. Tuvo carácter. Compitió después de 26 días mirando a las avutardas y protestando a los árbitros (no sin razón...). En ese colectivo errático que estaba a punto de tirar un ascenso encauzado, Víctor decidió ayer jugarse una de sus últimas bazas. No era táctica, aunque probablemente lo meditó, sino moral, pues Zapater hace ya tiempo que trasciende lo material. Ya lo hemos dicho, es su forma de ser y sentir el zaragocismo, es su alma. Por fin, un Real Zaragoza con alma.

Y como esas cosas del querer son así, como suele hacer más quien quiere que quien puede, como el Zaragoza quiso, Luis Suárez adelantó a los aragoneses en un santiamén. Desde luego, lo intentó, aunque también ayudó lo suyo Ortolá, el guardameta que no guardó la meta del Tenerife en este primer remate. El gol reunía poco de anecdótico. Se apreciaba un Zaragoza energético, ambicioso. Eguarás era otro con el aliento de Zapater, igual que Luis Suárez cuando le acompaña Javi Puado, un extraordinario proyecto de futbolista este último.

Todo estaba saliendo de perlas hasta que la pifió el defensa que ejerce de acusación del Zaragoza del posconfinamiento. Ingresó en el área Álex Muñoz, que se fue al suelo nada más ver a Atienza. No está claro que fuera penalti. Sí está claro que toda aproximación a Atienza significa peligro. Luis Milla (hijo del padre del mismo nombre y apellido) ejecutó el tiro libre, tan libre como movió el cotarro del Tenerife durante toda la reunión. Víctor Fernández debió asignar tratamiento individualizado para la fuente de creación del equipo canario. No lo hizo. Error. Como tampoco fue capaz de frenar el incesante ataque del Tenerife al flanco que defendía Nieto. Baraja preparó bien el partido, estudió al Zaragoza, y ordenó atacar una y otra vez el lateral izquierdo aragonés buscando centros laterales. Esa vía no la supo cerrar Víctor en toda la noche. En el minuto 88, aún seguían atacando por ahí... Tras el enésimo centro lateral, Cristian salvó el partido a remate a bocajarro de Joselu. Cristian resucitó en el día en que Zapater le volvió a meter sangre brava al Zaragoza. Por eso no perdió ayer el Zaragoza. Por eso sigue vivo en la lucha por todo.

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