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El efecto multiplicador de Luis Suárez

La fe contagiosa y los goles determinantes del delantero colombiano recuperan un partido que el Real Zaragoza tenía perdido ante el Girona y que estuvo a punto de ganar. 

Real Zaragoza
Luis Suárez alza los brazos al viento en señal de victoria.
Toni Galán

La historia por reiterada no deja de ser noticiosa. Este Zaragoza no se entiende sin Luis Suárez. El joven delantero colombiano fue el promotor de una reacción formidable que rescató al Real Zaragoza de una derrota segura y que a punto estuvo de convertirse en una victoria para frotarse los ojos. Ni uno ni otro extremo del marcador se dieron en La Romareda, donde el Girona dejó impronta de notable equipo, y Luis Suárez de sobresaliente jugador. El empate fue justo con el sudor de los dos equipos, pero injusto con el soberbio partido del delantero. No solo pero esencialmente por él, mereció ganar el Zaragoza.

No pintaba bien la noche. Martí, técnico del Girona, tenía bien estudiado al rival. Por eso eligió primero atacar en la portería del gol sur, también llamado de Jerusalén. Con ello evitó que el Zaragoza atacara en la segunda mitad en el gol norte, llamado ahora del Auditorio y antaño de la también antigua Feria de Muestras. Geolocalizaciones al margen, el Girona se mostró más sólido, más robusto que el Zaragoza. Por eso solo le quedó esperar el previsible error de una defensa que ayer ejerció de acusación, como fue la aragonesa. Borja García la pilló siempre en ropa interior, en dos acciones que serían cómicas si no fuesen trágicas, sobre todo un segundo gol que retrató a Íñigo Eguaras y Simone Grippo, igual que el primero pintó a Nieto y Alberto Guitián. Sí, el mejor defensa volvió a ser Clemente. Y eso que ayer no jugó...

Quedaba una hora y todo parecía perdido, con un Zaragoza que siempre encontraba respuestas defensivas en un atento Girona. Y aquí apareció el que nunca se borra, Luis Suárez, que se dejó la vida para presionar una cesión que parecía segura de Ramalho al portero Juan Carlos. La fe de Luis Suárez transformó una maniobra defensiva rival en una manifiesta oportunidad de gol, robándole la pelota en el área pequeña al guardameta Juan Carlos y abriendo la puerta a un Real Zaragoza que se introducía en el partido sin apenas haber elaborado nada en el primer acto.

La reanudación nació con un nuevo error de Grippo. No llovía, pero el helvético resbalaba igual que había patinado en la primera mitad. Llevaba el brazalete de capitán Grippo, pero el verdadero abanderado del Real Zaragoza era Luis Suárez. Ayer se unieron a la causa un emergente Alberto Soro y Puado, un refuerzo de otoño con muy buena pinta. Del ejeano brotó la mejor jugada de la reunión, con un envío finalizado de tacón por Puado. Como Álvaro Vázquez ante el Oviedo en el curso pasado, pero por abajo. Gol de flipar, de dibujos animados. Un error del portero y un destello de calidad habían metido definitivamente al Zaragoza en el ajo. Guti pudo adelantar también al Zaragoza, tras un pase mágico de Luis Suárez. Y otra vez Luis Suárez, ¡siempre Luis Suárez!, en una galopada de campo a campo acabada con un remate cruzado, también estuvo a punto de poner por delante al Zaragoza. Aún no se había llegado a la hora de partido y Suárez ya estaba fundido. Pero Víctor Fernández quiere a Luis Suárez aunque sea cojo. Viendo a Álex Blanco o el ratito de nada de siempre de Papu, probablemente tenga Víctor razón. ¿Y Kagawa...? Lo dicho, la esperanza era el gol del cojo, del ya exhausto Luis Suárez.

Lo merecía Luis Suárez y lo merecía un Zaragoza que ofreció una segunda mitad poderosa. Me quedo corto considerando el rival que había enfrente. La recompensa para Luis Suárez y para el Zaragoza la facilitó Ramalho, hombre fundamental en el resultado de ayer, al golpear el balón en su brazo mientras él estaba mirando a la avutardas. Penalti que transformó en gol Luis Suárez por el centro mientras Juan Carlos se lanzaba al vacío de la nada que albergaba su lado derecho. Con todo ya a favor para ganar, Guitián se empeñó en igualar a deméritos con Ramalho y propició (he dicho propició, no hizo...) el penalti que Stuani elevó a rango de gol del empate del Girona.

Era el decimotercer gol liguero de Cristian Ricardo Stuani Curbelo, que con 13 dianas alimenta las esperanzas de un Girona que ha progresado muchísimo con Martí en el banquillo. Las razones del Zaragoza se llaman Luis Javier y se apellidan Suárez Charris. Son once, idéntico número que los goles fabricados por el verdadero promotor de la reacción aragonesa ante el Girona. Con Javi Ros como segundo goleador (tres goles), ayer, hoy y siempre nuestra esperanza se llama Luis Suárez, el verdadero asidero de un Zaragoza que duerme en promoción de ascenso acunado por los goles de Suárez.

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