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Como cada 10 de mayo

Tal día como hoy hace 24 años, los golazos de Esnáider y Nayim en el Parque de los Príncipes capturaron el trofeo más reconocido que en la vitrina del Real Zaragoza reluce: la Recopa de Europa. Dos de los héroes de París rememoran el mejor momento de sus carreras.

Nayim y Esnáider, goleadores en la final de la Recopa contra el Arsenal del 10 de mayo de 1995.
Nayim y Esnáider, goleadores en la final de la Recopa contra el Arsenal del 10 de mayo de 1995.
Toni Galán

Como cada 10 de mayo, Nayim se levanta con su teléfono móvil echando fuego, a rebosar de felicitaciones y agradecimientos. Como cada 10 de mayo, Esnáider se mira el empeine del pie izquierdo y esboza una nostálgica sonrisa. Como cada 10 de mayo, todo aficionado zaragocista camina orgulloso, presumiendo de una historia por la que se desvive cada fin de semana. Porque el 10 de mayo no es un día cualquiera. 50 metros y un balón con alas de ángel lo cambiarían todo. El Real Zaragoza reinó en Europa coronado como campeón de la Recopa. Aragón se hizo grande al ancho del viejo continente, y aquellos héroes de París escribieron una de las páginas más gloriosas de la leyenda del león rampante.

"Me atrevo a decir que fue el día más importante de todas nuestras carreras. Después de tanto tiempo lo seguimos recordando y eso te hace una idea de su repercusión", intuye Esnáider, avalado por la realidad. "Es bonito que la gente venga y te cuente su anécdota personal sobre el momento de esa final. Es un día especial para todo el zaragocismo por lo que representa y, seguir viendo la felicidad de la gente, es una alegría", considera Nayim, autor de un éxito perenne en el corazón del fútbol. El uno de Ceuta y el otro del Mar de Plata (Argentina). Mohamed Alí Amar y Juan Eduardo. Los dos goleadores de una noche mágica para hacer memoria.

El gol 'olvidado' de Esnáider, un perfecto empale desde fuera del área, seco, duro como una roca y brillante como un rubí, se coló por el lado derecho de un paralizado Seaman, privilegiado espectador de una de las dianas más perfectas anotadas en una final europea. Corrían 68 minutos de reloj. "Yo me acuerdo mucho de mi gol, fue muy emotivo porque lo necesitaba en aquel momento del partido. Lo disfruté", cuenta Esnáider, que jugó aquejado de un dolor en el tobillo desde el calentamiento. "El de Esnáider fue un golazo, bien merecido por la espectacular Recopa que hizo, por eso se fue luego al Real Madrid", reconoce Nayim, chispeante de gratos recuerdos.

A continuación, al Zaragoza le pudo la presión de llevar las riendas del encuentro y aguantó diez minutos, hasta que Hartson aprovechó un lío de piernas en el punto de penalti del área blanquilla para igualar. El árbitro, el italiano Piero Ceccarini, pitaba el final del tiempo reglamentario suspicaz, dudoso de si vencería la lógica o el alma de 17.000 zaragocistas desplazados al Parque de los Príncipes. Y una vez iniciada la prórroga, cuando Víctor Fernández y Houston había firmado los penaltis... ¡Zas! La historia le daría la razón a Andoni Cedrún, quien tras ganar la Copa del Rey de 1994, había prometido traer la Recopa de Europa a Zaragoza al año siguiente.

Marcaba el reloj 119 minutos de juego, a uno de que el puro azar eligiera al ganador. "Tuve la fortuna de que en el último segundo me cayó el balón a medio bote, vi al portero adelantado y dije: esta es la mía, salga bien o mal'. Y salió", relata Nayim, como si ni una semana hubiera pasado. "Fue extraordinario, no solo por lo espectacular del gol, sino por el significado", añade Esnáider, despojado ya de su melena. Dos formas de ser diferentes, la templanza y la vehemencia. Dos maneras de celebrar el gol, la incredulidad y la efusividad. Figurantes ambos de una plantilla donde cristalizó la amistad.

"El grupo era increíble, éramos amigos y eso es raro dentro de un equipo de fútbol. Hoy en día lo seguimos siendo mucho más, así que eso es lo más importante que nos pasó: el factor humano". "Somos una familia y seguiremos siéndolo, me iría a Japón con cualquiera de ellos. Ese es el secreto del triunfo de esa Recopa", coinciden los goleadores, ladillos de un libro de estilo que pasa de generación en generación. Cedrún, Xavi Aguado, Solana, Poyet, Francisco 'Paquete' Higuera, Belsué, Santi Aragón, Pardeza, Nayim, Esnáider, Cáceres, Geli, García Sanjuán. Una historia que se hereda, como cada 10 de mayo...

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