El techo del edificio de Urbanismo, retirado tras el susto en La Romareda

Como medida paliativa provisional, el ayuntamiento eliminó el falso techo y dejó las vigas y bovedillas al aire en las zonas de porche junto a las puertas 1, 2, 3 y 4 de la Tribuna principal del estadio.

Así está ahora el techo de los porches del edificio anejo de Urbanismo, junto a la Tribuna principal de La Romareda: con las vigas y bovedillas al aire, tras la retirada del techo que se desprendió, en una zona, el día del Oviedo, el 25 de enero.
Así está ahora el techo de los porches del edificio anejo de Urbanismo, junto a la Tribuna principal de La Romareda: con las vigas y bovedillas al aire, tras la retirada del techo que se desprendió, en una zona, el día del Oviedo, el 25 de enero.
José Vidal

El techo del edificio de Urbanismo que da a la zona de porches junto al estadio de La Romareda ha sido retirado tras el susto ocurrido el pasado día 25 de enero, en el anterior partido disputado por el Real Zaragoza en su estadio (ante el Oviedo), cuando un desprendimiento pocos minutos antes del inicio de dicho choque liguero provocó un boquete y la caída de escombros a una zona de tránsito masivo de público para acceder a la Tribuna principal del campo de fútbol zaragozano.

Así se pudo observar en la tarde de este sábado, en los prolegómenos del duelo ante el Albacete Balompié. Ahora, las vigas y bovedillas están al aire, pues el ayuntamiento ha eliminado en las últimas horas el falso techo, como medida paliativa provisional. Ha desaparecido la plancha de escayola y también todos los aislantes y demás elementos que escondía tras de sí en la amplia zona diáfana de porches y columnas que dan paso a las puertas 1, 2, 3 y 4 de la Tribuna de Preferencia y al palco y zona de pases, la correspondiente a la plaza semipeatonal de Eduardo Ibarra.

Este edificio, la antigua sede de la Gerencia de Urbanismo del municipio desde los años 80 del siglo pasado, se encuentra en desuso desde hace una década y en franco y progresivo deterioro, tanto en su interior, con numerosas goteras y desconchamientos, como en su exterior, donde asoman grandes grietas y desprendimientos de los ladrillos caravista que amenazan problemas mayores en cualquier momento. El final lógico de esta instalación obsoleta debería ser su demolición, circunstancia ya barajada hace tiempo en el Consistorio, pero nunca puesta en marcha con decisión. Estos últimos acontecimientos, que ponen en evidencia la gravedad del asunto, es posible que puedan acelerar una solución definitiva.

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