Fútbol, fútbol, fútbol. Ganar, ganar, ganar. Puntos, puntos, puntos.

El Real Zaragoza-Tenerife de este domingo atiende a pocas prioridades más allá de que el equipo blanquillo, como sea, logre salir victorioso ante los canarios.

Los jugadores del Real Zaragoza, en el último partido de liga en casa, ante el Osasuna (1-1).
Los jugadores del Real Zaragoza, en el último partido de liga en casa, ante el Osasuna (1-1).
Oliver Duch

Fútbol, fútbol, fútbol. Ganar, ganar, ganar. Puntos, puntos, puntos. Asuntos que rebotan en la cabeza del zaragocismo en las horas previas al partido Real Zaragoza-CD Tenerife de este domingo en La Romareda (20.00), correspondiente a la 10ª jornada de la liga. Puede haber, como cada día de liga, mil intereses, mil cuestiones por dilucidar alrededor de un duelo oficial del equipo aragonés, cientos de sujetos pendientes del cómo, del qué, del quién. Pero esta vez todo eso, por mucho que pueda importar particularmente a los interesados, queda difuminado en el primer plano por el fútbol, por la necesidad imperiosa de ganar y por la obligación ineludible de sumar los 3 puntos ante los canarios.

Es tal la envergadura del problema clasificatorio y futbolístico que arrastra el equipo desde la tarde del 16 de septiembre en Almería que esta cita con los chicharreros es de máxima exigencia cuantitativa, material. Y siempre en términos globales, comunes, generales. Es el Real Zaragoza el que necesita vencer y salir de la cornisa que lo asoma al abismo de la clasificación cuando la liga va a cruzar su primer cuarto, su 25 por ciento inicial. Entre las 8 de la tarde y las 10 de la noche de este domingo 21 de octubre de 2018 no se debería atender a más cosas que a esa: jugar, ganar y sumar de a tres. Cuando hay entre manos un asunto crucial, desviarse, siquiera un segundo, con detalles accesorios o de índole particularista puede derivar en una falta de atención que se pague cara.

El Real Zaragoza ha alcanzado este hito de la liga bastante malparado. Con 5 jornadas de liga concatenadas sin oler un éxito, que son 6 si se suma la eliminación en Copa del miércoles ante el Cádiz. Iniciando la jornada en la 14ª posición, que al principio del sábado ya era la 15ª por el triunfo horas antes del Elche sobre el líder, el Málaga, por 2-0 (los ilicitanos sobrepasan por el momento a los zaragocistas, con 11 puntos por 10 que tienen los blanquillos). Como quiera que el duelo ante los tinerfeños es el que cierra la jornada hasta el posible que, al comienzo del mismo, el punto de navegación del Zaragoza sea aún más bajo, pues eso depende de lo que hagan Lugo, Reus, Extremadura... los que caminan por detrás pero tienen a tiro de piedra a los zaragocistas en un solo partido.

La situación de urgencia es, por lo tanto, obvia. Imposible de reinterpretar o esconder en el desván hace ya unos cuantos días, por su condición de cristalina. Se ha pasado, como explicaba el entrenador en su rueda de prensa de este viernes, de las puertas de la felicidad tras ganar el Real Zaragoza por 0-4 en Oviedo en la 4ª jornada, el 8 de septiembre (ese día el equipo salió 4º en la tabla, el hábitat anhelado desde el verano, la cabeza), a un torcimiento vertiginoso "de la noche a la mañana" que ha originado un remolino inesperado en aquellas fechas felices, al regreso de Asturias, hace apenas 40 días. Y cuando lo que se buscan son remedios rápidos y efectivos, es fundamental aglutinar esfuerzos, no diversificarlos.

De 8 a 10 de la noche, este domingo en La Romareda, solo fútbol, solo ganar y solo puntos. Cuestiones genéricas pero mayores, superlativas, que apabullan por su hondura a los nombres propios y los intereses subjetivos de quien los tenga. El estribillo es pegadizo: fútbol, fútbol, fútbol; ganar, ganar, ganar; puntos, puntos, puntos. Da igual el método, el mecanismo, los protagonistas del reparto, la secuencia del juego, el marchamo del marcador, las caras, los perfiles, las miradas. Solo el estribillo. Ni los solistas, ni los del coro, ni los letristas, ni las batutas, ni las percusiones, ni los vientos, ni las cuerdas... nadie tiene en tales circunstancias más importancia que nadie. Orquesta total y estribillo...

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