El Real Zaragoza cae 0-1 ante el Cádiz, dice adiós a la Copa y agrava sus problemas

En un duelo entre equipos suplentes de ambas escuadras, los zaragocistas cuajaron otro partido de fútbol deficiente y su crisis profundiza.

Real Zaragoza-Cádiz
Real Zaragoza-Cádiz
Toni Galán

No hay reparación en la crisis del Real Zaragoza y la Copa hizo este miércoles de martillo para ahondar todavía más los problemas de identidad y solvencia de un equipo sin brújula en el último mes y medio. Los aragoneses cayeron por 0-1 ante el Cádiz en un duelo con dos alineaciones repletas de suplentes en ambas escuadras. Un gol de Vallejo al inicio de la segunda mitad decantó la eliminatoria a partido único, bajo el manto de un fútbol pésimo de los blanquillos, que no dan señales de recuperación en ningún sentido del juego.

El primer tiempo fue magia. Nada por aquí, nada por allá. Escapismo del bueno por parte de ambos equipos. Imposible de seguir el hilo del balón. La mente del espectador se evadía de inmediato en busca de cualquier otra cosa que no fuera ver el fútbol de zaragocistas y gaditanos. Calidad ínfima por doquier. Miedos, exceso de responsabilidad, atenazamiento en los de Idiakez, abroncado en la presentación de las alineaciones. Pasotismo de un Cádiz que tiene su cabeza pensando solo en salir de la cola de la clasificación en la liga y vino a La Romareda a verlas venir, a cubrir el expediente sin rubor.

El Zaragoza tuvo más el balón, mucho más. Pero lejos de ser una virtud, tal hecho se convirtió desde muy pronto en una faena, un inconveniente que fue desnudando poco a poco la escasez de argumentos con el balón de los blanquillos, repletos de jugadores poco habituales que, lejos de reclamar un puesto en el equipo, cayeron en la languidez y la falta de solvencia. Por momentos, alarmante. Que al descanso la historia se fuese con 0-0 fue lo natural. A nadie extrañó. Ver un gol con la calidad de juego que expusieron blanquillos y amarillos era cuestión milagrosa. Eguaras anduvo siempre tapado en la salida desde atrás. Grippo y Perone, los centrales, comenzaron a abusar del tuya-mía de los últimos partidos del descarrilamiento en liga y los pitos de la grada los hizo esconderse a eso de los 20 minutos. Entonces, los patadones de 40 y 50 metros en busca del ariete Medina, imposible de evaluar por inanición de balones en condiciones, fueron la única opción de un Zaragoza en encefalograma plano.

Idiakez había apostado por un 4-1-4-1, con hechuras de 4-2-3-1 cuando Ros se metía atrás junto a Eguaras, que no dio resultado. El Cádiz, sin ningún afán ofensivo, se limitó a tapar líneas de pase, con suma facilidad, pues nadie de los locales logró abrir espacios por las bandas, donde Soro (zurdo a pie cambiado por la derecha) y Aguirre se perdieron tras unos pocos fogonazos inertes en el primer cuarto de hora. Por los adentros, el ido Buff y Ros no hallaron nunca la frecuencia del choque, no sintonizaron su receptor jamás. Y los laterales, Delmás y Nieto, no aportaron tampoco soluciones en los desdoblamientos.

Las áreas se pisaron muy poco. Casi nada con sustancia. Apenas cuatro acciones atacantes quedaron como dignas de ser reseñadas. La primera, del Cádiz, con un disparo de Aketxe de rosca en el área en el minuto 11 que se marchó fuera por poco. La réplica la puso Eguaras en el 15, desde muy lejos (30 metros) tras un rechazo de la zaga andaluza, pero su remate duro se le fue muy desviado. Un par de minutos más tarde, a la salida de un córner, Grippo remató con el pie cerca del área pequeña tras un lío y el portero Gil atrapó sin problemas. Y en el 21, Garrido, en otro saque de esquina esta vez en el área zaragozana, cabeceó alto con todo a favor (la defensa del balón parado sigue causando problemas al Zaragoza día tras día).

Las protestas de la grada, ahogadas por momentos por la animosa grada de animación, se hicieron notar. En frente, el Cádiz siguió a lo suyo. Antes del intermedio se lesionó el delantero Carrillo, un 1.90 de referencia, que fue sustituido por Jairo, un menudo extremo zurdo. Álvaro Cervera, el técnico cadista, no quiso meter a Lekic, que era lo natural. Una declaración de intenciones. El Cádiz pasó a jugar sin puntas natos en lo sucesivo. El pitido de Areces Franco para marcar la mitad del partido fue un alivio para la grada. El momento del bocadillo atenuó el suplicio. Quizá iba a ser lo mejor de la noche, según pintaba.

Y el segundo tiempo arrancó con similares características. De entrada, Eguaras perdió un balón en la salida de atrás y patrocinó una contra de Vallejo, cuyo disparo ya en el área se le fue alto. Pudo haber sido mortal de necesidad tal error del pivote zaragocista. Esa acción dio alas al Cádiz por un rato. Aketxe, en un córner directo en el 49, forzó a Ratón a sacar sobre la raya, con inmensos apuros, una pelota que se colaba. Los andaluces había salido mejor de la caseta… como suele ser norma en La Romareda cada día de partido tras el refrigerio. El público aumentó los decibelios de los silbidos de reprobación, mientras en el rincón de animación se le pedía al equipo que le echara bemoles. Otro síntoma de lo que estaba viéndose desde las tribunas.

Por descontado, de ese acoso visitante y de la apatía absoluta del Zaragoza surgió pronto el 0-1. El Cádiz no quería, pero… En dos toques desde el portero Gil hasta el gol, el joven Vallejo batió por alto a Ratón en un mano a mano. Entremedias solo el lateral Carmona tocó el balón, tras recibirlo con la mano de su guardameta y poner un pase largo que rebasó dos líneas zaragocistas por pura dejadez. La sensación de caos de días recientes se apoderó de todo el mundo, dentro y fuera del césped. Quedaba más de media hora para apreciar si había reacción blanquilla o se fraguaba otro varapalo más.

Hubo una pequeña brizna de reacción en el minuto 60 en una penetración de Soro, el más enchufado entre la nada, que dejó atrás Medina para que Ros, desde la corona, rematase mal, alto. El navarro enmendó de forma sobresaliente su mala culminación apenas 3 minutos más tarde, evitando el lacerante 0-2 que ya estaba hecho. De nuevo Vallejo, rompiendo el fuera de juego, se quedó mano a mano ante Ratón. Lo regateó y remató cruzado a la portería desguarnecida, pero Ros llegó desde atrás milagrosamente para sacar el tanto en la raya. Ahí La Romareda estalló: “Idiakez, vete ya” fue el soniquete generalizado. En realidad, el problema no lo tiene el entrenador, sino Lalo Arantegui y José Mari Barba, los hacedores de este segundo capítulo de su proyecto.

Los minutos fueron consumiéndose y nada cambió. El atribulado Idiakez metió a Pombo en el campo por Aguirre, sin efectos visibles. Al contrario, de nuevo Vallejo, en el 69 tuvo en sus botas la sentencia tras un centro raso al área chica que se comieron los centrales zaragocistas. Ratón, en la misma línea, hizo una gran parada para evitar el desastre anticipado. Idiakez quitó al desenchufado Eguaras y metió a Igbekeme en busca de otro revulsivo a falta de 20 minutos. En el 75, Medina, muy flojo todo el partido, cabeceó con el cogote un centro al área, alto, mal, en una acción aislada de los blanquillos. A base de colgar balones arriba, los de Idiakez entraron algo en vida en ese tramo.

Así, con fútbol directo, llegó la mejor ocasión zaragocista de la noche. En el 79, Grippo cabeceó una falta lateral y el portero Gil, con una gran parada de reflejos, evitó el empate bajo palos. Raí Nascimento había suplido al apático Buff a falta de 10 minutos, debutando así este año en partido oficial desde su ostracismo forzado. El Real Zaragoza buscaba fortuna en sus últimos coletazos de muerte en la enésima noche oscura de fútbol de los de Idiakez. Pero del alboroto no sale casi nunca nada bueno. Y todo fue muy deslavazado en los minutos finales. Un querer y no poder, con Grippo descolgado como delantero centro. En esas, Agra, recién salido en el Cádiz, tuvo el 0-2 de nuevo a placer, solo en el segundo palo, pero remató alto un centro largo al área de Ratón. Y llegó el final. La bulla entre la afición, cansada y decepcionada de esta racha nefasta que ha llevado al zaragocismo a la confusión al poco de empezar este curso deportivo.

Se acabó la Copa. Con bronca monumental. Lo del torneo del K.O. es lo de menos. Lo mollar es que el equipo anda desnortado. Al área deportiva le ha estallado en las manos un problema morrocotudo. Un problema que es suyo. De su matriz. Se supone que vienen horas tensas ahí dentro. El fútbol habla siempre solo en estos casos. No hacen falta traducciones ni interpretaciones. Lo visto en La Romareda no es sino un eslabón más de lo que viene ocurriendo desde hace mes y poco, desde Almería.

Ficha Técnica

Real Zaragoza: Ratón; Delmás, Grippo, Perone, Nieto; Eguaras (Igbekeme, 70), Javi Ros; Buff (Raí Nascimento, 80), Soro, Aguirre (Pombo, 64); y Medina.

Cádiz CF: Gil; Carmona, Kecojevic, Ramos, Brian Oliván; Garrido, Karim Azamoum; Vallejo, Aketxe (Agra, 88), Perea (Álex Fernández, 78); y Carrillo (Jairo, 37).

Árbitro: Areces Franco (Comité Asturiano). Amonestó a Vallejo (43), Aguirre (57), Garrido (61), Perea (77) y Brian Oliván (81).

Goles: 0-1, min. 53: Vallejo.

Incidencias: Noche muy agradable en Zaragoza, con 22 grados y nada de viento. El césped de La Romareda, impecable tras su restauración integral. En las gradas, alrededor de 14.000 espectadores.

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