Aquel Real Zaragoza-Osasuna en las fiestas del Pilar de 1982...

Hace 36 años, los aragoneses golearon por 4-0 a los navarros, que llevaban 3 campañas en Primera tras décadas fuera de la élite. Fue un día festivo, anterior al deterioro que llegó más tarde.

Retazos de HERALDO DE ARAGÓN del Real Zaragoza-Osasuna que se disputó en las fiestas del Pilar de 1982.
Retazos de HERALDO DE ARAGÓN del Real Zaragoza-Osasuna que se disputó en las fiestas del Pilar de 1982.
Heraldo de Aragón Documentación

Llega un nuevo capítulo de los duelos ligueros entre Real Zaragoza y Osasuna en La Romareda, de nuevo en Segunda División, como han sido los últimos. Y esta vez, como ya sucedió el año pasado, el capricho del calendario ha querido que los navarros visiten el estadio blanquillo en día de fiestas del Pilar, en concreto, el lunes 8 de octubre. El curso anterior, el evento aconteció el domingo 15 de octubre, justo el día del fin de los Pilares, antes de los fuegos artificiales en el Ebro (acabó 1-1, con gol postrero de Oier para los rojillos, que abollaron así el tanto inicial de Borja Iglesias y la opción de ganar 3 partidos en una semana de los zaragocistas, que venían de doblegar 3-0 al Numancia y 0-2 al Lorca FC, este en jornada intersemanal de miércoles).

La coincidencia viene de lejos. A los más veteranos del lugar se les refrescará la memoria con esta reseña. A los que no tenían uso de razón zaragocista el octubre de 1982, nada más pasar el verano del Mundial de España con los llaveros de Naranjito aún pululando por los bolsillos, les servirá para observar cómo ha cambiado, lamentablemente para mal, la relación entre dos aficiones que, en general, siempre fueron hermanas, amigas, amables una con otra, por pura idiosincrasia, por cercanía, por afinidad en cuestiones vitales. No en vano, La Romareda la inauguró un partido contra el Osasuna, del mismo modo que El Sadar se estrenó con un duelo amistoso contra el Real Zaragoza. Era lo natural, lo común.

En aquella temporada 82-83, que al final significaría la eclosión del gran Zaragoza de Beenhakker, con partidazos de fútbol total a la holandesa, con goleadas y disfrute constante en La Romareda y, a veces, también fuera de ella, el calendario trajo a un modesto Osasuna, entrenado por el mítico Pepe Alzate, el domingo 17 de octubre, a las 5 de la tarde, horario clásico por entonces, cuando los clubes mandaban en sus actos y no vivían cautivos de un macronegocio gigante que los anula, controla y somete a normas cuasi feudales por mor de la única savia que rige ahora como moneda en curso: el dinero, el espectáculo de la televisión y sus múltiples tentáculos millonarios.

Las fiestas, en aquellos años, solían irse hacia la semana posterior al día del Pilar, el 12, por eso en tal fecha tenía lugar su final. Por la mañana, los 45 motonaúticos del Ebro, prueba internacional de lanchas fuera borda ya desaparecida hace tiempo, con más de 20.000 personas in situ, en las orillas y puentes de Piedra y Santiago. También el Criteriun de Karting en el circuito de Cesáreo Alierta, abarrotado de gente alrededor del paso subterráneo utilizado ad hoc. O las tiradas de barra y de bola aragonesa en el monte de Torrero, entonces en boga... Y por la tarde, los toros para unos y el fútbol para más de 30.000 seguidores que se dieron cita en La Romareda.

Cuentan las crónicas (y recuerda la mente de los protagonistas de esa jornada por el centro de Zaragoza) que, desde el día anterior, se dieron cita en la capital aragonesa más de 4.000 osasunistas, con sus camisetas rojillas, sus banderas y sus charangas. Ellos pusieron de moda por entonces el 'Osasuna, Osasuna, oe, oe, oe' que luego se clonó en  muchos sitios cambiando el nombre de cuatro sílabas por el que correspondía al lugar. De ahí no pasaban los gritos de ánimo. Ni una grosería, ni una falta de respeto. Ni una provocación, ni un mal rollo. Al revés, peñas hermanadas, piques joteros en buena lid, también charangueros (a las peñas festivas zaragozanas, aquel Real Zaragoza que presidía Armando Sisqués, las invitaba a 'bajo precio' a las tribunas de gol, tanto el norte como el sur).

Ganó el Real Zaragoza 4-0, con triplete del paraguayo Amarilla y el redondeo del argentino Valdano. Y, de no ser por el portero rojillo Basauri, la cosa pudo ser aún más estruendosa. Entonces, el equipo zaragocista andaba muy por encima del osasunista en prestaciones deportivas. Por el equipo local, el del excelso Beenhakker, formaron Vitaller; Casuco, Morgado, Zayas, Señor; Güerri, Barbas, Herrera; Ramírez, Amarilla y Valdano. Luego, también salieron Conde y Totó. En frente, el Osasuna de Alzate opuso a Basauri; Macua, Castañeda, Mina, Purroy; Bayona, Lumbreras, Rípodas; Arechavaleta, Iriguíbel y Martín. También salió en la segunda parte Dioni. Pitó el valenciano Fandós Hernández.

El recuerdo, la melancolía, dicen algunas tesis sociológicas que no permite avanzar. Aseguran que es mejor aplicarse al presente y solo mirar adelante, al futuro. Pero, en un punto de la experiencia vital de las personas, tal vez sí que sea una buena terapia, siquiera esporádicamente, echar un vistazo a la jurisprudencia para considerar que hay cosas que se tuvieron, se disfrutaron y, de repente, se estropearon y rompieron sin que casi nadie se haya parado a pensar en un modo de restituirse. En cualquier caso, si esto ya no va a ser nunca como fue, al menos que quede constancia. Total, 36 años no son nada.

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