Cambio para bien en solo un año

La perspectiva deportiva del Real Zaragoza ha dado un viraje radical y ahora contempla el futuro lleno de esperanza

Lalo Arantegui, en los aledaños de La Romareda.
Lalo Arantegui, en los aledaños de La Romareda.
Toni Galán

Cómo hemos cambiado en un año... De anunciar una imprescindible reforma de arriba abajo a considerar que con un par de retoques la cosa irá. Curiosamente, las dos escenificaciones que resumen sintéticamente el pasado y el presente (¡y el futuro!) del Real Zaragoza sucedieron el martes siguiente a que Rafa Nadal hiciera sonar el himno nacional español en París por décima y undécima vez. La marcha real del Zaragoza, la regeneración necesaria en el equipo del león rampante, la presentó Lalo Arantegui el martes 13 de junio de 2017. Allí argumentó la metamorfosis que aguardaba. Exactamente un año menos un día después, el pasado martes 12 de junio de 2018, Lalo compareció para detallar todo lo construido. Con un par de retoques, el equipo aragonés será otra vez competitivo pese a todas las limitaciones económicas. Todo eso hemos cambiado en apenas un año, cuando todo estaba por hacer. Todo eso lleva ganado el Real Zaragoza en su conquista del futuro.

Hay quien traslada la teoría de la relatividad al fútbol considerando exclusivamente términos absolutos. Desde esta perspectiva, es absolutamente cierto que el Real Zaragoza continúa en la misma categoría un año después. Pero el dónde nunca puede explicar de forma completa y concreta una realidad. También hay que referirse al cómo y al cuándo. El lugar es el mismo, la Segunda División; pero ha cambiado de forma considerable el modo y el tiempo. La plantilla del Zaragoza actual reúne muchísima más riqueza que la del pasado curso, y el margen temporal que ahora disfruta la Dirección Deportiva para completarla es mucho mayor que el verano pasado, repleto de tantas urgencias.

En las puertas del verano pasado, Lalo Arantegui ya llevaba unos meses al mando. Desde su llegada existía la certidumbre del cambio necesario, de que en Segunda (y en todas las categorías) se avanza con futbolistas que quieran ser, no con futbolistas que hayan sido. Esta impresión se agudizó y extremó con el avance paulatino de la segunda vuelta del ejercicio 2016-17. La nómina de descartes finales fue creciendo de forma proporcional a las decepciones acumuladas. Por eso la rueda de prensa de 2017 aglutinó tantos adioses. Isaac Carcelén, Casado, José Enrique, Fran, Barrera, Xumetra, Edu García, Edu Bedia, Lanzarote... Además de Cani, claro. También había que considerar a los cedidos Pablo Alcolea, Popa, Jorge Ortí y Jorge Díaz. En verdad, Alberto Zapater y Javi Ros constituían las únicas referencias estables.

En esa fecha tomada como indicador, el 13 de junio de 2017, el Zaragoza era un boceto rellenado con incertidumbres. Zapater, Ros (y Álvaro Ratón y Jesús Valentín), chavales del filial de Tercera y fichajes poco comunes llegados desde la Confederación Helvética (Grippo y Buff). También, Benito, Ángel y Eguaras. Las épocas de los descartes de Primera y pasados refulgentes había terminado. Se continuó escarbando, explotando nichos de mercado nunca antes visitados, como el georgiano. A la vez había que habilitar espacio en el vestuario y en la masa salarial. En agosto todavía quedaban situaciones por resolver. Lo dicho, el asunto era arduo.

Los calores del verano nos trajeron a Febas, nos bendijeron con Borja Iglesias. También llegaron Papunashvili, Verdasca, Vinícius y al final Mikel González. Buscábamos portero, porteros que son conserjes comparados con el que encontramos, Cristian Álvarez. Después de tanto tiempo, por fin un portero. También había llegado Natxo González como nuevo técnico, aunque ya solo sea pasado cuando ahora miramos con tanta fe al futuro. Costó lo suyo, pero poco a poco se fue haciendo equipo.

Tan polisémica, tan inconcreta, desgastamos la palabra sensaciones. Algún día hasta escuchamos de la boca de Natxo ‘flow’, aunque fluir lo que es fluir... Pero pese a la escasez de puntos, se había generado cierto optimismo. El deseo de La Romareda también ayudaba. El Zaragoza ganaba más aficionados que puntos, por algo se empieza... Los aficionados eran muchos, pero la puntuación se aproximó a solo dos puntos de las brasas del descenso. Aunque escribimos en plural, el referente deportivo era Lalo Arantegui. El responsable de las decisiones deportivas en el club es Lalo. El que se equivoca en la parcela deportiva es Lalo. Según esta misma argumentación, el que ha acertado en la parcela deportiva también es Lalo.

Lalo apostó por la continuidad de Natxo. Hubo paciencia con el entrenador, mucha paciencia. Pese a que no llegaron refuerzos de tronío en enero, los resultados y el fútbol le acabaron dando la razón. Cristian es de largo el mejor portero de la categoría. Dos chavales del filial ocupan con solvencia los laterales (Delmás y Lasure). Los centrales también han respondido. Eguaras ha dado sentido al rombo, figura geométrica que encarna el progreso zaragocista desde el fútbol generado en el centro del campo. También apareció Guti en el medio, junto a los estables Zapater y Javi Ros. Papu también emergió, con un Pombo cada vez más influyente en ataque, y un Borja Iglesias erigido en icono del nuevo Zaragoza.

En los días en que Rafa Nadal repite el mismo emocionado gesto al alzar los brazos al viento tras volver a ganar Roland Garros, el Zaragoza ha pasado de anunciar una reforma total a tener un esqueleto muy estable para construir el edificio del futuro. Todo esto hemos avanzado en un año. Todo esto hemos cambiado en un solo año.

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