El capitán Zapater volverá ante el Sporting tras el 'descanso del guerrero'

Natxo decidió darle descanso en Reus después de 4 meses en los que el ejeano lo jugó prácticamente todo, y solo asomó un cuarto de hora ante los catalanes.

Alberto Zapater, en el entrenamiento matinal de este martes, 1 de mayo.
Alberto Zapater, en el entrenamiento matinal de este martes, 1 de mayo.
Raquel Labodía

El descanso del guerrero era, de los tiempos del medievo hacia atrás en la historia, ese periodo de cuidados extraordinarios e intensivos que recibían los soldados y hombres de armas cuando, tras una guerra, regresaban a su hogar y eran recibidos por su familia. Días de inactividad absoluta, pausa vital para restañar heridas, recuperar fuerzas físicas y mentales, para olvidar sufrimientos y circunstancias de apuro vital vividas en el campo de batalla. Tiempos cortos de entreguerras para quienes nacieron para ganarse la vida en la pelea constante, su modus vivendi, antes de empezar de inmediato otra misión espada en mano.

A Zapater, los últimos días le han sido concedidos por el cuadro técnico y médico del Real Zaragoza como su particular 'descanso del guerrero' a falta de solo 5 partidos para la conclusión de la liga regular, esa que en la Segunda División dura prácticamente 10 meses. En su caso, han sido horas de respiro, de paz mental sin competir al cien por cien en una cita competitiva, la de Reus. Una pequeña bocanada de oxígeno para su sangre y sus enormes pulmones. Un reseteo muscular necesario después de haberlo jugado casi todo desde mitad de enero, con la única excepción del partido que se perdió por acumulación de amonestaciones ante el Lugo.

Tampoco fue un parón total y absoluto lo que decidió Natxo González el pasado viernes en Reus. Zapater fue suplente, pero aún jugaría el último cuarto de hora cuando el equipo necesitaba fuerza y refresco en un final complicado. Pero sí que supuso un lapso del capitán en la titularidad, que solo perdió momentáneamente en aquellas semanas liadas en el plano técnico, las de primeros de año natural, cuando el técnico estaba obligado a modificar estructuras y métodos después de la crisis del parón de Navidad. Al de Ejea se le puso en cuestión desde determinados microscopios, como si los males de aquel dubitativo Zaragoza de noviembre y diciembre radicaran en su figura.

Una curiosa apreciación que le hizo salir del equipo ante el Barcelona B y el Tenerife, partidos en los que fue el tercer cambio y jugó 3 y 4 minutos respectivamente, el tiempo de aumento y poco más. Natxo y los demás técnicos del club coligieron que Zapater hacía más dentro del once inicial que fuera de él tras aquellos episodios y, desde que volvió en Granada a las alineaciones, ya nunca más se ha bajado de ellas. Únicamente vivió el matiz táctico de tener que mudar su posición habitual en un doble pivote a su nuevo rol, de interior (por la derecha o por la izquierda, da igual, según las necesidades del equipo cada día) en un flanco del rombo central que adoptó, con éxito y para bien, el entrenador vitoriano en lo que terminó suponiendo la reacción sobresaliente del Zaragoza en la segunda vuelta del torneo.

Ahora, hacía ya varias semanas que Natxo venía advirtiendo que Zapater iba a tener una parada en boxes. Sigue sorprendiendo a propios y extraños la capacidad física del cincovillés viniendo de donde viene, de un trienio de cuasi invalidez para la práctica deportiva profesional del que salió el curso pasado ¡jugando los 42 partidos! de la temporada. Y esa breve pausa ya aconteció en Reus. Zapater, salvo cuestión imprevista, regresará el sábado ante el Sporting a su lugar en el césped, con los glóbulos rojos a tope, con el corazón enriquecido y la musculatura tonificada con mimo. El guerrero volverá a las trincheras, su lugar natural, donde cuenta el fuego enemigo (y buena parte del amigo) que es un rival inabordable en los tiempos que se viven.

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