Justo cuando arranca el momento definitorio del campeonato, el último cuarto de la competición, al Real Zaragoza se le presenta por primera vez la posibilidad real de pisar la zona de promoción. La tierra prometida para el zaragocismo. La cuenta es sencilla: si los aragoneses vencen este sábado a Osasuna en Pamplona terminarán la jornada, como mínimo, en la sexta plaza, la última que permite disputar el ‘play off’ de ascenso a Primera División.

Después de una escalada espectacular en el presente año, el Real Zaragoza suma 46 puntos, uno menos que Osasuna, que alcanzó los 47 empatando el pasado fin de semana en su visita al Albacete. Por tanto, un triunfo en El Sadar supondría rebasar a los navarros en la clasificación, algo prácticamente impensable durante buena parte del campeonato, cuando la diferencia entre unos y otros ha llegado a ser de hasta ocho puntos. Dependiendo de otros resultados durante el fin de semana (Oviedo, Granada, Sporting de Gijón...), el Real Zaragoza incluso podría avanzar alguna posición más en la tabla. Para eso depende de terceros.

En lo que no se subordina a ningún externo es en su partido ante Osasuna, un conjunto con una trayectoria inversa a la suya. Si el Zaragoza ha ido de menos a mucho más, Osasuna está yendo de más a menos. Con presupuesto de recién descendido, Osasuna fue uno de los clubes que más invirtió en fichajes el pasado verano. Entre Quique (Almería), Aridane (Cádiz), Sergio Herrera (Huesca) y David Rodríguez (Alcorcón), los navarros gastaron más de 3,5 millones de euros en traspasos, una cifra inalcanzable para el gran grueso de equipos de la categoría. Su objetivo era –y es– recuperar la Primera División tan solo un año después de descender.

Tras un inicio dubitativo (dos empates y una derrota), los de Diego Martínez enlazaron una sobresaliente serie de cinco victorias en seis jornadas, a la que agregaron después cinco semanas más sin perder. A mediados del mes de septiembre ya ocupaban puesto de ‘play off’ y lideraron la competición durante cuatro jornadas seguidas –de la octava a la undécima–.

Trayectorias cruzadas

Su inicio de liga fue el de un aspirante claro al ascenso directo y mantuvo una línea estable de resultados durante prácticamente toda la primera vuelta, un periodo, por contra, cargado de dudas y dificultades en el seno zaragocista. Tras perder en la segunda jornada –en el campo de la Cultural Leonesa–, Osasuna no volvió a conocer la derrota hasta la 15ª fecha, cuando cayó 2-3 con el Alcorcón. Entonces, enlazó dos derrotas más en Lugo (1-0) y Oviedo (1-0) que le hicieron abandonar la zona de promoción.

En la segunda vuelta, cuando el Zaragoza ha protagonizado su gran reacción, el rendimiento de Osasuna ha sido más estable, sin tantos altibajos, con cuatro victorias, tres empates y dos derrotas. En nueve encuentros apenas ha anotado seis goles pero, eso sí, tan solo ha encajado cinco.

La evolución de la temporada zaragocista es bien conocida: terminó la primera vuelta con 24 puntos (cinco victorias, nueve empates y siete derrotas) y en nueve jornadas de la segunda ha alcanzado ya los 22 (siete victorias, un empate y una derrota). En un mes ha ganado más partidos que en los cinco primeros y su formidable transformación le ha ubicado en el umbral de la promoción, a las puertas de una zona privilegiada que tratará de asaltar este sábado en Pamplona, en un escenario totalmente novedoso este curso.

Hasta la fecha, el Real Zaragoza ha remado durante meses para tener opciones y ahora, por primera vez, peleará por conquistarlas. Adaptarse a ese gran matiz y a la presión que supone es una de las claves que deberá manejar Natxo González esta semana, en la que se le presenta un contexto totalmente novedoso en su trayectoria al frente del banquillo zaragocista.