Paco Herrera no está para fiestas

El técnico cumplió ayer 64, pero el Sporting no acaba de despegar en Segunda

Ayer estaba de celebración Paco Herrera. Lógico. Nacido el 2 de diciembre de 1953 en Barcelona, ayer, exactamente ayer, cumplía 64 años el técnico del Sporting de Gijón. Además de años, pocas cosas más está cumpliendo Herrera en El Molinón. Fuera del ‘play off’ pese a contar con el tercer presupuesto en Segunda y una afición extraordinaria para la categoría, como el Zaragoza, el Sporting tampoco está para tirar cohetes.

Sin duda, en el arranque del curso, el Sporting era candidato a todo. Recién despeñado de la Primera División, el club gijonés apostó por Torrecilla como director deportivo. Y Torrecilla, que llegó desde el Betis y había coincidido con Paco Herrera en el Celta, consideró que en Gijón podría desarrollar el mismo trayecto a la élite que surcó en Vigo. Pese a haber tramitado el billete, hasta la fecha la trayectoria desmiente el objetivo.

Se esperaba mucho del Sporting. Siempre se espera mucho del Sporting, mejor dicho. Su historia y sobre todo su afición remiten a Primera División. Más de 24.000 abonados significan un aval valiosísimo, al alcance de contadas entidades en el fútbol español. Qué decir ahora, cuando se encuentra censado en Segunda...

Este verano, además, llegaba a El Molinón Paco Herrera, exjugador sportinguista desde 1974 a 1977, los años inmediatamente anteriores al mejor Sporging de la historia, el que dirigió Vicente Miera desde el banquillo, con Antonio Maceda como líder defensivo, y Enrique Castro ‘Quini’ como ariete. Con bastante menos que ese Sporting se conformaría ahora la ‘mareona’. Jugaban de lujo y acariciaron la liga en 1979, con futbolistas del nivelazo Rezza, Cundi, Uría, Joaquín o el mágico Enzo Ferrero.

El Sporting siguió agarrado a su cantera de Mareo para sobrevivir deportiva y económicamente con sus ventas. Abelardo, Luis Enrique, Manjarín, por supuesto David Villa... Mientras, Paco Herrera colgó las botas y se pasó al banquillo. Saltó a la Segunda a principios de los 90 con el Badajoz. Después, Numancia, Mérida, Albacete, Poli Ejido, Recreativo, Castellón y Villarreal B. El merecido ascenso le llegó en el Celta. En Zaragoza no estuvo demasiado tiempo. Las urgencias del conjunto aragonés le devoraron. Buen tipo, Herrera. Nunca perdió los papeles, pese a que el equipo se desplomara en la segunda vuelta. Desde la perspectiva temporal actual, probablemente es de lo mejorcito que ha pasado por el banquillo de La Romareda en el último lustro. Y eso que apareció junto al Ebro en el crepúsculo demencial de Agapito.

Después de Zaragoza, firmó por Las Palmas, donde consumó el ascenso a Primera División tras conseguir levantarle, precisamente al Real Zaragoza, en la eliminatoria decisiva el 3-1 logrado en La Romareda en el partido de ida. Ese maldito remate de Dorca al larguero... Qué distinto sería todo ahora... Tras dejar Las Palmas, se incorporó al Valladolid, donde en el pasado curso no alcanzó la promoción de ascenso. De Pucela ha llegado a Gijón, donde se sigue esperando una reacción inmediata.

Quizá por el hecho de haber mamado el fútbol asturiano como jugador, se esperaba de Paco Herrera que fomentara la fértil cantera rojiblanca. Sin embargo, después de muchísimo tiempo, ningún titular del Sporting que se midió con el Cádiz en la última comparecencia en El Molinón era asturiano o canterano. El equipo nunca ha ofrecido una personalidad acusada, firme, pero en el inicio liguero al menos acompañaban los resultados, tocando el liderato clasificatorio. Ahora, la identidad sigue sin definirse y, para más inri, los resultados se han torcido. Tras pasar por estructuras tácticas como el 1-4-3-3 y el 1-4-2-3-1, hoy probablemente juegue con un 1-5-4-1. No gana desde el 28 de octubre, con dos puntos atrapados de los últimos 12 disputados. Paco Herrera estaba de celebración ayer. Cumplía años... Por lo demás, no está para demasiadas fiestas en Segunda.

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