El debut de Láinez

El Real Zaragoza estrena entrenador esta noche, César Láinez, de quien se esperan soluciones.

César Láinez, ayer, en el momento de partir hacia Elche
César Láinez, ayer, en el momento de partir hacia Elche
Raquel Labodía

Los resultados dictados en la tarde de ayer han acercado un poco más a los pies del Real Zaragoza la cota del descenso, frontera que a estas horas no resulta una línea de aspecto imaginario, sino pura realidad situada a la corta distancia de dos puntos, hecha –eso sí– la importante salvedad de que el equipo aragonés debe jugar esta noche frente al Elche, en feudo ilicitano, en el estadio Martínez Valero. Si el Real Zaragoza sabe sacar este encuentro adelante, las aguas volverán al cauce de hace dos semanas, posición que, sin ser ninguna conquista, supondría un alivio según se ven las cosas desde este punto. De lo contrario, una derrota en Elche aplicará el inherente determinismo de ciertas leyes del fútbol. Subirá la presión, apretará la clasificación y el nivel de incertidumbres crecerá de manera considerable. A estas complejidades del momento se va a enfrentar César Láinez, que debuta como entrenador del primer equipo.

Entre el cuerpo del zaragocismo, el exportero no precisa de presentación. Son conocidos su figura y trayectoria. Quizá bajo el mando de este zaragocista de cuna, que alcanzó títulos de gloria y conoció profundas depresiones, se rompa la tendencia que estaba llevando al equipo aragonés a los fondos, con una última racha de ocho puntos sumados sobre un total de treinta y tres puestos en concurso. Ésta es la esperanza y la ilusión de todos: que Láinez dé en la exacta tecla que conduce a ganar de nuevo partidos, siendo hoy la primera cita de una nueva etapa.

Sobre sus decisiones se concentran las miradas de los miles de seguidores que sienten y padecen los presentes sinvivires del Real Zaragoza, y no sólo porque se trate de una ópera prima. También se quiere entender que la tercera vía es la acertada, después de que por el camino se hayan quedado Luis Milla y Raúl Agné.

Durante la semana, el discurso que ha empleado Láinez en sus comparecencias públicas ha sido fresco, claro, coherente, casi de una lógica impecable. Pero a nadie escapa que el fútbol no se construye sólo con palabras, con discursos bien elaborados en un laboratorio. Esta noche se contarán y contabilizarán nada más que los hechos, sin realidades alternativas que sirvan para nada o postverdad que pueda aceptarse.

Es la hora de César Láinez y del Real Zaragoza. Quiera que no, en sus manos ha quedado depositada la responsabilidad de dar un giro a los acontecimientos, para que el club del escudo del león escape de las turbulencias de los fondos.

Dicho de manera sucinta y breve, y por eso mismo reduccionista, la clave de su suerte descansa, sobre todo, en que sepa sacar mayor provecho a los recursos humanos que ha manejado Raúl Agné. En este sentido, puede darse por seguro que Láinez va a romper más de un molde, sin caer en el espacio revolucionario. Como es natural dada su procedencia del filial, ha mirado ya a varios de los jóvenes futbolistas de la casa. Si aparecen en primera línea de fuego esta misma noche está por ver. En todo caso, en las intenciones del técnico están muy vivos. Algo parecido puede predicarse de las funciones de algunos jugadores asentados. Es factible que se vean sometidas a revisión. La táctica y la estrategia también apuntan a nuevos cuños.

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